Se trata de una proteína que nuestro cuerpo produce de manera natural y que está presente en multitud de funciones, desde la sujeción de los tejidos hasta la juventud de la piel. Nos referimos al colágeno, la proteína más importante en nuestro organismo, ya que representa más de una cuarta parte de nuestras reservas proteínicas. Es el componente fundamental de nuestros huesos y piel, pero también está en las articulaciones, los músculos, los tendones, la dentina, la córnea o el pelo.
La función principal es aportar resistencia y flexibilidad al organismo. Existen diferentes tipos de colágeno; hasta el momento se han identificado 28 tipos, aunque el tipo I y el IV son los más importantes y los que están más involucrados en nuestra salud.
La producción de colágeno no es estable: a partir de los 40 años se va perdiendo la capacidad de generarlo manera gradual. Físicamente, se nota una menor densidad en el pelo y el tejido cutáneo, se aprecia una mayor flacidez. También es frecuente que empiecen a aparecer los dolores articulares.
Aunque tanto los hombres como las mujeres sufren la pérdida progresiva de la capacidad de generar colágeno, ellas son las que lo suelen sufrir con anterioridad y de forma más repentina debido a los cambios hormonales. Por este motivo, es más habitual que las mujeres sufran antes problemas de densidad ósea y en las articulaciones.
La buena noticia es que podemos 'ayudar' a la producción de colágeno a través de la dieta. Los alimentos ricos en aminoácidos, como lo son todas las proteínas de alto valor biológico (pollo, carne, huevos, pescado azul, fundamentalmente), nos ayudan a crearlo. Sin embargo, con las dietas restrictivas, cada vez más habituales, es frecuente que este aporte de aminoácidos no sea el adecuado. Por esta razón, se han creado complementos alimenticios, el colágeno que podemos comprar en las farmacias, ya sea en pastillas o soluble hidrolizado.
Es fundamental conocer exactamente las características del complemento que vayamos a tomar, las indicaciones y la dosificación correcta.
El colágeno hidrolizado es muy fácil de ingerir: tan solo se debe disolver el contenido entero del dosificador en aproximadamente 150 ml de cualquier líquido. Lo más habitual es tomar el colágeno con agua; sin embargo, al no tener un sabor marcado es frecuente que pueda usarse en muchas recetas: smoothies, cremas vegetales, batidos, postres, zumos y como complemento del yogur.
El colágeno en pastillas, por su parte, se absorbe de manera más lenta.
La dosis diaria de colágeno hidrolizado con más resultados en estudios científicos está alrededor de los 10 gramos. Normalmente, cada marca incluye un medidor para calibrar la medida exacta.
A diferencia de otros complementos que sí han demostrado mayor o menor eficacia si se toman de día o de noche, el colágeno puede tomarse a cualquier hora. Sin embargo, sí es bueno pautar la ingesta a la misma hora para que se convierta en un hábito. Tampoco es necesario hacer descansos, pero sí se recomienda tomarlo como mínimo durante tres meses para notar sus efectos.
En general, el colágeno no tiene contraindicaciones. Sin embargo, cuando hay pacientes con enfermedades crónicas, es conveniente confirmar con el médico. Es el caso de las personas diabéticas o los mayores que se medican de manera habitual. Por su parte, los pacientes de enfermedades digestivas también deben confirmar si este complemento es adecuado.
Si no hay patologías preexistentes, el colágeno no tiene contraindicaciones ni interacciona con ningún nutriente, aunque sí responde mejor ante ciertos componentes. La vitamina C, de hecho, es su pareja perfecta. Con ella, reforzaremos la función reparadora de la piel, la hidratación y el tono, al tiempo que también reforzaremos el sistema inmune. La vitamina C, además, ofrece la ventaja de eliminarse con facilidad, a través de la orina, en caso de exceso. Los cítricos, las bayas (fresas, arándanos, frambuesas...) y el brócoli son los alimentos con mayor concentración de vitamina C.