Emprendedores a la fuerza, el último (y peligroso) recurso para los mayores de 50 desempleados
El 70% de las compañías creadas por sénior sobreviven más de tres años
La tasa de emprendimiento sénior en España está a la cabeza de Europa
El 60% de las iniciativas son por obligación, más que por vocación
En España el paro de larga duración entre los de 50 a 59 años es del 50% para mujeres y de 41% para hombres. Estos porcentajes aumentan al 67% de las mujeres y al 64% de los hombres de entre 60 y 64 años. Las oportunidades de reengancharse al mercado laboral de estas personas son casi nulas, y muchos buscan en el emprendimiento una forma de salir adelante.
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El 60% de los que emprenden lo hacen por obligación, porque no hay más remedio, y en ocasiones se les alienta a tirarse a la piscina con el riego de darse un trompazo en forma de una deuda imposible de pagar, con la posibilidad de perder la casa y comprometer el futuro de la familia.
"He pasado muchas noches sin dormir, con ataques de ansiedad que no me dejaban respirar, me salieron brotes de psoriasis y la angustia se hacía insoportable. He estado a punto de perder la casa, y hoy en día debo un dineral que no sé cómo voy a pagar", así de cruda es la experiencia emprendedora que JAG cuenta a Uppers. JAG prefiere no revelar su identidad "por vergüenza, mis hijos no lo saben".
Una experiencia recurrente
JAG es uno de los muchos mayores de 55 años que deciden emprender como salida a una situación de desempleo prolongada. "Llevaba un año y medio en el paro y no me salía nada. Se acabaron los ahorros y con el subsidio no daba para pagar las facturas. Ya había sacado proyectos adelante por mi cuenta así es que me lancé", explica.
Decidió embarcarse en un negocio de telecomunicaciones digital, "pedí un crédito ICO de 25.000 euros. Me lo dieron sin problemas con un interés del 2%, en la Cámara de Comercio avalaron el proyecto y me ayudaron con el plan de negocio que vieron viable. Todo eran facilidades, pero tuve que poner la casa como garantía del pago del préstamo. Que nadie lo haga, es la peor decisión que he tomado en mi vida".
"Empecé en 2016 y me di dos años para consolidar el proyecto, el primer año gasté el crédito y en el segundo los ingresos no fueron los esperados, empecé a pedir prestado a familiares para tapar agujeros, y al final de segundo año no pude aguantar más y cerré. La familia me ha salvado, por ellos he podido pagar el crédito que acabaré de liquidar este año, y también las cuotas de la hipoteca, pero les debo mucho dinero que no sé cómo voy a devolverles. Ahora, parte de mi casa también es suya", relata JAG.
El fracaso oculto
El caso es más común de lo que parece. De hecho, entre el 75% y el 80% de los nuevos emprendimientos no llegan a los 3 años de vida. "Estos fracasos no suelen aparecer en los medios de comunicación e, incluso, detrás de las grandes rondas de financiación y los éxitos más reconocidos, se disimulan innumerables deudas y vidas tocadas. Son miles los proyectos que no lograron sobrevivir porque no lograron adaptarse al ritmo vertiginoso de un ecosistema tecnológico y emprendedor en constante aceleración y cambio", explica Víctor Giné, consultor de emprendimiento y reestructuración laboral.
Para el experto "iniciar un proyecto empresarial desde cero no es fácil. Emprender conlleva asumir grandes riesgos tanto a nivel económico como a nivel emocional. Para ello, es fundamental proporcionar un colchón de apoyo y acompañamiento, material y mental durante todo el proceso de emprendimiento, especialmente antes de volver a emprender un negocio y reorientarse laboralmente tras un proyecto fallido reciente", asegura.
Oportunidad perdida
Emprender es arriesgado, no obstante, los seniors parten en buenas condiciones. Según el último informe del Observatorio del Emprendimiento en España, el 70% de las compañías creadas por mayores de 50 sobreviven más de tres años, frente al 28% de supervivencia de las creadas por personas más jóvenes.
Pero la mayoría de los emprendedores mayores de 50 lo son a la fuerza. No lo hacen por vocación. Según el Observatorio, 6 de cada 10 mayores de 55 años lo hacen para ganarse la vida, por necesidad. Quizá por eso, según el Mapa del Talento Senior 2022 de la Fundación Mapfre, los séniores españoles son los europeos que más están dispuestos a emprender y, junto a Polonia, la nación donde más extendido está el trabajo por cuenta propia de los mayores de 55. Curiosamente, también son los países con mayores tasas de desempleo a esas edades, la necesidad obliga.
Con el incremento del envejecimiento, también suben las tasas de emprendimiento a estas edades, pero las ayudas a que el impulso se consolide son escasas, por no decir nulas. Según indica la OCDE en un reciente documento, apenas se han tomado medidas de acompañamiento al emprendimiento específicamente diseñadas para los sénior. El informe señala que por la falta de medidas de apoyo en España hay muchos emprendedores “perdidos”, y alrededor del 60% de estos, son mayores de 50.
Desde el Observatorio para el Emprendimiento se denuncia que "existen muy pocos programas públicos de emprendimiento específicos para mayores de 50" y que "no existen medidas específicas a nivel nacional para promover el espíritu empresarial del colectivo". Desde esta institución solicitan a los gobiernos que "impulsen políticas de promoción y desarrollo del emprendimiento para este segmento poblacional de la misma manera que lo hacen con el colectivo de personas emprendedoras jóvenes".
Reciclarse
Mientras tanto la vida se abre camino. Manuel Caldeiro (57) se tuvo que reinventar, pero esta vez la cosa salió bien. "Cuando decidí empezar de nuevo, tenía claro dos cosas: primero, hacer algo que no me hipotecara de por vida; segundo, hacer algo que me hiciera exclusivo", sin ayudas gubernamentales ni apoyos de ningún tipo ha conseguido crear un negocio del que puede vivir. Junto a su socia, creó una empresa de eventos culturales, En Volandas, y se especializó en talleres móviles de estampación e impresión.
Ahora vende estos talleres a ayuntamientos y centros culturales, y le da para vivir. "Nosotros tenemos la ventaja de que tenemos unos gastos fijos muy pequeños. Y por otra parte no tengo competencia, porque no hay mucha gente que se dedique a esto". Pero también sufre las incertidumbres del empresario. "Los años de la pandemia fundimos los ahorros, y aguantamos por las ayudas del Gobierno. Si no, hubiéramos tenido que tirar de créditos o cerrar", afirma Manuel.
Emprender puede ser una salida, pero hay que calibrar bien los riesgos. Eso de que el fracaso ayuda a crecer hay que ponerlo en cuarentena. Según Víctor Ginés "el fracaso no debe ser sobrevalorado, pues no tiene nada de agradable. Tenemos que ser capaces de gestionar todos los posibles riesgos, contar con un plan guía para pivotar cuando abandonamos la ambición inicial y compensar el coste de no prosperar en un proyecto que no acaba de arrancar. El fracaso debe de ser entendido como un punto de inflexión, o bien, para reafirmarse como emprendedor, o bien, para explorar nuevas rutas profesionales".
A sus 56 años JAG no ve muchas alternativas. El fracaso le ha costado caro, pero no tira la toalla: "he aprendido mucho. Un mal negocio me ha traído hasta aquí, pero no veo otra salida que emprender otro proyecto que me saque del apuro".