A pesar de que durante décadas ha sido considerado un documental sesgado, tendencioso, maldito, 'Let it be', de Michael Lindsay Hogg tiene la virtud de la supervivencia. Tras las célebres sesiones de ensayo y grabación (y el no menos célebre concierto de la azotea) los Beatles no querían saber nada de las más de 90 horas de grabación que tanto los había hecho sufrir. Sería, digamos, un hijo no deseado concebido para intentar salvar a la familia. Craso error. Así, todo ese metraje estuvo metido en un cajón hasta que casi un año después, luego de que la banda hubiera grabado ya su último álbum, Apple decidió lanzar conjuntamente el disco y la película. Acorde final de 'A day in the life'.
Tal vez quienes criticaron duramente la cinta no tienen cuenta el esfuerzo titánico que debe haber significado para su director luchar contra los elementos (al menos tres de los cuatro miembros de la banda) ver como los planes de rodaje se desmoronaban uno tras de otros, ser testigo de las peleas y el ambiente que podía pasar de festivo a indiferente, de tenso a tedioso, varias veces al día. Normal que de todos los caminos que pudo escoger, escogiera el de la amargura. Es más, visto lo visto en 'Get Back' la película ciertamente más completa con la que Peter Jackson intenta corregir esta versión parcial de los acontecimientos, cualquiera podría decir que habría hecho lo mismo. Y después de todo los 157 minutos que ofrece Jackson tampoco son las 90 horas que había: la suya también es una versión parcial. Una que sin duda contenta a Paul y Ringo, sobrevivientes de la banda, y a muchos de sus fans que pueden ver ahora que sí, también se lo pasaban pipa mientras grababan el disco, que Paul y John eran capaces de reconocer que se pasaban tres pueblos con George y que Ringo puede ser básicamente Ringo durante las horas que sean necesarias. Lindsay Hogg no tuvo, o no quiso tener, esas contemplaciones y por eso su documental fue condenado.
Curiosamente, ha sido el propio Jackson y su equipo técnico ayudado por la IA, el que ha trabado en la restauración de este documento. La película, por si os lo estáis preguntando, es más luminosa en fotograma a fotograma, pero sigue siendo una crónica de la desaparición paulatina del grupo como unidad. Si no hubiera existido la versión original se podría pensar que alguien con muy mala leche tomó parte del metraje del 'Get back' de Peter Jackson para hacer una versión más compacta y más ácida. En todo caso, las idas y vueltas, las versiones, los puntos de vista no tienen que ver solo con el documental. El propio disco, producido en ultima instancia por el barroco Phil Spector, que hizo y deshizo sin consultar con los músicos, acabó con los nervios de McCartney, quien no paró hasta sacar, décadas más tarde, una versión 'naked' del disco, desnuda de gran parte de la orquestación incluida por Spector.
Como sea, estamos ante una nueva oportunidad de ver una película que nadie quería rescatar hasta que no tuviera una versión luminosa con la que ser contrastada. A fin de cuentas, nos encontramos ante el reality show más célebre de la historia de la música. Fanservice para beatlemaniacos.