"Vivíamos en un tercer piso sin ascensor y aunque estamos bien, veíamos que cada vez bajábamos y subíamos peor las escaleras. Los años no pasan en balde", comenta Luisa. Ella y su marido Pedro, de 76 y 78 años, son un ejemplo de quienes han optado por instalarse en una residencia como forma de vida. Es decir, no siempre hay que esperar hasta que el momento vital sea crítico.
Hace un par de años decidieron, animados también por sus hijos, abandonar su hogar, que por los impedimentos físicos aumentaba su aislamiento y sedentarismo, e ingresar en un centro para la tercera edad. Pedro afirma que su vida ha mejorado desde que están en la residencia, porque "ahora hacemos actividades, hablamos con personas de nuestra edad. Estamos más activos". Preguntamos a expertos en qué te tienes que fijar para elegir bien la ideal para ellos.
España es uno de los países donde su población alcanza edades más avanzadas. La esperanza de vida al nacer se sitúa en los 80,52 años, de los hombres, y los 85,89 años de las mujeres, lo que coloca a nuestro país en el cuarto lugar entre los 100 países con más esperanza de vida del mundo, por detrás de Hong Kong, Japón y Suiza. Una circunstancia que favorece que cada vez más personas decidan instalarse en residencias de la tercera edad donde poder disfrutar de un envejecimiento activo y saludable.
El perfil de las personas que hacen uso de este tipo de instalaciones es variado. A ellas acuden hombres y/o mujeres, de manera individual o en pareja, con hijos o sin ellos, y con edades avanzadas o no. El abanico de alternativas, sean públicas, privadas o concertadas, es amplísimo. Y todas destinadas al alojamiento, alimentación y atención integral de las personas mayores.
Puede parecer una obviedad, pero no lo es. Asegúrate que reciban una atención integral. "Afortunadamente, las residencias de la tercera edad actuales cuentan con servicios de calidad y equipos multidisciplinares adaptados a las necesidades integrales de la persona mayor y su familia. Atienden al mayor desde un punto de vista bio-psico-social permitiéndole la mejor calidad de vida posible en función de la situación basal de cada uno", manifiesta la secretaria de la Sociedad Madrileña de Geriatría y Gerontología (SMGG) y médico geriatra, Adria León García.
José Carlos Millán-Calenti, catedrático de Geriatría de la Universidad de A Coruña y director del Complejo Gerontológico La Milagrosa (A Coruña), asegura que, en generaciones anteriores, posiblemente por un factor socio-cultural, las residencias se veían como centros mal diseñados y con una pésima atención. Pero eso no tiene por qué ser así. "Una imagen que ha variado debido a que los recursos asistenciales están mucho mejor diseñados y, en la mayoría de los casos, cuenta con excelentes profesionales dispensadores de cuidados. Es una cuestión de tiempo que varíe el pensamiento general", explica Millán-Calenti.
Este punto es muy importante. Los expertos aseguran que la decisión de ingresar en una residencia de mayores, ya sea por decisión de las propias personas interesadas o animados por los familiares de las mismas, es un hecho "relevante" en el entorno familiar.
Hay situaciones en las que el cuidado de la persona mayor es difícil de gestionar, bien porque requiere de cuidados adicionales, por la complejidad de sus patologías físicas o cognitivas que presentan un riesgo para él mismo y para su entorno. En estos casos, la doctora León García asegura que "se debe confiar el cuidado de la persona a profesionales que se encarguen de la atención integral, de todas sus necesidades y así evitar llegar a situaciones extremas".
Existen residencias para personas mayores autónomas, donde sus usuarios se valen por sí mismos y no necesitan ayuda en su rutina diaria, pero también 'mixtas' y 'asistidas', especializadas en la atención integral de personas mayores con minusvalías físicas y psíquicas.
No todo son los edificios grandes o medios con habitaciones y un comedor. Hay otras opciones menos convencionales de vivir cuidado en la madurez. Se puede optar por el movimiento 'Green House', que simula la apariencia de una casa para que la persona mayor se sienta como en su propio hogar. Para ello, las instalaciones presentan habitaciones individuales y distintos comedores y amplias salas de estar. La atención del personal es 24 horas.
Si desea un concepto más cercano a un hotel, existe el modelo Hospitality Design, donde la programación y la planificación de las actividades están enfocadas al ocio. Si lo que no quiere es abandonar definitivamente su hogar, puede recurrir al concepto de centro de día con servicios de alojamiento temporal y actividades en horarios específicos.
La persona mayor debe sentirse parte fundamental del proceso de elección. Si es posible, lo ideal es que visitéis juntos las opciones, para que 'sienta' en cuál se encuentra más cómodo/a, tanto en los espacios como con los profesionales.
Yolanda Peregrín Valverde, neuropsicóloga y psicóloga especialista en gerontología lo explica: "es importante tener en cuenta aspectos como su localización, accesibilidad, adaptabilidad, equipo multidisciplinar especializado, realización de un plan de intervención individual revisable, actividades de estimulación física, mental y lúdicas, alimentación, flexibilidad de horarios, así como la participación abierta de residentes y familiares en el día a día del Centro".
Un cambio tan significativo puede verse como un declive o como una oportunidad. Incentiva que se apunten a actividades, tanto físicas como psicomotrices. Es un modo de mantener la soledad a raya y hacer nuevas amistades. Además, esta médica geriatra lo tiene claro: "Ingresar en una residencia no implica que la persona mayor no continúa participando de forma activa en la vida social y familiar".
Uno de los requisitos imprescindibles a la hora de la elección de la residencia es no hacerlo de manera precipitada y dejarse asesorar por el trabajador social sobre los recursos más adecuados para cada situación. Por ello, la doctora León García insiste en que "es muy positivo que la persona visite el centro, hable con los profesionales del mismo e, incluso, con otros residentes".
Es cierto que el mayor porcentaje de usuarios de residencias de la tercera edad son personas, hombres o mujeres, con una edad avanzada. Sin embargo, existen casos, cada vez más frecuentes, como el de Sebastián, de 63 años y soltero, que ha decidido inscribirse en una lista de espera de una residencia para mayores e incorporarse a ella dentro de unos años. "Ahora me encuentro bien, soy independiente, hago la compra, recojo mi casa, me gusta nadar… Soy inquieto, pero dentro de unos años no sé cómo estaré, así que en unos años tengo reservada ya una habitación en un centro de mayores que me permita vivir con tranquilidad, sin dejar de hacer las cosas que me gustan".
Este es uno de los puntos más complicados: no siempre se puede pagar el ideal. Por eso, lo primero que hay que ver es de cuánto dinero disponemos cada mes. Después, hay que investigar qué ayudas hay disponibles en tu región. Y hacer una previsión de gastos a corto, medio y largo plazo.