"Sentimos el comienzo de una nueva era": seis uppers recuerdan la llegada del hombre a la Luna
El 20 de julio de 1969, el Apolo 11 llegaba a la Luna. Un hito que marcó a los niños y adolescentes de la generación del 'baby boom'. Así recuerdan este hito que vivieron frente a los televisores en blanco y negro y en familia 51 años después.
51 años han transcurrido desde que el 20 de julio de 1969 Neil Amstrong posara por primera vez el pie en la Luna. Ya se sabe: un pequeño paso para él pero "un gran paso para la humanidad" que se retransmitió en directo con las limitaciones propias del momento. En España eran pocas las casas con televisores y las imágenes llegaban en un precario blanco y negro, pero eso no impidió que multitud de familias se las apañaran para vivir lo que ya se sabía histórico. Un hecho insólito que se empezaba a emitir a las 6:10 horas de la mañana en Televisión Española y quedó grabado en la memoria de los niños y adolescentes de la generación del baby boom, quienes hoy recuerdan cómo aquella vivencia les cambio la vida.
Entre el sueño, la aspiración y la nostalgia, recogemos los testimonios de varios de estos uppers que lo vivieron en directo con motivo del aniversario.
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Miguel, 63: "Mi abuela decía que éramos unos ilusos"
"Nos despertamos de madrugada porque se emitió fuera del horario normal de televisión. Yo tendría unos 13 años. Recuerdo que veíamos unas imágenes muy borrosas, casi fantasmagóricas, y me acuerdo de la imagen de Armstrong bajando por las escaleras del módulo de la nave. Mi abuela no se lo creyó, ni siquiera se levantó a verlo. A la mañana siguiente nos dijo que éramos unos ilusos: ella lo veía como un simple programa de televisión, como un invento de los americanos. Dijo que nos estaban tomando el pelo. Nosotros, los niños, estábamos fascinados por la épica del viaje; nuestros padres, asombrados por la proeza técnica; pero los más mayores estaban entre la indiferencia y la incredulidad. Se reían de nosotros, nos llamaban ilusos".
José Antonio, 60: "No sabíamos qué se iban a encontrar cuando bajaran"
"Los recuerdos que tengo de aquel día son recuerdos en blanco y negro. Como nunca habíamos visto nada de en color en la pantalla, era muy difícil ponérselo con la imaginación. La imagen que tengo en la mente es de algo muy oscuro: del fondo del cielo, del firmamento y con una expectación enorme. Aunque siempre se había dicho que en la Luna no había habitantes, no sabíamos lo que se iban a encontrar los astronautas cuando bajaran.
También se hablaba de los mares de la luna, que no existían en nuestro concepto de mares. No sabíamos si allí había vida o no. Pero lo más importante fue sentir que algo nuevo podría ocurrir en la historia, era una cambio, un avance; haber salido de la atmósfera terrestre para salir a otro sitio. Eso suponía avances en la tecnología y en la ciencia en general. Recuerdo, como era propio de esa época, que los padres se ponían muy nerviosos con estos acontecimientos. Mi padre nos mandaba a callar continuamente para escuchar lo que estaba pasando a través de la televisión esperando que saltara una gran noticia, cuando la gran noticia era realmente que el hombre había puesto el pie en la Luna".
María Esther, 64: "Era el comienzo de una nueva era"
"Estaba en plena adolescencia, vivía con mis padres en una casa en el casco histórico de Toledo, en el barrio judío. En ese momento tenía 13 años y mi hermano 18. Aquel 20 de julio mi casa se llenó de gente, vinieron muchos vecinos que no tenían televisor. Estábamos todos muy emocionados esperando el acontecimiento. En mi salón no cabía ni una persona más. Estaban unos sentados en los sofás, otros de pie y los niños todos en el suelo. Era como si Neil fuera uno más de la familia. Fue uno de los grandes acontecimientos del año, tan importante como Navidad ¡o incluso como mi cumpleaños!
En el momento en el que pisamos la luna todos rompimos a aplaudir, nos abrazamos, era el comienzo de una nueva era o, al menos, eso pensábamos. Recuerdo perfectamente las conversaciones de aquel día, los adultos especulaban sobre si habría vida, si en unos años podríamos viajar todos allí, yo no podía pestañear. Me sabía los nombres de todos los astronautas de memoria, ese día creo que todos los niños del mundo teníamos claro que queríamos ser uno de ellos cuando creciésemos".
Alfonso, 58: "Ocurrió lo impensable: nos quedamos callados mirando la tele"
"Somos cinco hermanos y apenas nos llevamos dos años de diferencia. En casa estábamos siempre liando alguna gorda. Ahora pienso en mis padres y alucino con su paciencia. Pero el día en que llegamos a la Luna ocurrió algo muy raro: nos quedamos callados un buen rato mirando la tele que mis padres acaban de comprar. Lo recuerdo como algo casi irreal. Mi padre pidiéndonos que miráramos la tele porque era algo histórico y yo sin entender mucho pero mirando. Lo que más me llamó la atención era no estar haciendo nada con mis hermanos. Solo mirar".
Rosa, 57: "Pensé que de mayores seríamos capaces de cualquier cosa"
"Era tan pequeña que aquello me parecía como un sueño, un cuento, algo onírico e increíble. Lo vimos en el telediario toda la familia reunida delante de la tele. Como entonces apenas se viajaba -yo solo había estado en Santander- y aquello ocurría desde otro país, me dio la sensación de que en España íbamos por detrás y que en otros países iban más avanzados. Pero aun así, pensé que íbamos a ser capaces de lo que quisiéramos cuando fuéramos mayores, porque si se había conseguido algo tan imposible como llegar a la Luna pues cualquier cosa podría ser alcanzable".
Margarita, 59: "No lo entendía pero sentía que debía ser muy importante"
"Estaba en casa de mi abuela. Mi hermano acababa de nacer y, como vivíamos cerca, mi madre me aparcó con mi abuela y mis dos tías para poder estar solo pendiente del bebé. Para mi abuela y mis tías era su princesa, me daban todos los caprichos y me reían todas las gracias, no podía estar en mejor sitio. Recuerdo que ese día hacía mucho calor y me gustaba sentarme y hasta tirarme en el suelo porque estaba más fresquito. También recuerdo a un señor joven con flequillo que me parecía súper moderno. Luego supe que era Jesús Hermida y se convirtió en uno más de la casa.
Así lo viví yo: mi abuela y mis tías mirando la tele, yo en el suelo, un señor que hablaba muy bien por la tele y unas imágenes en blanco y negro borrosas. No sabía exactamente qué representaba eso, pero por la atención que había en casa de mi abuela, debía ser muy importante.