Llega el fin de mes y a la hora de revisar que tu empresa te ha ingresado la nómina te encuentras con una inesperada sorpresa: has cobrado menos de lo habitual. Con el agravante de que estamos en noviembre y los gastos navideños se agolpan a la vuelta de la esquina. Y, ojo, que lo mismo puede volver a ocurrirte en diciembre. No, no es que te hayan bajado el sueldo de repente, ni tampoco se trata de un error, sino de una práctica completamente legal y común en muchas empresas a finales de año.
En realidad, esto se debe al ajuste en el porcentaje del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) que las empresas realizan en las nóminas de sus trabajadores en los últimos meses del ejercicio. Aunque no es obligatorio, este ajuste busca adelantar dinero para la próxima la declaración de la renta, evitando que en el momento de presentar el borrador esta salga a pagar, es decir, que haya que darle más dinero a Hacienda.
El IRPF es un impuesto que se calcula y retiene de forma anticipada sobre los ingresos anuales del trabajador. Es un porcentaje que tiene que estar ajustado a tus ingresos, tu situación personal y familiar. A lo largo del año, la empresa estima la cantidad que deben retenerte según la información que tienen al inicio del contrato o de cada ejercicio fiscal. Si la empresa ha estado aplicando un porcentaje de IRPF inferior al que realmente debería haber aplicado, antes del cierre fiscal hace una regularización.
Por ejemplo, si comenzaste el año con un contrato temporal de corta duración, la ley permite que la empresa aplique una retención mínima del 2%. Este cálculo inicial puede resultar insuficiente si después el contrato se ha transformado en indefinido, o si tu salario ha aumentado significativamente. También puede ocurrir que por bonificaciones, pagas extras y otros ingresos no previstos inicialmente se modifique la base imponible.
También ciertos cambios en las circunstancias personales, como tener un hijo, convivir con un familiar mayor de 65 años o acreditar una discapacidad superior al 33% tienen su impacto en el cálculo del IRPF. Si no has comunicado a tu empresa estas variaciones, es posible que las retenciones no estén reflejando tu situación actual. Por ello, si al llegar al final de año la tributación está por debajo del mínimo requerido, la empresa realiza la regularización. El objetivo es que, al sumar las retenciones aplicadas a lo largo del año, quede ajustado a tus ingresos anuales reales.
Aunque los ajustes del IRPF son responsabilidad de la empresa, si quieres también puedes tomar medidas para ajustar tu IRPF en función de tus ingresos, comunicando al departamento de Recursos Humanos cualquier cambio o modificación para que apliquen un porcentaje mayor. Mantener actualizada tu información es clave para garantizar que las retenciones sean las adecuadas. Para informar de estos cambios hay que cumplimentar y presentar el Modelo 145 de Hacienda.
Es recomendable también que revises tus nóminas periódicamente para asegurarte de que las retenciones aplicadas son coherentes con tus ingresos y tu situación fiscal.