En casa no somos roñosos, al contrario, pecamos de hospitalarios. Esa generosidad se ha transformado radicalmente en lo relativo a los suministros básicos como el agua. Entre otros cambios, los baños relajantes pasaron a la historia. El problema es que las duchas se pueden alargar demasiado dejando correr el agua en exceso. En Uppers hemos formulado a distintos expertos la pregunta clave: ¿Cuánto tiempo exacto debe durar tu ducha diaria?
Con la respuesta en una mano y el cronómetro en la otra tenemos la solución a cómo ahorrar agua en la ducha. El agua es un bien preciado y aunque no alcanza el precio desorbitado actual de la luz hay muchas variables que juegan en contra; la desertización de los territorios, la deforestación de bosques y selvas en todo el mundo o la revolución climática con lluvias que no son suficientes para llenar pantanos.
Según el Instituto Nacional de Estadística el consumo de agua en las casas españolas para fregar, ducharse o lavar la ropa se ha reducido a lo largo de 20 años. En 2001 cada habitante utilizaba una media de 165 litros al día pero en 2020 gastó 133 litros diarios, lo que significa que el consumo se ha rebajado en 32 litros en 20 años. Claramente, las campañas de concienciación ciudadana para el ahorro de agua han ido dejando huella en la población.
Cerrar el grifo mientras dura el cepillado de los dientes, poner el lavavajillas sin aclarar platos y cacharros en vez de fregar; utilizar reductores de caudal en los grifos; reparar aquellos mecanismos que gotean; apostar por electrodomésticos de bajo consumo; instalar cisternas con doble vertido; o recoger el agua para fregar o regar a la espera de que salga caliente. Estas son algunas de las iniciativas a las que las familias se han ido acostumbrando tras tomar conciencia de que el agua no es eterna.
Estos datos forman parte de la última Estadística sobre el Suministro y Saneamiento del Agua. Las cifras son de 2020 pero se hicieron públicas en verano de 2022. Hay un punto a considerar y es que ese consumo medio de agua por habitante y día de 133 litros es el mismo que el anotado en 2018. Es positivo que no haya subido pero tal vez desvela que la población se ha relajado teniendo en cuenta que el objetivo sigue siendo reducir el gasto. Precisamente, las cifras de esta estadística ponen sobre la mesa que no todos están haciendo los deberes por igual. Según el tipo de usuario, el consumo doméstico creció un 0,9%, al contrario que el consumo por parte de los sectores económicos que disminuyó un 2,1% y que el municipal que se rebajó un 5,9%.
Volviendo a la ducha, es evidente que debe suprimirse como espacio de relajación, momento para dejar volar la imaginación o tiempo de ensayo para el cante. Cada segundo que pasa el agua se derrocha por el sumidero cuando se podía estar usando para el resto de necesidades. Fuentes del Canal de Isabel II, la compañía pública que se ocupa en la Comunidad de Madrid del ciclo integral del agua, apuntan que los españoles gastan una media 95 litros de agua en una ducha de diez minutos. Además, el simple acto de dejar correr el agua hasta que sale caliente antes de meterse bajo la alcachofa supone una pérdida de ocho litros.
El objetivo es reducir ese consumo a menos de la mitad, lo que significa que las duchas deberían suponer un gasto máximo de 45 litros. Las posibilidades para cumplir este objetivo son dos: ducharse en cinco minutos en vez de en diez o tardar los mismos diez minutos, pero a cambio cerrar el grifo mientras se enjabona el cuerpo. Además, cambiar el hábito no solo rebaja el gasto de agua, sino que disminuye el gasto energético que implica calentarla. De este modo además de ahorrar en el consumo de los suministros básicos del hogar se reduce la huella medioambiental.
Incluso los dermatólogos subrayan que con cinco minutos de ducha es suficiente para el aseo diario del cuerpo. Apuntan que lo único que se consigue con superar ese tiempo es provocar una pérdida de agua transepidérmica. A simple vista, las yemas de los dedos se arrugan tras permanecer demasiado rato en remojo. Por otra parte, aconsejan el uso de agua templada porque la caliente genera una vasodilatación de los vasos con inflamación y picores en aquellas personas de pieles sensibles.
La recomendación por tanto es ducharse con agua templada durante cinco minutos como máximo, cerrar el grifo para enjabonarse y aprovechar el agua hasta que salga caliente. De este modo se reduce el gasto de agua y de luz para calentarla, se contribuye a la protección del medio ambiente y se rebaja el nivel de estrés hídrico, es decir, la extracción de agua dulce en proporción a los recursos disponibles.