Es evidente que la mayoría de las personas a los 50 años tienen la cara y las manos con unas cuantas arrugas y manchas, o aparece la famosa papada, o los párpados están más caídos. La pregunta que seguro te haces es: ¿por qué? O acaso más importante: ¿se pueden evitar o contrarrestar estos cambios? La respuesta es: ¡sí! Pero requiere importantes variaciones a tu estilo de vida.
Estos desperfectos en la piel vienen derivados del funcionamiento biológico y regenerativo innato de todo ser humano, cronometrado para ir disminuyendo su eficiencia cuando ya pisamos la mitad de nuestra esperanza de vida, por lo tanto no son por completo evitables o contrarrestables. ¡Ya quisiéramos tener la receta para la juventud eterna!
Hay quienes consideran que hay que empezar a cuidar la piel del rostro cuando aparecen las primeras arrugas o líneas de expresión, pero nada más lejos de la realidad. Los 30 años son el momento perfecto para cuidar la piel y evitar el envejecimiento prematuro. Si entendemos por qué ocurren estos cambios podemos hacer que ese cronómetro biológico avance más lento. Para saber cómo cuidar el rostro a los 50 años, hay que tener en cuenta las características que muestra la piel ahora:
A partir de los 50 años la piel comienza a resecarse, a tener flacidez, arrugas o manchas. Así que para frenar todo ello en la medida de lo posible, es preciso seguir estos simples consejos.
El mayor porcentaje del envejecimiento cutáneo se debe al exposoma (factores externos e internos, de los cuales los principales son estrés, dieta, falta de sueño, contaminación, radiación UV y tabaco). Así que para frenar la acción de los radicales libres, es preciso usar antioxidantes como la vitamina E, el ácido ferúlico, la niacinamida, la vitamina C y la melatonina. Los antioxidantes impiden la producción de los radicales libres y evitan un daño, además de poseer una acción antiinflamatoria y aumentar la síntesis de colágeno.
Cada piel es única, por lo que habría que darle lo necesario. Y es que todos envejecemos de forma diferente (presencia de arrugas, manchas, perdida de hidratación, poros dilatados, flacidez y ojeras). Es por ello que un ritual personalizado ayuda a tener un aspecto saludable, sin importar la edad. Además, habría que adecuarse a los cambios de la piel. Es recomendable visitar a un profesional que analice el estado de la piel y sus necesidades para encontrar la mejor rutina de cuidados.
Es recomendable dedicar un cuidado más profundo a la piel al menos 1 o 2 noches a la semana. Esto hará una gran diferencia a la piel, ya que evitará deshidratación, manchas y arrugas. Así que es importante elegir productos adecuados para la piel como los exfoliantes, los peelings, las mascarillas, los masajes, etcétera.
Una dieta balanceada que cuente con frutas, verduras, legumbres, cereales y pescado resulta esencial para mantener una piel saludable. También es necesario limitar la ingesta de ciertos alimentos como las grasas saturadas y el azúcar para poder retrasar el envejecimiento cutáneo. Estudios señalan que dichos alimentos provocan la glicación, es decir una reacción química que acelera el envejecimiento, promueve la pérdida de colágeno y elastina, así como la inflamación.
La cara acaba en el escote y deberíamos cuidar esa piel de igual forma, incluyendo el cuello. Se trata de dos zonas que solemos olvidar y que a partir de los 50 o incluso antes presentan signos de envejecimiento como arrugas, deshidratación, flacidez o manchas. No debemos olvidarnos de cuidar el cuello y el escote igual que el rostro, es decir, limpieza diaria, mañana y noche, hidratación, protección solar sobre todo cuando está expuesto, exfoliación, etc.