Medidas anticrisis: así es el bar español que cobra 1,50 euros a los clientes que no consuman nada
El dueño del establecimiento, un coctelero con distintos premios nacionales en su currículum, quiere que el negocio sea rentable y viable
Lo que se persigue es animar a consumir y hacer entender a los clientes que su estancia implica un gasto
Los buffets libres, el gran atracón
Cuando parecía que los negocios de restauración empezaban a remontar tras la pandemia, llegó la subida de la luz y de los productos de alimentación y las bebidas. Los hosteleros han tenido que repensar sus negocios para que sigan siendo rentables. En Uppers vamos a contar qué bar cobra 1,50 euros a los clientes que no consumen nada. Se trata de la coctelería La Solía que regenta Oscar Solana, cuatro veces campeón de España de coctelería. El establecimiento se encuentra en el pueblo cántabro de Liaño a 15 minutos en coche de Santander cuando se bordea su bahía y la ría dirección sur.
En el interior de la coctelería un cartel informa a los clientes de que la no consumición tiene un coste de 1,50 euros, lo mismo que en el QR de la carta. Los camareros también indican a los clientes del desembolso que tendrán que hacer si no consumen. Los niños en este caso no cuentan, no es necesario que consuman ni se les cobra por la estancia.
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Oscar Solana pretendía mantener su local abierto. La experiencia le había dejado claro que a lo largo de la jornada en demasiadas ocasiones distintas personas permanecían en su local mucho tiempo sin tonar nada, grupos de seis personas donde solo consumen cuatro, pero ocupaban dos mesas mientas otros clientes hacían cola en la calle. Aquel cliente que no toma nada está ocupando una silla y un espacio en el local. También sucedía que a última hora de la jornada, casi antes de cerrar, aparecían varias personas, se sentaban pero sólo pedían una consumición dos o tres. Es lógico que con ese consumo tan mínimo nunca compensa las horas extras del personal ni mantener el local abierto.
Una solución para hacer rentable el negocio
La solución que este coctelero decidió aplicar pronto generó alguna protesta o discusión, pero lo habitual es que se entienda de modo que en vez de abonar ese coste estándar el cliente se pide un café y lo paga. Iniciativas parecidas se han empezado a utilizar en muchos otros restaurantes donde al reservar se solicita una tarjeta de crédito de modo que si los comensales no acuden a la cita se les cobra una cantidad además de darles un margen de tiempo suficiente como para anular sin penalización. Lo cierto es que los hosteleros no se pueden permitir el lujo de encontrarse con mesas vacías porque no se han presentado los que las habían reservado o con personas que no consumen, pero ocupan un espacio y permanecen mucho tiempo en el local. Sus facturas de los suministros se han triplicado al igual que han aumentado de precio las bebidas y toda la alimentación.
Según declara en otras publicaciones Óscar Solana solo pide un poco de educación y de respeto por su trabajo y el de los camareros. En un principio la pérdida que generan esos clientes que no consumen se compensa con el gasto que realizan el resto del grupo. Sin embargo, no siempre es así y se dan situaciones insostenibles cuando es necesario seguir limpiando el local, climatizándolo, pagar el alquiler, la luz, las nóminas y a los proveedores. El mismo Solana explica como ejemplo que la situación es idéntica a pretender entrar en una sala de cine a ver una película compartiendo la butaca.
Al final, cuando se pide la cuenta en La Solía, el ticket refleja todas las consumiciones incluyendo ese concepto de no consumición para que quede registrado ante Hacienda. Solana destaca que "hay que dignificar la profesión y conseguir que la gente entienda que hay profesionales trabajando".