En España no estamos preparados para hacernos viejos: así es el índice que lo mide mundialmente
Senior Economy Tracker (SET): solo destacamos en la dimensión demográfica, la que indica la esperanza de vida con salud y la proporción de mayores en la población
Estamos por detrás de los países más desarrollados de Europa, y muy lejos de los nórdicos, que encabezan el ranking
Para los autores del estudio, la longevidad no tiene por qué ser una carga, sino una oportunidad
España está mal preparada para el envejecimiento. Viajamos en el furgón de cola junto a los países menos desarrollados de la Unión Europea según el Senior Economy Tracker (SET) 2024, un nuevo índice desarrollado por investigadores de la Universidad Pontificia de Comillas en colaboración con el centro de investigación Ageingnomics.
El SET analiza cuatro dimensiones clave –demográfica, institucional, macroeconómica e individual– para ofrecer una visión de cómo los países están gestionando el reto de la longevidad. Este índice tiene en cuenta la proporción de personas mayores en la sociedad, la capacidad de las instituciones para apoyar el envejecimiento saludable, la inclusión económica de las personas mayores en el mercado laboral y la calidad de vida global de esta población de la Europa de los 27.
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Lejos de los mejores
España se sitúa en la posición 13, por delante del pelotón de países menos desarrollados como Eslovenia, Estonia, Grecia, República Checa, Hungría, Lituania, Letonia, Polonia, Eslovaquia, Bulgaria, Rumanía y Croacia.
Están mejor preparados que nosotros para afrontar el envejecimiento Portugal, Italia, Bélgica, Francia, Irlanda, Alemania, Reino Unido, Luxemburgo, Austria, Finlandia, Suecia, Países Bajos, Noruega y Dinamarca, que encabeza la clasificación.
Pese a que la media global no es buena, sí estamos bien situados en algunas categorías, por ejemplo, en la dimensión social, que mide la edad media, la esperanza de vida con salud, o la proporción de mayores de 55 años con respecto al resto de la población. En esta dimensión estamos en 2ª posición, tan solo por detrás de Italia. Pero no es un dato para alegrarse ya que este indicador está asociado a la potencial presión del envejecimiento poblacional en los sistemas de sanidad, las finanzas públicas y la equidad intergeneracional.
En el resto de las categorías necesitamos mejorar si queremos estar a la altura de nuestros vecinos más desarrollados. Estamos mal en la dimensión institucional, que mide temas tan importantes como la sanidad y las pensiones. El índice alerta de que necesitaremos cambiar en este ámbito si queremos estar a la altura del reto que plantea la longevidad. En esta dimensión estamos en el puesto 14 de 27.
Malos resultados
En cuanto al reto económico también estamos con los países menos desarrollados en este sentido. Este apartado mide nuestros niveles de consumo, así como nuestras vidas laborales y permanencia en el mercado de trabajo. En esta categoría también nos situamos en el puesto 14 de 27.
Por último, el nivel de análisis individual muestra las circunstancias y comportamientos personales que promueven, limitan o condicionan el bienestar de los mayores. Entre ellos se encuentra la participación en la sociedad, la seguridad financiera y el envejecimiento saludable y activo. Aquí descendemos hasta la posición 16 del ranking.
Si vemos el resto de los países, Dinamarca, Países Bajos y Noruega lideran, respectivamente, las dimensiones institucional, macroeconómica e individual. En el análisis por categorías, destaca el liderazgo de Dinamarca y Luxemburgo en “Pensiones y protección laboral” y el de Reino Unido en “Sanidad y protección social”. En la dimensión macroeconómica, los mejores países son Irlanda y Países Bajos en “Mercado de Trabajo silver” y Luxemburgo y Noruega en “Mercado de bienes y servicios silver”. En cuanto a las categorías en la dimensión individual, Noruega lidera la “Seguridad financiera”, en tanto que Suecia la “Vida saludable y activa” y la “Participación en la sociedad”.
Oportunidad
Para los autores del estudio la longevidad no tiene por qué ser una carga, sino una oportunidad, e introducen el concepto de dividendo de la longevidad, que hace referencia a los beneficios económicos y sociales que pueden obtenerse si las sociedades consiguen maximizar las contribuciones de las personas mayores, no sólo como consumidores sino también como trabajadores, mentores y voluntarios.
Según los investigadores, promover un envejecimiento activo y saludable podría transformar lo que actualmente vemos como un costo en una fuente de crecimiento económico y bienestar social.
Sin embargo, para que este dividendo sea posible, se requiere un esfuerzo coordinado entre gobiernos, empresas y personas. Los países que encabezan la clasificación del SET han demostrado que es fundamental promover la formación continua, adaptar los lugares de trabajo para incluir a los trabajadores de mayor edad y fomentar hábitos saludables desde edades tempranas.