¿Cuál es la diferencia entre el Día de Todos los Santos y el Día de los Difuntos?
Noviembre es el mes que evoca la memoria de nuestros seres queridos, por ello queremos contarte cuáles son las diferencias entre el Día de todos los Santos y el Día de los Muertos.
El Día de Todos los Santos permite a los fieles católicos honrar a los santos y mártires que han fallecido.
La Conmemoración del Día de los Muertos, conocida como el Día de los Fieles Difuntos, es una celebración cristiana que tiene lugar el día 2 de noviembre, cuyo objetivo es rezar por aquellos fieles que han acabado su vida terrena.
Noviembre ya está aquí. Un mes que comenzamos con el recuerdo de la muerte de nuestros difuntos. Aunque de hecho el mes comienza, no con la conmemoración de los fieles difuntos, que es el día 2, sino con la gozosa celebración de todos los santos, el día 1. Es decir, que anteponemos la vida a la muerte.
Con un solo día de diferencia, es muy común, en nuestro país, confundir el Día de Todos los Santos con el Día de los Fieles Difuntos, ni que decir tiene mezclarlo con el Día de Muertos o las festividades cada vez más presentes como Halloween. ¿En qué se parecen y cuáles son sus diferencias? Y más, ¿cómo es la enriquecedora variedad de ritos, ceremonias y festejos que emanan de ellas, conmemorando estas dos festividades de diferentes formas y costumbres, a lo largo y ancho del planeta?
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Día de Todos los Santos
Es una celebración mayormente cristiana, celebrada como festivo nacional en España y muchos otros países históricamente cristianos. La celebración litúrgica cristiana suele comenzar en la víspera del 1 de noviembre y finaliza con el día. El catolicismo conmemora este día a Todos los Santos que están en el cielo, aquellos que fueron canonizados y los que “no” (aquellos que no tienen una fiesta concreta en el año). Todos los cristianos son llamados a rezar para recordar la muerte y resurrección de Jesucristo, permaneciendo vivas las creencias de la muerte y la resurrección para todos los cristianos.
Entre las costumbres más arraigadas más allá de la religión, destacan las visitas masivas a los lugares de descanso de los seres queridos que han partido. Engalanar los cementerios, donde la flor favorita y predominante suelen ser los crisantemos por su vinculación con la eternidad. Y las costumbres culinarias como cocinar y disfrutar los denominados Buñuelos de Viento o Huesos de Santo, realizar castañadas o magostos, entre una variedad de diferentes dulces típicos propios de esta festividad.
Día de fieles difuntos
La fiesta de los difuntos propiamente dicha está enfocada al rezo por los difuntos. Aquellos cristianos bautizados, que se cree están en el purgatorio debido a sus culpas y pecados menores, según la doctrina católica, son ayudados a limpiar su alma a través de las oraciones de los fieles en la tierra. Representa una forma de pedir indulgencia por aquellos que se fueron sin poder hacerlo.
Son habituales las celebraciones de misas en su recuerdo y que diferentes personas se junten para rezar el rosario por todos ellos. La doctrina católica sostiene que las oraciones de los fieles en la tierra ayudarán a limpiar estas almas a fin de adaptarlas a la visión de Dios en el cielo, y el día está dedicado a la oración y al recuerdo. Se suelen celebrar misas, y muchas personas visitan y a veces decoran las tumbas de sus seres queridos.
Principales diferencias
La solemnidad de Todos los Santos como la conmemoración de los Difuntos, son dos celebraciones que recogen en sí, de un modo especial, la fe en la vida eterna. Y aunque estos dos días nos ponen delante de los ojos lo ineludible de la muerte, dan, al mismo tiempo, un testimonio de la vida.
La festividad de Todos los Santos pone ante los ojos de nuestra fe a todos aquellos que han alcanzado la plenitud de su llamada a la unión con Dios. Mientras que el día que conmemora los Difuntos hace converger nuestros pensamientos hacia aquellos que, dejado este mundo, esperan alcanzar en la expiación la plenitud de amor que pide la unión con Dios.
Se trata de dos fechas grandes para la Iglesia que, de algún modo, "prolonga su vida" en sus santos y también en todos aquellos que por medio del servicio a la verdad y el amor se están preparando a esta vida. Por esto, la Iglesia, en los primeros días de noviembre, se une de modo particular a su Redentor que, por medio de su muerte y resurrección, nos ha introducido en la realidad misma de esta vida.
¿Y Halloween...?
Vamos a finalizar con una breve reseña a la vistosa celebración de Halloween. Esta celebración pagana de origen celta marcaba el fin de año el día 31 de octubre. Este calendario señalizaba así el inicio de los días más cortos y las noches más largas, a la vez que celebraban el fin de la cosecha.
Como no, la vinculación con la muerte existe, ya que para los celtas este día significaba el fin de la muerte o el inicio de una nueva vida. La noche del 31 de octubre realizaban rituales de carácter purificador. Entre sus costumbres destacaba dejar ofrendas y dulces a los muertos, así como encender velas que ayudaran a guiarlos en su camino al más allá.
El auge del catolicismo influyó en que se cristianizara esta fiesta, denominándola víspera de Todos los Santos, cuya traducción al inglés “All Hallow´s Eve” derivó en lo que hoy conocemos como Halloween. Sin duda, una de las noches preferidas por los más pequeños, donde los disfraces, dulces y las distintas variaciones del “truco o trato” hacen las delicias y llenan de aventuras las mentes de los más traviesos de la casa.