¿Cuándo el trabajo deja de ser una pasión para convertirse en una obsesión? Una cosa es invertir tiempo y esfuerzo en las tareas laborales y otra engancharse a ellas hasta el punto de desinteresarse por otras actividades como el ocio, la familia, el deporte o los amigos. La adicción al trabajo o workaholism es un patrón de comportamiento compulsivo caracterizado por una dedicación excesiva al trabajo asociada a la dificultad para desconectar de las responsabilidades laborales, incluso fuera de la oficina.
Este fenómeno cada vez afecta a más individuos. Según datos de Ringover, un 5% de los españoles son adictos al trabajo, pero otros informes lo situaban en el 10% de la población activa antes de la pandemia. En cualquier caso, la cifra va en aumento, y lo que es peor, es algo tan socialmente aceptado que resulta difícil ponerle remedio. Los ambientes laborales ampliamente competitivos generan una sensación de urgencia constante, lo que lleva al trabajador a sentir la necesidad de dedicar más tiempo del necesario para destacar o conservar su puesto.
Para otras personas se trata de una cuestión de presión interna par alcanzar los más altos estándares, y para algunas el éxito laboral es una fuente de autoestima y validación personal. El temor a decepcionar a los demás también puede impulsar a algunas personas a trabajar incansablemente. Esta adicción al trabajo se manifiesta a través de una serie de síntomas o pistas que pueden variar en intensidad de una persona a otra. Estos son los más comunes.
Si estás pensando constantemente en tu trabajo, incluso fuera del horario laboral, y experimentas dificultades para desconectar y relajarte, es más que posible que seas un workalcoholic. Priorizas tus responsabilidades laborales por encima de todo lo demás, incluyendo tu salud y seres queridos. En ocasiones, estos profesionales tienen una necesidad constante de superarse en el trabajo para sentirse satisfechos consigo mismos.
Posiblemente el exceso de trabajo afecte negativamente a tus relaciones personales, ya que dedicas poco tiempo y energía a tus seres queridos. Pero aún peor es negar que tienes problemas. Otro síntoma claro de workaholism. Quienes lo padecen pueden negar o minimizar los efectos que la adicción al trabajo tiene en su vida, y no solo en sus relaciones interpersonales.
Un exceso de trabajo prolongado antes o después va a pasar factura. Puede dar como resultado problemas de salud físicos y mentales, como fatiga, insomnio, ansiedad, depresión o problema cardiovasculares. Y, aunque parezca paradójico, trabajar de más no necesariamente conduce a un mayor rendimiento, ya que la persona experimenta agotamiento y falta de concentración, afectando a su productividad y desempeño laboral.
Tratar esta adicción es posible, pero requiere en primer lugar el reconocimiento de que existe un problema. El siguiente paso lógico sería establecer límites claros entre el trabajo y la vida personal. Es importante aquí aprender a decir 'no' a tareas adicionales y reservar tiempo para el descanso o el ocio. Buscar apoyo profesional y practicar el autocuidado fomentando hábitos saludables como el ejercicio regular o la práctica de hobbies que inciten a la relajación también es fundamental.
Superar la adicción al trabajo "puede llevar tiempo y esfuerzo, pero con el apoyo adecuado, una serena reflexión y un compromiso firme y proactivo es posible lograr un equilibrio más saludable y satisfactorio entre trabajo y tiempo de descanso”, apunta Patricia Mampel, responsable de marca y contenidos de Ringover en España.