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Hay una canción de Fangoria que se llama 'Plegarias atendidas', como la novela de Capote. "Todo lo que ayer / hice por amor / hoy lo hago por dinero". El tema de Alaska y Nacho Canut puede ser tanto un ejercicio de cinismo como una dura reflexión sobre el éxito a costa de perderse uno mismo en el camino. ¿A quién le importa?. A Truman Capote, por ejemplo, le importaba el éxito tanto como redondear una buena frase. De modo que cuando retrató despiadadamente a sus 'amigas' ricas en su célebre obra inacabada, sabía el precio que tenía que pagar: ser expulsado del regazo blando y calentito de la clase alta.
Babe Paley, Nancy Keith, Lee Radziwill o Gloria Guinness eran las 'it girls' o 'influencers' de los 60, pero también eran editoras, artistas, o las esposas de los hombres más poderosos del momento. Más hermosas que malditas, deslumbraban la imaginación del escritor siempre fascinado por la elegancia, el dinero y la inocencia dañada de las que el llamaba sus 'cisnes'. Por eso cuando empezó a publicar adelantos de su soñada 'Plegarias atendidas' en revistas como 'Esquire' -nunca terminaría realmente la novela- contando sus miedos, sus pasiones y hasta sus infidelidades, sus adorables criaturas rabiaron, lloraron y le dieron la espalda.
Tenían que haber estado prepararas. Después de todo, como dice el personaje de Helen Mirren en 'La sombra del poder': "los buenos periodistas no tiene amigos, tienen fuentes". Y Capote era un 'buen' periodista, es decir que era capaz de cualquier cosa con tal de sonsacar una verdad (como emborrachar a Marlon Brando) y cuando esta no le gustaba del todo, se la inventaba. En palabras de Mark Twain: "nunca dejes que la verdad se interponga entre tú y una buena historia".
¿Qué tanto de las infidencias contadas por Capote era verdad? Es irrelevante a estas alturas. Lo que es relevante es su retrato de una clase social que odiaba y amaba tanto como se odiaba y se amaba a sí mismo.
"Quería a íconos actuando de íconos" ha dicho Ryan Murphy uno de los creadores de 'Feud: Capote vs. the Swans', la serie que recoge la historia del periodista y sus amigas. ¿Los íconos? Calista Flockhart, Chloë Sevigny, Diane Lane, Demi Moore y Naomi Watts. Ahí es nada. En declaraciones al New York Times, Murphy ha explicado que para é solo estas “mujeres icónicas entenderían lo que era ser 'cisnes'. Porque saben la gravedad y el estrés de supone una estrella”.
El feminismo ha levantado ya una ceja por estas palabras que comparan a actrices, productoras y directoras de 2024 con 'socialites' de los 60, pero lo cierto es que las estrellas convocadas se han mostrado encantadas de interpretar a estas mujeres en las que encuentran, también, empoderamiento y complejidad. "También trabajaron muy duro para alcanzar el estatus del que disfrutaron" ha dicho por ejemplo Naomi Watts, Babe Paley en la serie.
Más fino ha estado el guionista de la serie, el dramaturgo Jon Robin Baitz, que afirma en Vanity Fair: “Creo que Ryan y yo pudimos relacionarnos directamente con el dolor de todas las partes y lo escribimos desde esa perspectiva: dolor por Truman, dolor por esas mujeres, dolor por desperdiciar amistades y por desperdiciarte en cosas equivocadas. Todo de eso." Tal como hiciera el propio Capote, se trata en realidad de extraer lecciones de vidas aparentemente superficiales. Oro puro.
Capote soñó con ser una más de sus 'cisnes', soñó con ser parte de su clase, con pertenecer. Todas esas plegarias no atendidas lo llenaron de un rencor que arrastró hasta su muerte. Pasó buena parte de sus mejores persiguiéndolas en sus fiestas, acompañándolas en sus viajes y soño también con retratarlas. Pero cuando lo hizo, esas plegarias atendidas solo lograron, como había profetizado Teresa de Jesús, que se derramaran más lágrimas.
La serie se centra en las reacciones de las 'cisnes' tras la aparición de 'La Côte Basque' el artículo adelanto de 'Plegarias atendidas', en 1975. Capote nunca terminaría el libro, que fue publicado en 1986, dos años después de su muerte.
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