En unos días tienes una entrevista de trabajo, y aunque sabes que tu currículum se ajusta a la oferta, reconócelo, el músculo de candidato perfecto lo tienes un poco oxidado. Para recuperarlo y afrontar con éxito las entrevistas de las ofertas de empleo, hemos elaborado una lista con las 50 preguntas más habituales que te pueden plantear cuando ya tienes mucha experiencia, y las respuestas adecuadas para convencer al entrevistador de que eres la persona ideal para el puesto. Hemos contado para ello con la ayuda de la consultora MOA BPI Group.
En esta primera cuestión general se ha de responder con un mensaje de presentación a nivel profesional. El reclutador no nos está preguntando por cuestiones personales.
Ante esta pregunta se debe responder explicando los que sabemos nuestros puntos fuertes, sabiendo las ventajas que pueden aportar a la empresa nuestros años de experiencia y nuestro currículum. Y elegir puntos débiles que podrían ser puntos fuertes si se enfocan de otra forma. Por ejemplo, a veces soy excesivamente exigente conmigo mismo, perfeccionista, planificador u organizado... Lo presentamos como un punto débil bajo nuestro punto de vista, pero en realidad se le están trasladando al entrevistador aspectos positivos.
Puede ser una pregunta trampa. Lo que quiere conocer el reclutador con esta cuestión es el orden de prioridades del candidato y qué importancia le concede a la esfera profesional respecto a la personal. Sin pasarse por exceso, se puede responder por ejemplo que es una forma de realización personal a la que dedicas todos tus esfuerzos. Y no hay que mencionar en esta pregunta los aspectos económicos.
La respuesta ideal debería ser que no estamos buscando el trabajo solo por una motivación económica, sino que el trabajo es parte de nuestra realización personal (en línea con la pregunta anterior) y queremos asumir siempre nuevos retos. Porque el entrevistador busca con esta pregunta conocer nuestras motivaciones, lo que nos mueve.
Ante todo deben evitarse afirmaciones que suenen paternalistas o insensibles. Y la respuesta ha de ser creíble y que no parezca automática. Un ejemplo de respuesta podría ser: “Me gustan las empresas que contratan y promocionan a las personas según sus méritos; la edad en este sentido es indiferente”.
Hay que aprovechar esta pregunta para poner ejemplos de las nuevas capacidades o habilidades que uno sea capaz de adquirir. Se pueden señalar conocimientos o competencias que se hayan adquirido en cursos de formación recientes o en el desempeño de los empleos anteriores.
Las empresas quieren comprobar si el candidato se recicla, si se ha preocupado por actualizarse o mejorar profesionalmente. Si no se han hecho cursos recientemente, hay que dar un mensaje positivo a la respuesta: no se ha podido hacer por la intensidad del trabajo en el que estaba, pero se tiene en mente hacerlo ahora. Se deben incluir en la respuesta los cursos internos en sus anteriores empresas; y destacar las herramientas o técnicas que se han adquirido de manera informal fuera de un curso, en el trabajo diario.
Lo más socorrido, si los idiomas no son algo clave en el puesto al que se opta, es decir que hay que perfeccionar el nivel de inglés u otras lenguas. Es una respuesta para no tener que reconocer otras carencias. Eso sí, siempre hay que explicar que ya se están poniendo o se van a poner los medios para mejorarlo. Nunca hay que contestar aspectos que puedan ser motivo de descarte por su importancia para el puesto al que se opta.
Es una pregunta comprometida. Hay pasar por ella de puntillas. Nunca se debe criticar directamente a tu anterior empleador. Pero tampoco estar de acuerdo con todo, para ser creíbles. Se puede contestar, por ejemplo, que no estabas muy conforme con la política de promoción interna o con alguna cuestión relacionada con tu cambio profesional, pero nunca aludiendo a personas concretas; y sin ahondar, siendo políticamente correctos.
Hay que señalar siempre aspectos positivos del trabajo en equipo, aunque se reconozca que en el día a día pueden surgir diferencias, para resultar creíbles. Pero sin profundizar en aspectos negativos ni entrar en ataques o descalificaciones personales.
A esta pregunta no se puede responder improvisando. Cuando se tiene un cambio profesional hay que construir un mensaje que explique brevemente los motivos que llevaron a esa decisión. Y es lo que trasladaremos al entrevistador en esta cuestión. El argumentario ha de ser muy profesional, que dé una sensación de estar muy motivados y no estar tocados anímicamente tocados. Y sin hacer críticas a la antigua empresa, exjefes o excompañeros.
Siempre se ha de decir la verdad, aunque se haya estado un periodo largo en desempleo. Y siempre señalar qué hemos hecho durante ese tiempo: búsqueda activa de empleo, entrevistas de trabajo o procesos de selección, cursos de formación, etcétera. Se puede aludir a la mala coyuntura del mercado laboral en los últimos tiempos, lo que dificulta retornar al mercado y justifica los periodos de inactividad.
Si se explica por las características de tu puesto o sector (estacionalidad, sustituciones, proyectos…) hay que indicarlo para justificarlo y no parecer que somos incapaces de encajar en ninguna organización. Si no ha sido así, nunca hay que responder que sea por dinero y evitar dar la sensación de que nos falta compromiso. Se puede señalar que han sido oportunidades de desarrollo que te han ido surgiendo y debías aprovechar, y siempre con un enfoque muy positivo.
Si pueden concretarse y cuantificarse esos logros, mejor. Señalar que se debe a un desempeño efectivo del trabajo, al logro de objetivos o de una rentabilidad. Y se deben mencionar tanto las competencias profesionales como la componente técnica del trabajo y las habilidades personales. Porque no sólo se busca un tipo de profesional, sino también un tipo de persona.
Lo que quiere saber el entrevistador con esta pregunta es tu proactividad. Hay que responder siempre la verdad. Si fue a través de un contacto o de otra forma, pero subrayando siempre la proactividad por nuestra parte a la hora de buscarlo.
Se puede responder que valoramos la lealtad, la estabilidad, el compromiso y un proyecto profesional en el que creemos. Y destacar que, no obstante, se ha ido cambiando porque lo hacían la empresa y el mercado: nuevos productos, cambios de estructura, nuevos mercados, etcétera.
Es una cuestión para desestabilizar al entrevistado, otra trampa. Se puede contestar, por ejemplo: “Siempre he pensado que es necesario estar empleado para progresar. Eso se verá recompensando con un aumento de salario tarde o temprano”.
Esta pregunta puede complicarnos la vida. Si se responde “sin lugar a dudas”, parecerá que su mejor trabajo ha pasado ya. Pero si dice “no, mi mejor trabajo está aún por llegar”, puede resultar raro o poco creíble teniendo en cuenta nuestra larga experiencia y todos nuestros puestos anteriores. Por lo que una opción es responder que sentimos que el mejor momento de nuestra carrera profesional es el actual.
Otra pregunta trampa. Lo mejor es subrayar que ese puesto es el que buscas, el que deseas ocupar ahora mismo, y al que puedes aportar… y volver a señalar tus puntos fuertes. Y recalcar que te motiva, que te gusta y que estás preparado para él. Y repetir las ventajas que puede aportar tu larga trayectoria.
Es muy importante controlar la comunicación no verbal y la expresión del rostro, y responder de la forma más pausada posible. Porque no se puede dar sensación de estar ante un empleado frustrado en ciernes. Un ejemplo de respuesta puede ser: “Esto no tiene por qué ser un impedimento; al contrario, creo que es beneficioso para la empresa y para mí. El trabajo está muy complicado; ya no hay personas demasiado cualificadas para ningún puesto. Creo sinceramente que ésta es una buena oportunidad para mí”. No hay que decantarse y, como en la pregunta anterior, incidir en que ese puesto responde a lo que buscas, te motiva y estás preparado para él y señalar tus puntos fuertes y tu acreditada experiencia.
En esta pregunta hay que responder lo que se piensa. Si no es así, pronto se sabrá y podrán surgir problemas como ser rechazados en el tiempo de prueba del contrato.
Hay que evitar pronunciarse sobre esta cuestión en los primeros pasos del proceso de selección, hasta que se tienen posibilidades reales de ser elegido. Pero si te hacen la pregunta, hay que responderla. No se puede contestar que prefieres dejar el tema para más adelante. Se ha de dar una horquilla, nunca un número concreto. Y siempre en términos brutos anuales, no en una cantidad neta mensual, que da una sensación de falta de profesionalidad. Esa horquilla debe ser: el mínimo, el salario por debajo del cual no estás dispuesto a trabajar, sumándole 1.000 euros anuales; y en el máximo, la que consideres y sumándole 5.000 o 6.000 euros anuales. Pero ha de ser siempre una horquilla que esté en línea con lo que se está retribuyendo ese puesto en el mercado; y es bueno indicar que se está dispuesto a negociar esa cantidad, por ejemplo, si se tienen otros beneficios o retribuciones en especie.
Hay que contestar esta pregunta trampa con una visión positiva y de forma serena. Por ejemplo, que no tiene por qué suceder; y que si ocurre, tras dos años en la empresa habrás sumado una experiencia y seguirás listo para continuar creciendo en tu trayectoria profesional asumiendo un nuevo reto.
Nunca hay que destacar las cuestiones retributivas o de condiciones de trabajo, sino aspectos como el crecimiento profesional, sentirse parte de una empresa o proyecto, etcétera.
Aunque se tengan aspiraciones de crecimiento no hay que elevarlas demasiado ante preguntas de este tipo. Hay que centrar el mensaje en que nuestra prioridad y motivación ahora mismo está en incorporarnos al puesto ofertado, aunque evidentemente tenemos nuestros deseos de realización profesional como es normal. Siendo realistas y no demasiado ambiciosos. Respondiendo con coherencia porque el recorrido laboral no es el mismo al inicio de una carrera profesional que en el momento en que nosotros estamos, y esto debe reflejarse también en nuestros objetivos.
Es el momento de volver a resaltar nuestros puntos fuertes, sobre todo aquellos que nos pueden diferenciar del resto de candidatos, y acompañarlos con situaciones reales que hayamos vivido y muestren esas capacidades, experiencias vitales y atributos personales.
Hay que intentar dirigir la descripción de nuestras anteriores ocupaciones profesionales en aquellos aspectos o tareas que más estén relacionados con el puesto al que se está optando, dejando al margen aquellas experiencias que se alejen más del objetivo actual. Se trata de convencerle de que somos el mejor candidato para esa posición.
Al igual que en la anterior pregunta, hay que destacar aquellas tareas o responsabilidades que hemos desempeñado con anterioridad y que mejor pueden ser percibidas por el entrevistador para ocupar el empleo al que se opta.
En esta pregunta, al contrario que las anteriores, nunca se debe responder con ejemplos de trabajos similares al que ahora se opta. Sino con las tareas que hemos realizado en empleos pasados que menos cercanía tengan con las que haríamos ahora si nos seleccionan para el puesto.
Al contrario que en la anterior, hay que destacar aquellas relacionadas con la ocupación a la que se aspira en este proceso de selección; y no resaltar las que no tienen nada que ver.
Para no parecer que queremos ocultar algo negativo, hay que responder también sin evasivas este tipo de cuestiones. Pero dejando claro que vida personal y profesional son parcelas diferentes y que no debe haber interferencias entre ellas. Algo que has ido aprendiendo a hacer cada vez mejor a medida que se desarrollaba tu larga carrera profesional y que ya tienes muy interiorizado.
De nuevo hay que dejar claro que son parcelas distintas y que cumples con una y con otra porque has aprendido a hacerlo cada vez mejor con el paso de los años. Te organizas para que no se afecten mutuamente. Y no llevas los problemas de casa al trabajo ni del trabajo a casa.
En esta pregunta se puede responder casi cualquier cosa, excepto aquellas que puedan ser muy arriesgadas o proyectar una imagen demasiado rara o negativa de ti, que puedan dar una imagen extraña de nuestra personalidad. Y nunca se debe contestar que lo que haces es llevarte trabajo a casa. Porque hemos dicho anteriormente que hay que saber separar trabajo y vida personal.
Cuanto antes mejor. Se puede responder que de forma inmediata; o, en todo caso, que en un par de días para poder organizarte de cara a tu nueva vida profesional.
Si contestamos que nos vamos tarde del trabajo por sistema, es negativo porque da sensación de no ser capaces de sacar adelante las tareas en la jornada habitual. Pero tampoco se debe mostrar una inflexibilidad para estar dispuestos a ello cuando es necesario. Mostrar una actitud abierta a esta posibilidad cuando así se requiera o sea necesario, porque te debes a la empresa.
Es el momento de explicar cuáles han sido sus resultados o metas más importantes alcanzados en tus anteriores trabajos. Hay que lucirse.
Otra pregunta trampa. Responder intentando no contar un problema con unas consecuencias negativas grandes, sino llevarlo a un sentido positivo en la medida de lo posible: “No haber aprovechado aquella oportunidad que tuve… por sentido de la responsabilidad”, por ejemplo.
De nuevo, una buena ocasión para explicar más logros profesionales que no hayan salido en la conversación hasta ese momento y preferiblemente que no figuren en nuestro currículum, porque esa información ya la tiene el entrevistador.
Lo recomendable es poner ejemplos de situaciones cotidianas que no sean de gran gravedad. Decir por ejemplo que para resolver esa situación, analizamos las circunstancias y pensamos soluciones. También se puede responder que pedimos ayuda. Eso último no es conveniente repetirlo en demasiadas ocasiones a lo largo de la entrevista porque puede parecer que no somos resolutivos por nosotros mismos, pero sí es bueno decirlo alguna vez que se tenga la oportunidad.
Por supuesto. La respuesta que más nos ayudará es decir que la asumimos sin problemas y que son cosas que todo el mundo tiene que hacer alguna vez.
Esta pregunta no debe contestase diciendo que de forma inmediata, como podría parecer. Porque siempre se necesita una adaptación. Es mejor decir, dependiendo de los casos, que en unos días, en una semana o después del plan de bienvenida de la empresa; o del curso previo a la incorporación al puesto en caso de que lo haya...
Se deben elegir ejemplos de situaciones sin mucha importancia para no dar pie al entrevistador a tirar más de ese hilo y que llegue a obtener una información que no nos beneficie en nuestras aspiraciones al puesto.
Al igual que en la pregunta anterior en ésta hay que evitar entrar en situaciones que puedan ser delicadas para nosotros o que provoquen nuevas preguntas del reclutador sobre un asunto que no nos beneficie. Hay que elegir ejemplos que no nos comprometan.
Es una pregunta para mandos y hay que transmitir la sensación de que se ejerce un estilo de liderazgo democrático y participativo, que sabe motivar a los equipos y reconocer sus logros, que les ayuda cuando tienen problemas.
Ésta también es una pregunta trampa. Pretende averiguar el grado de conflictividad del candidato, así que la mejor opción es mencionar la capacidad de asumir las diferencias.
Ante todo hay que evitar posicionarse en los extremos contestando sí o no. Se puede dar una respuesta del tipo: “Nunca haría algo que dañara a la empresa para la que trabajo…”. Si el reclutador presiona en busca de una contestación más directa, lo recomendable sería elegir siempre la integridad personal.
La respuesta idónea es decir que no. Podemos reconocer que en el día a día laboral pueden surgir roces o situaciones delicadas, pero nunca perdemos los nervios, sabemos manejarlos. Algo que también hemos afinado mucho después de tantos años de experiencia.
Es importante contestar la verdad, sin criticar directamente a ninguno de los jefes, compañeros o subordinados con los que se haya trabajado. Por ejemplo, se puede contestar: “Me disgusta la falta de puntualidad” o "la falta de compromiso", que son respuestas fácilmente aplicables a todo el mundo.
Lo ideal es decir que nunca. Separamos la vida personal y la profesional y no nos traemos los problemas de casa al trabajo. Una forma de separar los problemas personales del trabajo que hemos aprendido a gestionar cada vez mejor con los años.
Más que reprender, hay que contestar que tratas de ayudarles a resolver problemas, a mejorar una determinada cuestión, hablando con ellos.