Jesús Calleja: "Gestiono bien el riesgo; sé dónde está la línea que te mata"
Ha estrenado una nueva temporada de 'Volando voy', donde recorre pueblos de España que no suelen verse en los medios
En esta entrevista comparte sus reflexiones sobre el paso del tiempo, las nuevas generaciones y el mayor miedo de un aventurero
"Tengo que entrenar tres veces más que cuando tenía 20, pero hago las mismas cosas"
Los personajes televisivos suelen cambiar de energía cuando se apaga la cámara. Como si en la exhalación después del "corte", cambiaran de alma, de ritmo cardíaco o de temperatura corporal. Como si los desenchufaran. Pero a Jesús Calleja eso no le pasa. Está igual de entusiasmado delante y detrás de cámara. Cuando camina por los pasillos de Mediaset, cuando se maquilla, cuando conversa con productores y colegas. Está contento. "He sido muy feliz", dice en varias partes de esta entrevista con Uppers.es. Y aunque ha viajado y ha tenido la oportunidad de ver las distintas caras que tiene el mundo en que vivimos, las más duras, áridas, inciertas, las más bellas, cálidas y armónicas, conserva un optimismo contagioso. Algo que escasea en estos tiempos de selfies, desasosiego, ansiedad y lágrimas en directo.
Y no es que Calleja no llore. Llora. De hecho se emocionó en el primer capítulo del regreso de 'Volando voy', el programa con el que recorre en helicóptero pueblos de España y que ya cumple diez temporadas en antena. "Lloré como una magdalena pero también reí muchísimo", nos ha contado. De nuevo el entusiasmo: llora con entusiasmo y ríe con entusiasmo. También se enoja con entusiasmo y entusiasma con entusiasmo. Sobre todo a los más jóvenes, a los que quiere inspirar a pensar "la edad como un número".
-¿Qué le dirías a la llamada "generación de cristal"?
-Yo los entiendo. Voy a hacer en abril los 60 años, me crié en otra generación. Donde tenías que ser un tipo fuerte porque sino te pegaba el que venía por detrás y encima si te habían pegado llegabas a casa y te pegaban en casa. Una atrocidad. Entiendo que eso ha cambiado pero me gustaría decirles que la fortaleza de nuestro cuerpo no tiene límites. Es tan abrumador todo lo que podemos hacer solo con la actitud... Es muy estimulante. Yo peso 58 kilos y me propuse escalar las montañas más altas de todos los continentes. O escalar el Everest solo con un sherpa. Hice cosas que si me ves pensarías que es inviable, que tendría que ser un tipo más fortachón, pero no es necesario. Ten la cabeza bien amoblada, focalízate, entrénate, prepárate y serás capaz de hacer cosas extraordinarias. Compito contra mí mismo. Todo es posible y la edad es solo un número que tu lo sitúas en la escala de edad que quieras. Yo ahora mismo necesito entrenar tres veces más que cuando tenía 20 años pero te aseguro que hago lo mismo que cuando tenía 20 años. Todo es la actitud que pongamos.
El mayor miedo de un aventurero: "La muerte"
Uno podría pensar que alguien que arriesga su vida a través de deportes extremos no le teme a la muerte. Una persona que se expone a avalanchas (ha escalado el Everest y otros picos del mundo), a la velocidad (ha corrido rallys como el Dakar), que se ha acercado a volcanes en erupción, que pilota un helicóptero y tantas cosas más que a otros les darían terror, debería estar ya entregado a la idea de la muerte. Prejuicios. En el caso de Jesús Calleja ocurre todo lo contrario. Asegura que no le teme al paso del tiempo, que le encanta cumplir años porque cada año le trae "nuevos desafíos". Jesús Calleja tiene miedo de morir: "La muerte me fastidia porque me lo estoy pasando tan bien y sé que es algo inexorable. A veces pienso, por qué no habrá algún avance científico o algo que nos haga vivir más años".
¿Cómo hace todo lo que hace teniendo miedo a morir? "Gestiono bien el riesgo", responde. "Yo sé dónde está la línea que te mata. Y puedo decir con orgullo que cuando he sido guía de montaña no ha habido jamás un accidente. La casualidad no existe. Somos lo que somos porque nos lo creamos. Gestionar el riesgo ha sido una obsesión que he tenido desde siempre".
Ser padre y abuelo en una familia multicultural
Hace muchos años, Jesús adoptó a su hijo Ganesh en Nepal. El niño, que entonces tenía 7 años, ahora se acerca a los 40, está en pareja con una mujer de León y han tenido un hijo. Además, Ganesh pidió a su padre que adoptara a su hermana y a un amigo. Ahora forman una gran familia "que no sigue un patrón convencional", en sus propias palabras. La multiculturalidad que vive en su casa le ha llevado a levantar la voz en contra de los mensajes anti-inmigración. En esta entrevista ha sido claro: "Me preocupa que vivamos unos tiempos convulsos en los que pensamos que la gente inmigrante viene a hacer el mal, a quitarnos el trabajo, cuando en verdad, menos mal que están".
Para Calleja, hablar de esto no es "hablar de política" sino de "humanidad": "Es importante que entendamos que somos iguales, tenemos los mismos cromosomas. No podemos prejuzgarnos por un país, por una religión, por una condición sexual". Además, defiende el lugar desde el cual se pronuncia: "A mí no me lo han contado, yo he visto. Yo viajo por el mundo, veo la realidad del mundo. Dile tú a un chico de África que quiere tener un futuro y ha nacido en un país que está en conflicto, en guerra, o que es gay y en su país lo meterán en la cárcel si simplemente sospechan que es gay. ¿Tu qué haces? Intentarás irte a otro sitio. Pongámonos al menos en esa perspectiva: nadie se va de su país porque está bien".
La felicidad es llamar a sus padres todos los días
Sobre lo que ha aprendido en sus viajes de la idea de la felicidad, Calleja explica que la encuentra en sus seres queridos. Según nos ha contado, no hay un solo día en que no llame por teléfono a su mamá, que hable con su familia. Su segunda prioridad son sus amigos. Y por último, la naturaleza, vivir en el pueblo, algo que ha transmitido a sus hijos.
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