El famoso algoritmo llega a las empresas: ¿se puede basar un despido laboral en esta fórmula matemática?
Los algoritmos son una fórmula matemática que cada vez juegan un papel más importante en nuestras vidas
Estas fórmulas, que deciden qué vemos y consumimos en las redes sociales e internet en general, han empezado a jugar un papel importante en el ámbito laboral, donde pueden utilizarse para decidir procesos de selección, asignar el trabajo o calcular la productividad
Recientemente, la empresa rusa Xsolla ha decidido despedir a 150 de sus empleados después de que un algoritmo los calificase como poco productivos
Vivimos en la era del algoritmo. Cada vez son más las decisiones de nuestra vida cotidiana que se basan en esta fórmula matemática, que pueden afectarnos tanto para bien como para mal. Un ejemplo trivial: el algoritmo es quien marca la popularidad de lo que subimos a las redes sociales, y también quien decide qué es lo que vemos o dejamos de ver en Twitter, Instagram, Facebook o incluso Google.
¿Alguna vez te has preguntado por qué en internet siempre te aparecen anuncios y publicaciones sobre un tema específico, como puede ser las últimas tendencias de moda o algún actor concreto? Eso es obra del algoritmo, y ojo: estas fórmulas varían dependiendo de la plataforma en la que nos encontremos y no son fijas, sino que cambian con el tiempo.
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Más allá de las redes sociales, donde es el amo y señor, el algoritmo también juega un papel importante en el ámbito laboral. Ahora que vivimos en una sociedad hiperconectada en la que es imprescindible estar bien posicionado en internet, las empresas están obligadas a crear estrategias basadas en estas fórmulas matemáticas si quieren permanecer y competir dentro del mercado. Pero eso no es todo. Y es que el algoritmo también puede influir a la hora de formar y mantener una plantilla.
Algoritmos para medir la productividad
En una empresa, los algoritmos pueden utilizarse por diversos motivos. Sirven, por ejemplo, para decidir el proceso de selección, para asignar el trabajo, para medir la velocidad con la que se realizan las tareas e incluso para calcular la eficiencia y productividad.
A primera vista, que una fórmula matemática pueda tomar partido en las plantillas de trabajo puede parecer un avance. A fin de cuentas, si todos somos juzgados por los mismos criterios, no puede haber sesgos sociológicos, lo que implicaría una mayor igualdad en estos procesos. Al menos, esa es la teoría. Sin embargo, como muchos de los modelos que se utilizan hoy en día son opacos y no están regulados, este algoritmo puede acabar perpetuando prácticas discriminatorias.
Hace unos años, en 2019, saltó la noticia de que Amazon, el gigante del e-commerce, despedía a sus empleados en base a los criterios de estas fórmulas matemáticas. En aquella ocasión, uno de los despedidos por el algoritmo fue Stephen Normandin, un hombre de 63 años que, al ser preguntado por la revista estadounidense Bloomberg, acusó a Amazon de haberle despedido injustamente.
Normandin denunció que la compañía de Jeff Bezos le había culpado por problemas para los que no podía tener solución, como que un cliente se encontrase fuera de casa en el momento de la entrega, y señaló que para los sistemas de Amazon las circunstancias no importan, solo la entrega. La culpa, decía, siempre iba a estar en el individuo; era el hombre contra la máquina.
El caso de Amazon no es el único en el que podemos ver la influencia del algoritmo y sus efectos negativos. Ese mismo año, en nuestro país echaron el cierre dos destacadas cabeceras digitales, Eslang y la delegación española de Buzzfeed, y se produjo el famoso ERE de Playground, que dejó a 60 trabajadores en la calle. A nivel internacional, tanto Vice como el Huffington Post y Buzzfeed decidieron recortar su plantilla, sin piedad.
Detrás de estas decisiones, está un cambio de algoritmo. En concreto, el que llevó a cabo Facebook en 2018 para fomentar las “interacciones sociales más significativas”. La fórmula matemática, de la que estos medios se alimentaban, les había vencido.
Despedidos por falta de productividad
Recientemente, una nueva compañía ha decidido romper su plantilla en base a los datos de estos algoritmos. En el mes de agosto, Xsolla, una empresa rusa dedicada a crear herramientas de pago para desarrolladores, decidió despedir a 150 de sus 450 empleados en base a un algoritmo que los etiquetó como “poco comprometidos” e “improductivos”.
Según el correo que envió el CEO de la empresa, Aleksandr Agapitov, a sus empleados, y que recoge Game World Observer, el equipo big data de Xsolla analizó las actividades de sus trabajadores en Jira, Confluence, Gmail, chats, documentos, paneles y, tras esto, dictaminó que no estaban siendo lo suficientemente productivos. “En otras palabras”, dicta el correo, “no siempre estabas presente en tu puesto cuando trabajabas de manera remota”.
Esta decisión, que ha despertado críticas por lo que puede ser un caso de espionaje, ha sido justificada por Agapitov, que ha defendido que si la huella digital de sus empleados no cumple con los estándares de Xsolla, entonces, sencillamente, no es adecuado para la compañía.
Ante la preocupación por las posibles consecuencias que el uso de la inteligencia artificial puede traer al mercado laboral, UGT ha reclamado la necesidad de acelerar una ley europea que “acote, regule y disuada estas prácticas”, que, consideran, atentan contra los “derechos fundamentales de las personas trabajadoras”.
En España, el Gobierno ya ha dado un primer paso, al introducir un nuevo apartado en el artículo 64 del Estatuto de los Trabajadores en el que se establece que las compañías deben informar a los trabajadores sobre los criterios, parámetros e instrucciones de los algoritmos y fórmulas matemáticas que incidan en sus condiciones laborales.
En nuestro país, para despedir a alguien por un algoritmo es necesario justificar esta decisión, algo que, por lo general, suele llevar bastante trabajo, ya que hay que defender que no se ha vulnerado la privacidad del empleado y que no había otro método menos invasivo de recabar información. Sin embargo, sí es posible que se produzcan estos despedidos. Al menos, de momento.