Una buena terraza, con unas vistas preciosas, justo al lado del mar o frente a un prado infinito… ¿A quién no le gustaría tener una segunda vivienda? En la playa, para poder pasar los veranos paseando sobre la cálida arena, o en la montaña para salir de la aglomeración de la ciudad unos días, respirar aire puro y tener algo de tranquilidad. Pero claro, comprarte una segunda casa no es fácil y, seguramente, vas a necesitar una hipoteca para pagarla, una hipoteca que ya te adelantamos que será algo distinta a las de viviendas habituales.
Una hipoteca es siempre un quebradero de cabeza, no lo vamos a negar. Son muchos años pagando para que la casa sea completamente tuya, no vas a disfrutar de ella cada día, solo cuando te vas de vacaciones. Pero claro, puede que estés cansado de gastar dinero cada año en hoteles o apartamentos que algunas veces están muy bien, pero otras el servicio no acaba siendo el esperado. En cambio, poderte ir a pasar unos días con tu familia a tu propia casa es muy distinto. Tienes todas las comodidades, puedes andar libremente por ella pero, ¿te concederán la hipoteca para su compra?
No cabe duda que una hipoteca para una segunda vivienda es arriesgado, más aún si se tiene otra para tu casa habitual, ya que se tiene que afrontar el pago de dos y siempre se dará prioridad a la casa en la que vives, no a esta nueva. También depende mucho el lugar en el que quieras comprar esa casa, si es una zona con poca demanda, en caso de que en un futuro necesites venderla por algún motivo, será más complicado que te concedan la hipoteca. Al igual que la edad, una hipoteca, a pesar de tener dinero, no se concede porque sí cuando ya se superan los 50 años.
En las entidades bancarias se intenta que la suma de la edad y el plazo de la hipoteca no supere los 70 o 75 años, pudiendo llegar hasta los 80 en algunos casos excepcionales. Por eso, dependiendo de la edad se concede un plazo hipotecario u otro en caso de que se de el visto bueno. Por ejemplo, una persona de 55 años podrá pedir un préstamo con un plazo de unos 20 años, mientras que si el que lo pide tiene 60, el plazo de pago será menor, de unos 15 años. Esto quiere decir que, a más edad, más alta será la cuota de pago, dado que son menos años en los que se va a saldar la deuda que se tiene con el banco.
Siempre que puedas hacer frente a los pagos no habrá, en principio, ningún problema que te niegue la concesión de la hipoteca. Eso sí, al ser una segunda vivienda se valorará el estado de la habitual, en la que vives. Si ya está totalmente pagada, en caso de que aún tengas hipoteca qué plazos te quedan, si has tenido algún retraso o impago… Así como conocer tus ingresos mensuales, en qué situación económica y laboral te encuentras o los ahorros que tienes, que servirán de aval para saber que por el momento puedes hacer frente a las mensualidades.
Lo bueno es que le puedes sacar un poco de rentabilidad a tu segunda vivienda. Si solo la usas en los meses de verano o en puentes, puedes alquilarla por cortas temporadas. Tendrás que hacer frente a los impuestos que eso conlleva, pero recibirás un porcentaje de beneficio como desahogo ante la hipoteca.
Las hipotecas para una segunda vivienda pueden ser un poco más duras que las destinadas a tu casa de uso habitual. Sobre todo hay que tener en cuenta la edad, cuanto mayor seas, vas a tener menos años para pagarla, por lo que debes valorar cuál es el mejor momento para hacerte con tu deseada casa de vacaciones familiar.