Estos son los bancos de tiempo que mejor funcionan en España: qué puedes aportar y conseguir
En los bancos de tiempo cada persona tiene una cuenta donde deposita las horas que recibe por los servicios que da a los demás
El capital en tiempo se puede acumular, intercambiar por otros servicios o donarlo a otras personas
Para Amalia Fernández-Cárcamo supuso una alternativa para una situación económica apurada tras la jubilación
Amalia Fernández-Cárcamo lleva tres años haciendo de jurado en el concurso de play back de las fiestas del barrio de la Victoria en Valladolid. No cobra dinero por ello, pero sí gana tiempo. Desde 2021 forma parte del banco de tiempo de la capital pucelana. “Sí, me apunté en el ayuntamiento y me ofrecieron hacer de jurado de este concurso a cambio de 320 minutos. No es que sea una experta en música, pero tengo buen oído. Hasta ahora no había pedido ninguna contraprestación, pero este año vi que había un chico que ofrecía desarrollar páginas web, y me viene de maravilla para un proyecto que tengo en mente. Me cuesta 600 minutos”, explica a Uppers Amalia.
Qué son
MÁS
De esta forma tan sencilla Amalia ha conseguido tener una web para su proyecto sin poner un solo euro. Así funcionan los bancos de tiempo. Tú realizas una actividad que demanda la comunidad, y acumulas tiempo para conseguir que alguien de la comunidad haga algo que te pueda interesar. “Se llaman bancos porque siguen el esquema bancario. Cada persona tiene una cuenta que es donde deposita las horas que recibe por los servicios que da a los demás. Y viceversa. Se pueden utilizar esas cuentas para realizar cobros y pagos, exactamente igual que un modelo bancario. Lo único que en nuestro caso la moneda es el tiempo. Una vez registrado, ofreces alguna actividad que puedas realizar. Si alguien de la comunidad requiere tus servicios, cobras el tiempo que has dedicado a realizar esa actividad. Por otra parte, puedes demandar algún servicio de los que se ofrecen, y esperar a que algún integrante del banco de tiempo o de la plataforma de bancos de tiempo, pueda realizarla, a cambio de una cantidad de tiempo acordada”, explica Julio Gisbert, presidente de la Asociación Iberoamericana de Bancos de Tiempo.
Cada hora del banco de tiempo que se ofrece o se recibe equivale exactamente a una hora de tiempo real. Para llevar un control del flujo del banco de horas, las horas intercambiadas quedan registradas en una base de datos en tiempo real. A su vez, las horas de un banco de tiempo se pueden ir ahorrando e incluso regalar a otra persona o grupo, así como donarlas a un fondo común del banco de horas.
Qué puedes ofrecer y conseguir
Amalia encontró un nuevo camino en los bancos de tiempo: “Me acababa de jubilar, mi pensión no daba para mucho y empecé a buscar formas de completar mis ingresos. Di con los bancos de tiempo, y pensé que podía ser una opción. Después de tres años de servicios he visto mi autoestima reforzada, porque puedo seguir generando beneficios para mí y para los demás, sin dinero de por medio”, explica.
“No existen límites para la oferta y demanda de servicios, siempre que se encuentren dentro de la legalidad. Todas las ofertas y demandas están registradas y monitorizadas, para que no se produzcan actividades irregulares. La gente que participa en estos bancos no tiene malas intenciones. Son gente solidaria y generalmente, con un perfil y una trayectoria previa de participación en otras iniciativas sociales, pero se lleva un control de todas las actividades”, asegura Julio Gispert.
“Lo que más se solicita son servicios de atención y cuidado niños y personas mayores, acompañamiento al colegio, a visitas médicas, a gestiones bancarias, a pasear… -explica Julio-, también cuidados personales como peluquería, estética, masajes, gimnasia terapéutica, yoga; hay muchas ofertas de tareas del hogar, cocina, limpieza, costura, planchado, hacer la compra… Por otro lado, se ofrecen muchos servicios de formación: apoyo académico, clases de idiomas, música, jardinería, informática… Y también reparaciones: fontanería, carpintería, soldadura, albañilería, electricidad, pintura… últimamente estamos notando que aumentan el número de ofertas de personas con cierta experiencia y formación que ofrecen consultorías de orientación y asesoramiento en distintos asuntos legales, administrativos, o laborales”, apunta.
Situación en España
El primer banco de tiempo llega a España en el barrio barcelonés de Guinardó, en 1998. En estos años se ha conseguido cierto desarrollo. Actualmente hay cerca de 200 en nuestro país y puedes localizarlos en este el mapa de la Asociación para el Desarrollo de los Bancos de Tiempo.
Hay distintos tipos. Están los comunitarios, promovidos por asociaciones de vecinos, particulares o asambleas, como las surgidas a raíz del 15M. Los hay municipales, impulsados por ayuntamientos, como el de Valladolid, Málaga, Barcelona o Madrid, que los organizan desde sus concejalías de mayores, de jóvenes o de participación ciudadana. Y también están los bancos de tiempo online.
La idea es buena, pero no todo en el monte es orégano. Un estudio de las universidades Rovira y Virgili y Comillas, tras analizar 27 bancos del tiempo diferentes, concluye que no hay un modelo generalizado de gestión y funcionamiento de estas iniciativas, ya que recaen en personas del barrio que se organizan de maneras muy diversas, ofrecen servicios íntimamente ligados a las personas que participan en ellas, valoran las horas y el tiempo de diferentes maneras, controlan los intercambios utilizando distintos sistemas que pueden comprender solo un barrio o toda una ciudad.
Los investigadores detectaron que estos bancos no se crean como un espacio de voluntariado, sino que son mercados donde todos pueden ofrecer y pedir lo que necesiten. De hecho, según Papaoikonomou, una de las investigadoras del estudio “la razón por la que estas entidades nacen es para salir de la idea del voluntariado y del altruismo y hacer que todos los miembros, aunque no tengan recursos económicos, puedan sentir que “pagan” los servicios que reciben, sin que sea un acto de caridad”.
Camino por recorrer
“Los bancos del tiempo todavía están en modo prueba-error”, ya que les falta superar algunos retos, añade la investigadora. Por ejemplo, asegura que es necesario que encuentren la forma para que los usuarios sean más activos y no generen desequilibrios, ya que la pérdida de ilusión provoca que la bolsa de servicios sea inferior y que los usuarios activos reciban negativas y se puedan sentir desmotivados.
Además, la incorporación de la tecnología es un reto importante para la mayoría de los bancos del tiempo, de modo que los usuarios puedan autogestionar a través de internet las peticiones sin intermediarios y con un sistema virtual para controlar el crédito de horas.
La necesaria tecnología
En este sentido Julio Gispert destaca la importancia de Timeoverflow, una aplicación diseñada con código abierto para facilitar la implementación de herramientas tecnológicas de gestión de bancos de tiempo. Actualmente la aplicación agrupa 130 proyectos con cuenta activa con 16.500 participantes, 25.000 ofertas y casi 13.000 demandas publicadas.
Si quieres probar, puedes entrar en esta página y ver los bancos de tiempo activos en la plataforma. Tan solo tienes que registrarte y podrás apuntarte a alguno de los bancos de tiempo activos. Cuanta más gente haya en el banco, más oportunidades tendrás de que tus servicios sean requeridos, o de encontrar a alguien que pueda dar satisfacción a tus demandas.
Los bancos más activos están en Cataluña. En Barcelona hay varios de los que agrupan más personas y están apoyados por el ayuntamiento. También funciona bien el banco de Valladolid, el de Málaga, el de Pontevedra, y el de Ribas Vaciamadrid y Parla en la Comunidad de Madrid.
Mucho más que un banco
Para Amalia la experiencia está siendo buena. “Vivimos en un mundo en que si no tienes dinero parece que no eres nada. Y no es así. Si nos diéramos cuenta de todo lo que podemos ofrecer a los demás, de todo lo que podemos intercambiar con otros, veríamos que somos ricos, utilizando la divisa tiempo y sin necesidad de dinero.
Me gustaría que estas iniciativas fueran mucho más comunes, y que las administraciones apoyaran estos bancos de tiempo, porque son una forma de seguir contribuyendo, más allá del voluntariado, que está muy bien, pero que no todos nos podemos permitir” concluye Amalia.