La factura de la luz lleva meses llevándonos por el camino de la amargura. Desde que el pasado mes de junio comenzaron a aplicarse las nuevas tarifas y la estructura por tramos horarios, el precio de la electricidad ha ido encadenado máximo histórico tras máximo histórico hasta alcanzar cifras astronómicas de más de 200 euros por megavatio hora.
A pesar del plan de choque que el Gobierno lanzó el pasado 14 de septiembre para intentar poner fin a esta descontrolada escalada, el recibo de la luz no se ha abaratado. Según un reciente análisis de FACUA-Consumidores en Acción, el pasado mes de septiembre se ha tenido que pagar, de media, unos 102,71 euros, un 53,8% más que en el mismo mes del año anterior. Es la factura más cara de toda la historia, y una prueba de que las medidas aprobadas, entre las que se incluye una reducción del impuesto especial eléctrico del 5,1% al 0,5% (el mínimo que permite la legislación europa, no han sido, pese a su efecto positivo, suficientes para contrarrestar los continuos incrementos del mercado mayorista.
Ante esta situación, el Ejecutivo ha aprobado un nuevo paquete de medidas para ayudar a las 1,2 millones de familias en situación de vulnerabilidad de cara a los meses de invierno. Este nuevo paquete, que recibirá una partida presupuestaria de 100 millones de euros adicionales, aumentará el descuento en la factura de la luz otorgado por el bono social a los consumidores vulnerables, que pasará del actual 25% a un 60% hasta el 31 de marzo de 2022. En el caso de los consumidores en situaciones más severas, este aumento pasará, a su vez, de un 40% a un 70%.
Mientras las nuevas medidas se ponen en práctica, toca hacer malabares, no vaya a ser que no nos pongamos de la puñalada de finales de mes. Más allá de jugar con las horas y los días en los que ponemos la lavadora o el lavavajillas, existe otro método que puede ayudarnos a reducir nuestro consumo de electricidad: cambiar la potencia de la luz que tenemos contratada en casa para ajustarla a nuestro verdadero consumo.
Este coste aparece tipificado en nuestro recibo como “término de potencia”, y representa un importe fijo que deberemos abonar mes a mes. Cuánto más KW tengamos, más cara será nuestra factura. Por eso, es recomendable que solo tengamos contratado aquello que necesitamos. Ni más ni menos.
Una buena manera de ver si la potencia que tenemos contratada es la adecuada para nuestro hogar es fijarnos en los plomos y, en concreto, en la frecuencia con la que saltan. Si cada vez que enchufamos un par de aparatos nos quedamos sin luz, es más probable que no tengamos contratados suficientes KWs. En cambio, si nunca hemos sufrido uno de estos repentinos apagones, lo más seguro es que tengamos potencia más que de sobra y que estemos pagando por algo que, realmente, no necesitamos.
En caso de que queramos reducir la potencia de luz que tenemos contratada, lo primero que debemos hacer es localizar nuestra última factura de luz. Una vez hayamos hecho esto, deberemos ponernos en contacto con la comercializadora con la que tengamos contratado el suministro y solicitarles una reducción.
Para llevar a cabo este proceso, deberemos darle a nuestra comercializadora el nombre del titular del suministro, la potencia que queremos rebajar, nuestra cuenta bancaria y el Código Universal del Punto de Suministro (CUPS), una clave de 20 o 22 dígitos alfanuméricos cuyos primeros números señalan la distribuidora de la zona.
Una vez hayamos aportado estos datos, la compañía se pondrá en contacto con la empresa distribuidora de nuestra zona, que enviará a un técnico a nuestro hogar para hacer el cambio. Este proceso suele tardar entre quince y veinte días y tiene un coste de aproximadamente nueve euros que representa el precio de los derechos de enganche. En caso de que queramos aumentar la potencia que tenemos contratada, el proceso será el mismo, pero el coste subirá hasta los 46 euros, sumando el precio de los derechos de extensión, de acceso y de enganche, que deberemos abonar de manera obligatoria.