Los pisos son cada vez más caros en España. El precio de la vivienda libre subió un 8,5% en el primer trimestre del año, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), pero los expertos descartan que estemos ante una nueva burbuja inmobiliaria. En esa situación el ladrillo se mantiene como la inversión preferida para muchos ciudadanos, que ven en el alquiler una de las mejores manera de obtener ganancias en estos tiempos.
Aunque la compra directa de vivienda suele ser la principal vía de entrada de los consumidores españoles al mercado inmobiliario, el elevado importe requerido para la inversión supone una limitación para muchos. No todo el mundo dispone del capital necesario. Sin embargo, existen otras opciones más rentables para invertir ahora en este sector sin gastar una millonada. Son las siguientes:
La opción más sencilla si se quiere entrar en el sector sin tener que adquirir inmuebles o propiedades es comprando acciones de compañías inmobiliarias. Esto supone invertir en empresas de este sector que cotizan en Bolsa.
Otra opción es invertir en socimis (sociedades anónimas cotizadas de inversión inmobiliaria), un modelo que se ha convertiro en un éxito para atraer patrimonios. Estos vehículos acumulaban en sus carteras 53.670 millones de euros en propiedades a cierre de 2021, un 3,3% que el año anterior.
Se trata de empresas empresas cuyos negocios se centran en la compra, promoción y rehabilitación de activos urbanos que se suelen destinar al alquiler. Algunas socimis muy conocidas son Inmobiliaria Colonial y Merlin Properties, ambas integradas en el Ibex 35.
Otra fórmula sencilla para invertir en el sector es hacerlo a través de un fondo de inversión inmobiliarios, como los que se ofertan en el Finect, como el Nordea Global Real Estate o el Schroder ISF Global Cities. Hay dos clases de fondos inmobiliarios. Los que tienen una exposición directa e invierten en inmuebles, y aquellos que invierten de forma indirecta, apostando por compañías que desarrollan su actividad en este sector.
La gran ventaja de estos productos financieros es la diversificación, ya que el usuario evita estar expuesto a un único mercado y, por tanto, disminuyen los riesgos. Permiten tener un posicionamiento en diferentes geografías y empresas de todo tipo, lo cual supone una ventaja respecto a la compra de un inmueble, que obliga a que te lo juegues todo a un mismo número.
Es la fórmula de inversión más novedosa y cada vez cuenta con más seguidores. El crowdfunding inmobiliario se basa en que varios ahorradores se juntan para comprar una propiedad inmobiliaria o financiar la ejecución de una promoción. Tras realizar las aportaciones, estos inversores se convierten en copropietarios de la casa o del edificio y se beneficiarán de las rentas generadas por el alquiler o la venta del mismo, en función de la aportación que haya realizado cada uno.
Una plataforma se encarga de localizar las diferentes oportunidades y ejecutar las inversiones a cambio de una comisión. Sin embargo, para conseguir la financiación se suele crear una sociedad limitada una vez se identifica el proyecto por el que se quiere apostar. De esta manera, es en esta sociedad en la que el inversor deposita su participación y, una vez creados los beneficios, la plataforma es la encargada de repartirlas entre sus inversores.