Annie, Jean, Claude, Albert y Jeanne son amigos desde hace más de 40 años. Pero cuando la memoria falla, el corazón se descontrola y aparece el fantasma de la residencia de ancianos, se rebelan y deciden irse a vivir juntos. Cohousing, lo llaman. A todas luces, una locura. Pero aunque la falta de espacio moleste y despierte viejos recuerdos, empieza una genial aventura: compartir casa a los 75 años.
Esta es la sinopsis de una divertidísima comedia francesa del año 2012 protagonizada por Geraldine Chaplin, Jane Fonda, Claude Rich, Pierre Richard y Guy Bedos, en la que sus protagonistas ya mayores, con miedo al deterioro, a la soledad y a ser una carga para aquellos que los rodean, deciden ayudarse los unos a los otros.
Para ello alquilan una casa grande con jardín en un barrio residencial acomodado, y cada uno de los protagonistas ocupa una de las habitaciones. Poco a poco va quedando claro que, con independencia de la edad, los problemas de convivencia y de gestión y mantenimiento de los espacios comunes siempre acaban de aparecer.
En un momento dado, uno de los protagonistas, comienza a tener problemas de memoria, lo que provoca situaciones muy surrealistas y divertidas, pero que ponen de manifiesto que, cuando uno de estos proyectos empieza, nadie piensa a priori que probablemente llegará un momento que se necesite ayuda externa. ¿Qué medidas hay que tomar cuando uno de ellos comienza a no estar física y mentalmente bien?
Esta película no es la única que, en tono amable, nos muestra las posibles fórmulas de convivencia a edades avanzadas. Os recomendaría también ver 'El exótico Hotel Marigold' I y II , acerca de las vicisitudes de un grupo de jubilados británicos que deciden irse a la India a vivir en un hotel. O la deliciosa cinta 'El cuarteto', que narra lo que sucede en una residencia para músicos retirados ubicada en una mansión, durante la preparación de la gala anual que realizan para la recaudación de los fondos necesarios para su mantenimiento.
Pero no hemos venido exactamente a hablar de cine, sino de cómo vivir lo mejor posible los últimos años, o incluso décadas. Y en esto los arquitectos tenemos mucho que decir, aunque pudiera parecer que no. Sobre todo los que nos hemos especializado en la adaptabilidad de los espacios.
Está demostrado que continuar viviendo en la propia casa y en nuestro entorno es una muy buena opción para disfrutar de un envejecimiento activo, saludable y una buena calidad de vida. Pero cada vez somos más las personas que, si por diversas circunstancias tuviésemos que cambiar de lugar de residencia cuando seamos más mayores, nos gustaría encontrar alternativas de calidad. ¿Qué es eso exactamente? Las que nos permitiesen conservar nuestra autonomía y disfrutar de los últimos años en plenitud.
Para ello existen diversas fórmulas. Ordenadas de menor a mayor nivel de institucionalización, encontramos fundamentalmente las viviendas senior independientes, las viviendas colaborativas de mayores o cohousing, los proyectos intergeneracionales, las viviendas tuteladas, las viviendas asistidas y las residencias.
Pero si no queremos estar institucionalizados y nuestra idea es montárnoslo por nuestra cuenta, una fórmula muy atractiva puede ser compartir casa, como los de la película. Pero antes hay que tomar una serie de medidas para sea todo un éxito:
Deberíais en primer lugar buscar amigos que realmente sean familia. A los que conozcáis de siempre y con los que convivir sea algo que hayáis hecho anteriormente. Hasta incluso os recomendaría que hicieseis una prueba de dicha convivencia alquilando viviendas en diversos lugares -urbanos y rurales- y con diversas tipologías arquitectónicas, vivienda unifamiliar, piso céntrico, piso en urbanización, etc… Incluso un viaje puede ser una prueba de fuego para la convivencia.
En tercer lugar, y sin miedo, deberíais hablar de los diferentes escenarios que se pueden plantear en el futuro y las maneras de abordarlos. Empezando por la posibilidad de un declive físico o mental de algunos o todos los del grupo en el futuro, ya que estadísticamente un 4% de nosotros tendremos problemas, y como gestionarlo entre todos.
Hay que hablar también de los límites de la ayuda que estáis dispuestos a prestaros si las fuerzas fallan. Para ello deberéis tener en cuenta que aparte de que alguien os pueda ayudar en las tareas de la casa, probablemente necesitéis por ejemplo un chófer y en un futuro puede que también ayuda especializada a domicilio.
Una vez habiendo considerado estos escenarios y las formas de afrontarlos, os debéis lanzar a buscar una vivienda que cumpla con vuestras expectativas. Como criterio básico os aconsejo que no esté lejos de espacios de salud –hospitales y centros de día-, espacios comerciales –tiendas y mercados- y espacios de ocio -bares, museos, cines, gimnasios y zonas verdes- a los que podáis ir andando o en transporte público.
Por otra parte debéis considerar también, que la vivienda que elijáis esté adaptada o sea fácilmente adaptable a vuestras necesidades futuras, es decir, con ascensor si es un piso, con mucha luz natural, sin escaleras, con espacios comunes lo suficientemente acogedores para poder disfrutarlos juntos, con habitaciones espaciosas donde conservar la intimidad y baños amplios donde poder estar acompañado en caso de necesitar ayuda.
También deberíais pensar en la posibilidad de que os visiten otros amigos o familiares, para ellos, podéis considerar en tener una habitación extra que en un futuro pueda convertirse en el espacio de alguien tenga que ir a vivir con vosotros para prestaros ayuda.
Por último, hay que tener en cuenta que cuando uno se retira, a veces su poder económico disminuye, y a lo peor los gastos en ayuda suben, es por esto que esta vivienda ideal, debería ser lo más eficiente energéticamente que se pueda para ahorrar al máximo en los gastos de mantenimiento. Vivir con amigos de mayor es una de las opciones ideales que todos tenemos en mente, pero hay que organizarlo muy bien para que el proyecto sea todo un éxito.