Puede que llegase a ti por una herencia, que en su momento la comprases o que ahora estés pensando en hacerte con ella. Te hablamos de una segunda residencia. Esa casa en tu pueblo, en la playa, en la montaña o en esa ciudad que con cada visita te enamora más. Seguramente durante muchos años no pudiste disfrutarla tanto como te hubiese gustado por el trabajo y las obligaciones del día a día que marcaban tu horario, pero ahora que te has jubilado el tiempo libre es tu rutina, prácticamente nada te amarra para pasarte todo el año en tu residencia habitual, así que a lo mejor es el momento de darte unas vacaciones algo más largas de lo que acostumbrabas o de sacarte un dinero para su mantenimiento.
Eso de irse cada año de vacaciones a un sitio distinto está bien para conocer mundo, pero si tienes una segunda residencia en un lugar diferente al que habitualmente resides y con el tiempo no te has deshecho de ella es por algo. Puede que sea la casa del pueblo donde creciste, y volver allí de vez en cuando te transporta a tu infancia, ves a familiares e incluso a tus amigos del colegio, que con eso de mudarte a la ciudad solo los vuelves a ver en vacaciones.
Pero la mayoría de segundas residencias se encuentran en lugares de veraneo, ya sea en la playa o en la montaña, eso va en los gustos de cada uno. Muchas de esas casas, en lugar de establecerlas en ciudades, se encuentran en localidades más pequeñas, más tranquilas y alejadas del bullicio. Ahora, con tanto tiempo libre, puedes pasar más tiempo en esa casa más allá de los meses de verano, disfrutarla al completo por fin. Dar paseos matutinos por la playa o adentrarte en algún sendero de montaña, vivir en armonía y tranquilidad y respirar aire puro. Sin lugar a dudas es el momento de sacarle todo el partido que durante años no hiciste.
Si aún estás pagando la hipoteca de esa segunda residencia puede que a través de algún alquiler puedas sacarle algo de dinero para pagar las cuotas y los gastos habituales sin que te suponga un gran desembolso de tus ahorros y tu pensión de jubilación. Pero aquí te encontrarás con dos opciones por las que decantarte: el alquiler de larga duración o el vacacional. Todo va a depender de tus preferencias, si realmente quieres seguir disfrutando de esa segunda residencia o con los beneficios que te da crees que es mejor irte a otro destino.
El alquiler de larga duración, aunque depende de los inquilinos, probablemente te dé menos quebraderos de cabeza. Al convertirse en la residencia habitual de las personas a quienes se la alquilas vas a tener que dejar de disfrutar de ella como casa de vacaciones, pero a cambio, te van a llegar unos ingresos extra cada mes. Si llevas veraneando mucho tiempo por la zona en principio no debería serte demasiado complicado encontrar unos inquilinos de confianza que sepas que mantendrán la casa en condiciones. Porque ya sabes que a veces te puedes encontrar sorpresas un tanto desagradables.
Por su parte, existe una segunda opción cada vez más popular en el turismo español: regularla como vivienda de alquiler vacacional. Con este método los inquilinos llegan a tu residencia por un periodo determinado de tiempo a pasar sus vacaciones. Los ingresos van a ser mucho más altos que en los alquileres habituales, pero los riesgos son mayores porque en la mayoría de casos no conoces quién va a estar una semana viviendo en tu hogar y de qué forma va a tratar el mobiliario. La parte positiva es que puedes seguir disfrutando de ella cuando quieras, pues puedes cancelar algunas fechas para que nadie las escoja y así pasar esos días allí.
Una segunda residencia tras la jubilación puede ser la excusa perfecta para huir ciertas temporadas de la ciudad a un ambiente más sosegado y natural en el que relajarte, pues ya no tienes grandes preocupaciones. Pero si lo que quieres es sacarle un beneficio económico tienes dos grandes opciones que se adaptan perfectamente a cuales sean tus circunstancias, solo te quedaría elegir y así tendrás un dinero extra más allá del que recibes por la pensión de jubilación.