La única salida para muchos de los que se quedan sin trabajo a los 50, más allá de la precariedad y los subsidios, es poner en marcha un negocio. La lluvia de fondos europeos es un estímulo tentador, pero no hay que olvidar que más del 80% de los que lo intentan fracasan antes de los cinco años.
El economista y escritor Fernando Trías de Bes recoge en El libro negro del emprendedor los principales errores que llevan al fracaso, a través de entrevistas con personas que ya han transitado por ese camino. No se trata de desanimar a nadie, sino de exponer los problemas de montar un negocio en sus justos términos, sin medias tintas. Si al acabar de leer este artículo decides no emprender, es que tu proyecto estaba destinado al fracaso. Y ¡cuidado! porque en el envite te juegas no solo el futuro, sino también tu patrimonio y el de tu familia.
No emprendas porque no te quede más remedio, ni por que ya no aguantas a tu jefe, ni porque sea tu última oportunidad de hacerte con algo de dinero para la jubilación. Tampoco lo hagas porque creas que tienes una gran idea. Lo importante es la motivación, es decir, si tienes una ilusión lo suficientemente fuerte para que no la refrenen ninguno de los grandes obstáculos que te vas a encontrar por el camino.
Emprender no es una acción puntual, no es alumbrar una iniciativa pasajera. Emprender es una forma de vida. El verdadero emprendedor necesita y abraza la incertidumbre. Si la incertidumbre te vence, piénsatelo. El auténtico emprendedor disfruta emprendiendo, el acto de emprender es un medio y un objetivo al mismo tiempo. La persona con carácter emprendedor es aquella que ama la incertidumbre y el propio acto de emprender. Si no te ves así, mejor déjalo y busca otro camino.
Los resultados que se obtienen por el camino nunca coinciden, para bien o para mal, con las expectativas. El camino del emprendedor está lleno de imprevistos y errores. Esto lleva en ocasiones a redefinir radicalmente el negocio, a empezar casi de cero otra vez. Si eres de los que no se rinde, podrás superar todo esto y más.
Puede que no experimentes el gozo de emprender, pero esa carencia se puede suplir con espíritu de sacrificio. La educación, o los reveses de la vida construyen al luchador. Y también el entrenamiento. Ponerse retos intelectuales o físicos es una buena preparación para aumentar la capacidad de sufrimiento.
La mayoría de las veces la gente se asocia por miedo; otras veces, como medio de conseguir recursos que, a corto plazo, salen gratis, pero que a largo plazo son los más caros de todos. Asóciate sólo cuando necesites algo que no puedas conseguir de otro modo. Y, preferentemente, cuenta sólo con socios capitalistas; no te asocies para compartir trabajo.
Los criterios más importantes para escoger socios son, por este orden: honradez y valores alineados con los suyos (esta primera condición es excluyente); en segunda instancia, complementariedad con su carácter y sus competencias; que sean personas que realmente aporten valor. Es fundamental hablar y explicar cuál es la ambición que se persigue con el proyecto y que esta ambición esté plenamente compartida sin ningún tipo de duda.
No inventes cosas raras a la hora de decidir qué porcentaje tendrá cada socio. Los activos y el dinero entregados a la empresa han de valorarse por su precio justo y se convierten en acciones. El trabajo se remunera con sueldo, a poder ser, de mercado. El resto de activos que se cedan a la empresa por parte de algún socio y que no se valoren como acciones deben alquilarse o dejarse a deber.
Nunca pongas todas tus esperanzas en la idea. Seguramente ya la hayan tenido antes muchas más personas. Lo importante no es la idea, sino la forma de la idea. Y es recomendable que se la enseñes al mayor número de personas posible. No te centres en qué vas a vender, sino en por qué los clientes te van a comprar. Además de dar a tu idea una forma ganadora, monta un modelo de negocio que la haga viable. Es fundamental que diseñes ambas cosas. Normalmente, la idea es inmutable y la forma de la idea varía a lo largo del tiempo. Hay que tener flexibilidad y humildad para modificar la idea tanto al inicio de las actividades como durante las mismas, cuando los indicios lo recomiendan.
Emprende en sectores que te atraigan mucho o en productos que te encanten. Y emprende en sectores que conozcas. Si no los conoces, dedica tiempo a conocerlos o rodéate de personas de ese sector. Para no fracasar hay que aportar algo nuevo al sector, y eso sólo puede hacerse sabiendo qué reglas se están rompiendo, y no desde el desconocimiento o la ingenuidad.
Y busca el momento adecuado. Es tan importante la elección de dónde y cuándo invertir, como la de cuándo no debes hacerlo. Busca sectores en crecimiento, rentables, o que requieran poca inversión inicial.
Tus necesidades personales pueden arruinar el negocio. Diversifica los ingresos del hogar para aguantar el máximo tiempo posible sin depender del negocio. Incorpora el sueldo en el plan de negocio y elabore éste imaginando el peor de los escenarios posibles. No emprendas sin el apoyo incondicional de la familia, que deben ser conscientes de las posibles carencias a las que ellos también se enfrentan si las cosas tardan en ir bien.
Emprender supone inundar tu vida personal de los problemas de tu vida profesional. Proporciona muchas satisfacciones, pero éstas son distintas a las de la obtención de tiempo para ti mismo, al que tendrás que renunciar.
Hacer planes sirve principalmente para detectar momentos en los que habrá que modificar el modelo de negocio con el cual se arranca. A cada idea le corresponden modelos inviables y modelos que la hacen sostenible. El modelo de negocio más adecuado es el que da beneficios más rápidamente y es sostenible a medio y largo plazo. La sostenibilidad es más importante que el crecimiento. Pero no esperes demasiado, si ves que la cosa no tira en un periodo prudencial, cambia el modelo, la idea, o incluso, déjalo antes de entramparte más.