¿Por qué nos saltamos las dietas?
La grelina, una hormona relacionada con el crecimiento y con ciertas funciones cerebrales, eleva la sensación de hambre
Los niveles altos de grelina desatan la impulsividad y anulan la voluntad de mantenerse dieta
La grelina también puede interaccionar con nuestros genes
Llevamos un tiempo intentando perder peso y nada parece funcionar. ¿Falla la dieta o fallamos nosotros? Es la pregunta eterna que nos hemos hecho mil veces con pocas o ninguna respuesta. Sabemos perfectamente lo que nos conviene y lo que tenemos que evitar. En unas personas, es el dulce o los procesados; en otras, las bebidas carbonatadas, el alcohol y todo lo que le rodea... Las cañitas y los aperitivos que las acompañan. Tienes que claro que hay que poner coto a esos alimentos, pero, inexplicablemente acabas cayendo en la tentación, pese a que intentas hacer mindful eating o alimentación consciente y eres un profesional de la nutrición intuitiva. Sin embargo, la historia se repite. ¿Cuántas veces has ido a un restaurante convencido de comer sano y has acabado comiendo el doble de lo habitual? La ciencia lo explica: no eres tú, son tus hormonas. En concreto: la grelina.
Ghrelina, la hormona que nos hace caer en la tentación
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La grelina es una sigla compuesta por las palabras 'Growth Hormone Releasing Peptide;' es decir es una hormona segregada en el estómago relacionada con la hormona del crecimiento. Está involucrada en el metabolismo energético y en procesos anti-inflamatorios. Por tanto, es relevante es cuestiones de peso corporal.
Cuando estamos en ayunas y el azúcar en sangre baja, el estómago segrega una hormona llamada ghrelina que tiene importantes implicaciones en nuestro cuerpo y en nuestra relación con la comida. Cuando nos saltamos la dieta pueden influir los nervios. La gestión emocional es importante en la pérdida de peso, pero nuestro cuerpo también se defiende como puede de la falta de comida y nos puede jugar malas pasadas si no sabemos cómo funciona. La grelina forma parte de estos procesos 'defensivos'. Veamos cómo nos afecta.
Somos más impulsivos
La grelina no solo hace que el apetito aumente, sino que nos hace ser más impulsivos tanto a la hora de elegir (nos iremos hacia lo más calórico) como a la hora de cometer el exceso. Nos impulsa a comer y a elegir aquello que no nos conviene.
Esto implica, por ejemplo, que si en nuestra despensa hay snacks procesados o embutido, iremos derechos a esos alimentos por los que te sientes atraído. Aunque suene un poco extremo, si eres de los que rompes la dieta con esos productos, no los tengas en grandes cantidades. Darse un capricho de vez en cuando no es malo, lo malo es la 'barra libre' de estos alimentos. Justo lo que provoca la grelina.
Anula nuestra voluntad
La grelina aumenta la sensación de hambre, una de la pulsiones primitivas de nuestro cerebro que nos hace priorizar la necesidad de saciar este hambre, respecto a cualquier cosa.
Esto se traduce en que aunque sepamos que lo que vamos a comer no nos conviene, parece que hay algo que nos impide resistirnos. Nuestro cerebro nos convence de que no pasa nada, de que un día es un día y de que no pasa nada si nos tomamos ese capricho. Realmente, la ingesta ocasional no es mala, pero, como hemos visto, la grelina aumenta la impulsividad y nos hacer superar las cantidades permitidas.
Anula nuestra paciencia
Cuando el cerebro está centrado y enfocado en un objetivo, podemos postergar acciones y retrasar nuestra recompensa para lograr ese objetivo. La grelina hace que necesitemos ese capricho de forma inmediata. No importa si sabemos que en poco tiempo podremos calmar el hambre con algo más saludable. Necesitamos una gratificación de forma inmediata y eso nos lleva a saltarnos la dieta.
Interacciona con nuestros genes
Los estudios nutricionales demuestran que los niveles elevados de grelina a largo plazo acaban alterando ciertos genes involucrados en la toma de decisiones y en la impulsividad, dos acciones controladas por la corteza prefrontal, la parte del cerebro humano que más ha tardado en formarse desde el punto de vista evolutivo y la que más tarda en desarrollarse en las personas.
Por lo tanto, si no quieres caer en la tentación, hay que mantener constantes los niveles de grelina respetando tus comidas principales y comiendo algo saludable entre horas para que tus niveles de azúcar no bajen y para calmar tu apetito y evitar así que los niveles de esta hormona crezcan anulando la necesidad de mantener la dieta.