La nueva figura del Chief Happiness Officer: ¿un puesto necesario o maquillaje buenrollista?
Las empresas están incorporando a sus plantillas el puesto de Director de Felicidad, encargado de velar por el bienestar de los trabajadores
Coca-Cola, Deloitte, Google o Airbnb ya han incorporado una figura que tiene que estar pendiente de todo lo que sucede en la empresa
No sólo diseñan los eventos, sino que se encargan de las estrategias de conciliación y de ofrecer oportunidades desarrollo profesional al empleado
Desde siempre, en todas las empresas ha existido esa persona que se acuerda de todas las fechas de cumpleaños, que se encarga de organizar las fiestas o salidas, que trae bollos para desayunar en la oficina y que escucha pacientemente los problemas de los demás. Hoy esa figura se ha profesionalizado y tiene un nombre, Chief happiness officer (CHO), o director de felicidad, un término que se ha importado de EEUU y que define a aquel que se encarga de potenciar la parte lúdica de las relaciones laborales y vela por el bienestar de los trabajadores.
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Según el estudio Felicidad y Trabajo, elaborado por la consultora Crecimiento Sustentable, contar con trabajadores felices es directamente proporcional a una alta productividad (88%) en la empresa. Además, estos aportan hasta un 33% más de energía y dinamismo y tienen un 300% menos de posibilidades de sufrir accidentes laborales. No es de extrañar, por tanto, que grandes empresas como Deloitte, Google, Airbnb o Coca-Cola cuenten ya en su plantilla con el cargo de jefe de la felicidad. Y cada vez son más las compañías que la están incorporando.
¿En qué consiste ser director de felicidad?
Pero ¿realmente tiene sentido pagar a alguien para fomentar el "buen rollo"? Si tenemos en cuenta que su labor no consiste únicamente en organizar fiestas y desayunos, sí lo tiene. La principal función de este cargo es que exista un buen amiente laboral, para lo cual es imprescindible que los empleados se sientan a gusto tanto en el plano profesional como en el personal. De esa forma se consigue no sólo retener, sino captar nuevo talento. Para ello tiene que estar pendiente de todo lo que sucede en la empresa. Desde saber cómo están los empleados a encargarse de motivarles. Y eso implica mucho trabajo.
Según explica Beatriz Izuriaga, de la escuela de negocios IEBS, en 'El Mundo', el CHO debe escuchar al empleado, con "canales de comunicación" concretos; asegurar un ambiente de trabajo óptimo, controlando elementos que afectan al estado emocional del empleado como "el ruido, la decoración o la organización del espacio". También "organizar actividades en equipo, realizar encuestas de satisfacción" y "promocionar una dieta saludable, la práctica de deporte, actividades de relajación... etc".
Además, tiene que vigilar la conciliación entre vida profesional y personal de los trabajadores, dándoles libertad en la gestión de su tiempo. Esto incluye el trabajo flexible, el trabajo en remoto... Y debe estar muy pendiente del desarrollo y crecimiento profesional del empleado, "haciendo un seguimiento de su evolución, ofreciéndole cursos o dándole mayores responsabilidades de trabajo o nuevos proyectos en los que pueda desarrollar nuevas habilidades profesionales". Es importante que vea que existen oportunidades de desarrollo y que hay seguridad laboral. En realidad, no deja de ser de una nomenclatura moderna para la labor que tradicionalmente hacía Recursos Humanos, potenciando el factor 'humano' sobre el de 'recurso'
La figura del CHO en España
En España, esta figura de jefe de la felicidad se está implantando poco a poco. De hecho, la Universidad Internacional de la Rioja imparte un máster para formar a estos líderes o jefes de la felicidad. "La principal arma de la felicidad es la escucha", ha comentado Andrés Pascual, el director del máster, en la Cadena Ser. Por tanto, conocer los intereses de los compañeros de trabajo es crucial. "Trabajar juntos para seguir dando pasos hacia adelante. Eso es un equipo de verdad", añade el experto.
Según explica Isabel Gimeno, de Ufounders, en 'El Periódico de España', un buen jefe de felicidad debe tener "alegría, vitalidad, paciencia y humildad, y tiene que sonreír, escuchar y empatizar mucho". El cargo exige a quien lo ostenta que sea "generoso con su tiempo" para conseguir "sacar la mejor versión de los trabajadores". La pregunta es si el CHO es una moda pasajera o si realmente ha venido para quedarse.