Por qué al hablar de liderazgo con directivas sale la palabra 'culpa' o cómo se complicó un reportaje
Hablamos con cinco presidentas y cinco niñas sobre los retos de la mujer en el trabajo
Iba a ser un reportaje amable y sencillo. La idea era sentar a cinco directivas, jefazas internacionales, junto a cinco niñas para un vídeo. En él, las adultas mandarían un mensaje a su yo del pasado y las jóvenes explicarían qué quieren ser de mayor y qué les gustaría no olvidarse por el camino, una carta en una botella al futuro. Hasta ahí todo bien, lo tenemos y puedes verlo aquí arriba. Luego hablaríamos de la mujer y la empresa. Sus retos. Techo de cristal, brecha salarial, machismo en la oficina. Es decir, un mapa de lo recorrido por esa generación de pioneras, cuchillo entre los dientes, y lo que queda aún por hacer. Pero el reportaje se ha complicado. O se ha vuelto lúcido. Todas estas mujeres CEO, presidentas y líderes de más de cincuenta años, han pronunciado en algún momento la palabra 'culpa'. Sobre todo al reflexionar sobre lo que les ha resultado más difícil. Culpa, tiempo, hijos. Pocos hombres en su misma posición tienen ahí su foco, al menos de momento. Y ese es el problema.
Estamos en el III Congreso Iberoamericano de la Mujer y la Empresa CEAPI, a un paso de la madrileña fuente de la Cibeles, madre de Zeus y de todos los dioses importantes. Decenas de presidentas, ministras y consejeras entre por los pasillos y en las ponencias. Batet, Grynspan, Pastor, Bulgheron. Podría parecer que el mundo es así. Pero no. Fuera las proporciones son otras. Según datos de Eurostat, la agencia estadística europea, en 2003 solamente el 3.3% de los puestos directivos de nuestro país estaban ocupados por mujeres. No hay estudios anteriores a esa fecha sobre el tema, lo que ya de por sí da dimensión al asunto. En 2011 llegamos al 10%, en 2013, al 14.8%, y en 2018, al 22%. La cifra sigue aumentando poco a poco, pero es mucha diferencia si la comparamos con que, desde hace unos años ya, en la universidad española hay más mujeres que hombres (52% frente al 48%). Estamos hablando de unos 30 puntos. Aquí podríamos detenernos en la necesidad o no de una ley de 'cuotas', que recomienda Europa y que obliga a aumentar la representación femenina en los consejos directivos, sin olvidar el Ibex 35, pero sigamos.
Susan Segal, considerada una de las mujeres más influyentes de América, es la más longeva de nuestras entrevistadas (ronda los setenta). Residente en Nueva York, fue elegida presidenta y directora ejecutiva de la Americas Society/Council of the Americas en 2003, después de trabajar en el sector privado de la banca y los mercados emergentes durante más de tres décadas. Es miembro de mil juntas. Su currículum ocupa varias páginas, más aún la lista de personas poderosas con los que se ha sentado a negociar de tú a tú. Es un buen ejemplo de mujer pionera, de cómo es posible llegar a la cúspide de la pirámide… pero del viejo modo, el único vigente por el momento: las reglas de un mercado laboral creado por varones, que late al ritmo biológico y social de sus necesidades. Al menos hasta ahora.
"¿Lo más difícil de mi carrera? Creer que tienes que dedicar más tiempo a los niños. Siempre hay culpa. Esa sensación. Es una cosa que está en mi carácter", nos explica. E insiste en que quiere dejar algo claro: "Mis hijos son lo más importante que he hecho en la vida". Podría parecer una anécdota emocional, un giro narrativo que apela a los sentimientos entre tanto campo semántico empresarial, si no fuera porque, sin ellas saberlo, las cinco mujeres preguntadas han respondido poco más o menos lo mismo. Culpa. La coincidencia nos ha llevado a preguntar a otras mujeres con poder fuera del reportaje. Igual. ¿Y si no fuese una cuestión de carácter individual sino estructural?
Y aquí llegamos a una clave: los cuidados. Su redistribución, más bien. El gran tema que se ha convertido ya en la llave del futuro, sobre todo para un país con graves problemas demográficos como el nuestro (1.25 hijos por española, un aumento del 63% en los embarazos a partir de los 40 años, aumento del 200% en la congelación de óvulos en los últimos cinco años y una caída del 30% de los nacimientos totales en la última década), pero que aun así hace arrugar la nariz a la vieja escuela.
"¿Lo más difícil de mi carrera? Creer que tienes que dedicar más tiempo a los niños. Siempre hay culpa
"Sentimos más culpa que ellos. Y eso tiene que cambiar: la casa también es suya. Antes no lo veían, nadie se lo decía. Mi hija tiene 30 y se va a casar el verano que viene y su marido ya participa más de los niños y el hogar. No puede ser de otro modo", añade Segal. Y cuenta cómo fue haciendo ella para intentar cambiar algo, aunque parecía imposible: "Cuando mi hijo tenía cuatro meses –ahora tiene 32 años– estuvimos renegociando la deuda de Brasil y tuvimos que trabajar en fin de semana. Mi marido estaba de viaje y no tenía nanny, así que me lo llevé en canasta a la oficina. Fue tremendo. Los hombres todavía hablan de ello. Lo planté en un desayuno con el presidente del Banco Central de Brasil. También he tenido cenas de trabajo en casa y mis dos hijos estaban sentados con nosotros en la mesa".
¿Lo ha hecho algún hombre luego? –repreguntamos. "Alguno. Como yo lo hice, indirectamente queda dicho que puede hacerse. Es justo. Así se abre camino: diciendo desde arriba que cosas que antes eran imposibles se pueden hacer ahora y no pasa nada", afirma. Es decir, el modo en el que miramos la realidad crea esa realidad.
La casa también es suya. Antes no lo veían, nadie se lo decía
La sociedad ha cambiado y hay que ir creando un mercado laboral que se adapte a las nuevas necesidades. Porque el antiguo está pensado para que la mitad trabaje y la otra mitad se quede en casa, cuidando a la descendencia y a los ancianos -otro gran tema a resolver-. Un guante que están recogiendo ya las nuevas directivas, que están optando en ocasiones por la reducción de jornada (un arma de doble filo si siempre la cogen ellas), dejando claro a las y los de abajo que no habrá represalias. En la mayoría de los casos, incluso hace aumentar la productividad en el tiempo que se está en la oficina. Algunas voces masculinas también empiezan reclamar su derecho a no perderse ver crecer a sus hijos.
Es decir, algo se mueve. Porque las pioneras, que ahora tienen más de cincuenta, lo han tenido más difícil que sus colegas varones. Un doble o nada. Es decir, convertirse poco más o menos que en hombres en el trabajo (en cuanto a roles), sin que nadie ayudase con la carga emocional y práctica en el otro lado. Un caramelo envenenado, porque, por ejemplo, hasta el 2007 en España el permiso de paternidad era de cuatro días.
"A mí me dicen que discuto mucho. Sí o no. ¿Quién sabe qué es mucho? Lo que una tiene que hacer es creer con fuerza en lo que quiere y hacerlo, tener una voz, porque siempre van a decir algo en contra. Un hombre cuando grita es fuerte y tiene poder. Lo hace una mujer y es una loquita que se pone nerviosa. Yo digo: acéptalo, pero no para cambiar tú, sino para seguir adelante en llevar a cabo tu idea", explica la directiva Ligia Bonetti, una de estas pioneras que entraron a jugar fuerte hace años y que ahora está arriba. A sus 51 y con cuatro hijos, lleva un lustro presidiendo el grupo SID, dedicado a productos de consumo masivo y servicios y uno de los conglomerados más importantes de República Dominicana.
"En la preparación previa de las reuniones también noto diferencias con los hombres. Me quita mucho tiempo porque no voy a ningún sitio a improvisar. Un hombre puede hacerlo y no pasa nada, le dicen que no o se ríen y ya está, sin consecuencias. Si eso le pasa a una mujer corre el peligro de perder el prestigio y lo que ha conseguido. Eso me ha quitado momentos de estar con mi familia. Nadie llega sin sacrificar nada". Y añade: "Solo hago una pausa en una reunión si mis hijos llaman porque necesitan algo". Y también: "Cuando mis hijos me dicen que se sienten orgullosos, todas esas veces que no has estado se reparan. Tienes que pensar que sí, que trabajas por ellos y por las nuevas generaciones, que tienen que entender que hay que tener una voz y eso conlleva sacrificios".
Marta Pérez Dorao, presidenta de Inspiring Girls, fundación con sede en varios países dedicada a proporcionar referentes femeninos en las ciencias, la política y la economía a las más pequeñas, tiene claro hacia dónde hay que ir en el futuro. "El principal reto de la mujer ahora mismo es que a la empresa le cueste lo mismo contratar a un hombre que a una mujer. Que las bajas por maternidad y paternidad sean exactamente iguales, que no exista un retraso en su carrera si se queda embarazada. Tenemos un grave problema demográfico en el país y esto es una cuestión de estado. Es necesario que la carga no recaiga solo sobre los hombros de ellas con algo que es tan de todos", explica.
El principal reto de la mujer ahora mismo es que a la empresa le cueste lo mismo contratar a un hombre que a una mujer
Precisamente Cynthia Hudson, vicepresidenta senior y directora gerente de CNN en Español de 55 años, pasó por ese "miedo a decir que estás embarazada". Nieta de exiliados cubanos en los Estados Unidos, su abuela tuvo que ponerse a trabajar de muchas cosas a los 52 tras perder a su marido, siendo incluso la sirvienta de Martin Luther King, y ella se reconvirtió de reportera a estratega financiera sobre la cuarentena. "Tenemos que afrontar muchos prejuicios con los embarazos. Estaba encinta de mi tercera hija cuando teníamos un proyecto importante entre manos y retrasé bastante decírselo a mis jefes por si pensaban que no iba a poder llevarlo a cabo por mi estado", recuerda.
De hecho, fue testigo de primera mano de una situación en la que se intentó bajar el sueldo de una directiva por ser mujer. "Recuerdo un momento significativo para mi como ejecutiva. Estábamos desarrollando canales para diferentes mercados de habla hispana cuando en España se propuso que hubiese una mujer en el rol de gerente de uno de ellos. Fue muy incómodo cuando un alto ejecutivo de la televisión del país sugirió que entonces podríamos bajar el sueldo presupuestado, ya que una mujer cobraría menos que un hombre. Por supuesto esto causo un revuelo interno y no se permitió. Pero me quede con el amargo sabor de la discriminacion hacia las mujeres y la falta de equidad salarial", explica.
¿Cómo conciliar? "'I need a wife' ('necesito una esposa'), decía siempre como un chiste, pero que en realidad no tiene gracia. Lo bueno es que tengo la suerte de haber conseguido un 'socio en la vida', que comprende muy bien que esto es cosa de dos. Y eso es muy importante. Si no tienes un buen compañero que lo entienda, la culpa siempre aparece con fuerza. Mi suegra me ayudaba, una señora que las cuidaba, pero eso no es suficiente... Hillary Clinton siempre decía que se necesita todo un pueblo para criar un hijo". E insiste: "No entiendo la casa en que ellos no sean corresponsables de lo que pasa. La idea de que hay un rol que le toca a la mujer por serlo en un mundo moderno, para mí no existe".
A Nuria Vilanova aparece en el vídeo con Paula, de 11 años, que desea muy fuerte estudiar medicina: "Me ha hecho mucha ilusión, porque yo también quería lo mismo de pequeña", dice al sentarse. Considerada ahora una de las 100 mujeres más influyentes de España, fundó Atrevia a los 23 años junto a su madre, hace más de tres décadas, una empresa de comunicación y posicionamiento presente en 16 países. Es además presidenta del Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica, formada por presidentes de 140 empresas.
Vilanova se detiene en la importancia del cambio de mentalidad en los últimos años, que ha redimensionado lo que es aceptable. "Nuestra generación ha sido un punto de inflexión porque hemos sido las primeras en llegar a muchos lugares y en ese camino nos han ayudado algunos hombres, entre otras cosas porque no había mujeres para echar un cable. Ha sido un momento único en la historia. Estábamos haciendo cosas que no habían podido hacer nuestras madres o nuestras abuelas y nos parecían increíbles. Ni siquiera nos dábamos cuenta de que muchas situaciones que vivíamos eran machistas. Micro y macromachismos. Teníamos tantas ganas por cambiar la situación que hasta mucho después ni siquiera estaban mal. Era no normal. Y no. Eso no es normal".
Lo que queda es pensar qué tipo de sociedad queremos y seguir. "Te entrarán miedos y te sentirás triste, pero acordarte de lo que tu mamá y tu abuela no pudieron hacer te dará fuerzas. Incluso a veces estarás sola con muchos señores y serás la excepción, nunca quieras ser la excepción: si alguna vez estás arriba, alarga la mano y ayuda a subir a otras contigo", dice. Lo que no nos queda claro es si se dirige a Paula o a ella misma. Puede que a las dos. Sí, seguramente a las dos.