Según la Sociedad Española del Sueño, entre un 20 y un 48% de la población adulta sufre en algún momento de su vida algún trastorno del sueño. Además, una gran parte de los pacientes que los padecen no llegan a ser diagnosticados al no recurrir a la ayuda profesional. Sin embargo, muchos de los problemas para conciliar una buena calidad del sueño son tratables y pueden llegar a prevenirse.
Existen tres aspectos básicos que determinan si el sueño es de buena calidad: la duración, la continuidad y la profundidad. Según estos factores, es decir, si no nos sentimos descansados al día siguiente, si existen interrupciones en nuestros ciclos o nuestro sueño no es profundo y no resulta restaurador, deberíamos contactar con un profesional.
Además, a partir de los 50 años es común comenzar a desarrollar más problemas a la hora de quedarse dormido. Sin embargo, existen una serie de cambios y recomendaciones que podemos introducir en nuestra vida para mitigar las complicaciones que surgen con la edad.
Uno de ellos es reducir el consumo de café o té en la tarde. De hecho, si tomas dos tazas de café a las dos de la tarde, lo que equivale a 200 miligramos de cafeína, el organismo terminará de eliminar lo que sería una de ellas a las ocho de la tarde y la segunda, aproximadamente doce horas después, a las dos de la madrugada.
A pesar de ello, según el Centro de Información de Café y Salud las personas que más café ingieren en su día a día son los que cuya edad se sitúa entre los 46 y 55 años (un 94%). De ellos, más de la mitad toma dos tazas cada 24 horas.
Del mismo modo que la cafeína deja de ser recomendable pasada la comida, existen otros consejos que serán capaces de contribuir para poder conseguir un sueño reparador, como poner cada mañana el despertador a la misma hora y posteriormente exponer el cuerpo a la luz solar.
Por la tarde, comer o beber demasiado en las tres horas anteriores a ir a la cama, ingerir alcohol o fumar, por el efecto de la nicotina, podrían afectar las horas de sueño.
Por la noche, es importante ir a dormir cuando tengas el sueño suficiente, descansar en una habitación silenciosa y oscura y adoptar una buena temperatura en la habitación, así como prescindir del móvil o la luz del cuarto, encendiendo en su lugar una lámpara de noche con menos luz.