El fenómeno de los prejubilados, una nueva elite dorada: ¿cómo se prepara el mercado para recibirles?
El método de jubilaciones anticipadas con el que las grandes compañías sanean sus economías está dejando en la calle a una generación joven, a veces adinerada, con mucho tiempo libre y ganas de disfrutar
Germán y Raquel, de 57 años, nos cuentan cómo están planificando esta etapa para cumplir algunos sueños hasta ahora aparcados
Aunque el mercado les espera con una atención cada vez más personalizada, el consultor Juan Carlos Alcaide no es muy optimista: “El grupo que mantiene los mismos ingresos es minoritario, irrelevante”
Germán y Raquel, dos empleados de una compañía energética española, se apuntaron hace un año al plan de bajas voluntarias propuesto por la empresa para reajustar el 15% de su plantilla. En principio la cifra de recortes afectaría a 700 personas, pero la adhesión fue tan alta que subió a 800, ejemplo de un fenómeno que está cambiando el mapa de la jubilación. Con 57 años, una salud excelente, los hijos con un pie dentro y otro fuera del hogar y una vida siguiendo la misma rutina, esta pareja está necesitando idear un buen plan para no acabar chiflados.
La imaginación les llevó a sus años más alocados
"Al principio llenamos la cabeza de pájaros y rescatamos las ideas que ya tuvimos a los 20: dar la vuelta al mundo en velero, emprender un rally con el Seat Panda -que ahora ya exigiría una buena operación de rejuvenecimiento- o montar una corsetería". Este último fue uno de los primeros sueños de Raquel, pero optó por desarrollar la carrera para la que había estudiado, Ingeniería Industrial. Ahí conoció a su esposo y a su Seat Panda, ya en proceso de reparación. Por lo que le pueda llegar.
La vuelta al mundo en velero tendrá que esperar. También se ha desvanecido el sueño de la corsetería, después de hacer un breve análisis de mercado y comprobar que las mujeres prefieren tirar de cualquier gran superficie para comprar ropa interior. Al menos el coche puede que les dé alguna alegría. Lo que tienen claro es que este será el principio de una etapa larga, activa y envidiable. De momento, practican pilates tres días por semana, dan largas caminatas diarias, toman el aperitivo todos los fines de semana con sus colegas también prejubilados y, siempre que hay una buena ocasión, viajan.
A pesar de que la tendencia es atrasar la edad de jubilación y frenar las prejubilaciones para contener el gasto en pensiones, los prejubilados forman un colectivo muy numeroso en algunos sectores, como la banca o las empresas energéticas. Según datos del Banco de España, alrededor del 40% de los trabajadores se jubila antes de alcanzar la edad reglamentaria.
La Seguridad Social señala que el número de empleados que se acogieron a una prejubilación se incrementó en un 66% entre 2014 y 2019. Detrás se hallan expedientes de regulación de empleo (ERE) o planes de rejuvenecimiento de las plantillas. Solo en algunos casos, como el de esta pareja entrevistada, mantienen hasta el 90% de sus sueldos.
Si los ingresos bajan, las expectativas se vienen abajo
El resto a menudo se está viendo abocado al trabajo por cuenta propia. 2020 cerró con casi 15.000 autónomos más mayores de 55 años. Muchos de ellos concentran su actividad en tareas de comunicación, gestoría y asesoría. La edad no es, por tanto, un impedimento para seguir activo planificando y persiguiendo metas y sueños. Es el poder adquisitivo lo que va a marcar si el prejubilado tiene que resignarse a una vida más bien contemplativa o, por el contrario, encuentra en esta etapa la ocasión de cubrir caprichos hasta ahora aparcados.
El mercado se prepara para recibir a esta nueva elite dorada, pero ¿estamos siendo realistas? Juan Carlos Alcaide, consultor y experto en la llamada 'silver economy' (economía plateada) y mercado sénior, no se muestra demasiado optimista: "El grupo que mantiene los mismos ingresos es minoritario, irrelevante, diría. Esta gestión empresarial encubre despidos por causa de edad, asumiendo el discurso de que a los cincuenta y pico de años se está caduco. Lo que hacen es amortizar esos empleos y sustituirlos con gente con menos pericia y peor pagada para que les salgan las cuentas en la era digital". En su opinión, tres becarios cuestan lo mismo que un sénior "y se les explota para que, so pretexto de que les enseñas, den el do de pecho 12 horas diarias".
En lugar de esas vacaciones permanentes y casi paradisíacas que nos dibujan Germán y Raquel, lo que Alcaide prevé es "una gran cantidad de personas sénior que estarán dando tumbos, buscando empleos para llegar al final de su carrera con lo que es necesario cotizar a la Seguridad Social y arriesgando un dinero que les va a hacer falta en proyectos de emprendimiento que saldrán, en general, mal. Porque los hacen a la fuerza y porque la estadística dice que solo tienen éxito un porcentaje bajo".
En estas condiciones, adaptarse a la prejubilación no es fácil. Sin posibilidades económicas, el riesgo de aburrimiento y depresión puede ser alto. Germán y Raquel cuentan que alguno de sus amigos prejubilados ya está gestionando su divorcio al no soportar una convivencia de 24 horas los siete días de la semana. Otros se han alistado al voluntariado para evitar precisamente esto.
El drama que subyace es una práctica edadista
La conclusión de Alcaide es firme: "Vivimos más años y hay que jubilarse más tarde, no queda otra. Hay que generar un discurso social contra la práctica edadista de mandar a la gente a casa porque va acumulando experiencia. Se está dando carta de naturaleza a la idea caduca de que los mayores están mejor en casa. Las prejubilaciones mejoran la cuenta de resultados de las empresas, pero el país se va a al garete. Es un auténtico drama porque se pierden cotizaciones al sistema público de pensiones y se generan nuevos demandantes".
Un estudio del IESE dice que en España el 40% de los prejubilados realiza alguna actividad profesional. Su edad media ronda los 58 años. Los de la banca pueden hacerlo si no entran en competencia desleal con su entidad. La salida más frecuente es el asesoramiento financiero o informático y su figura está muy reclamada, ya que ofrecen una experiencia que no se aprende en ninguna escuela de negocios. Otros prefieren probar el mundo de la bohemia y organizan grupos de teatro, se estrenan con la pintura o viajan sin rumbo fijo aprovechando que el cuerpo todavía aguanta.
Gastan en estética, mejoras en el hogar, viajes y salud
Aunque de forma desigual, el porcentaje de prejubilados ha crecido y teniendo en cuenta que los mayores de 60 años representan ya el 55% del consumo, su impacto va a ser significativo. Gastan en productos sanitarios, pero también en turismo, belleza, estilo de vida, mejoras en el hogar, seguros, domótica, asistencia personal y planificación financiera.
Son sectores que se están beneficiando considerablemente y se renuevan continuamente para mejorar la calidad y dar una atención casi a demanda. También las ciudades se preparan para acoger a este grupo de personas con entornos y estructuras que les permiten adelantarse a un envejecimiento activo y saludable. Teniendo en cuenta la tendencia a trabajar hasta bien entrados los 70, los prejubilados pueden considerarse una elite seguramente irrepetible.