Es bastante más alto que Gene Kelly, lo que significa que, si hubiese tenido el privilegio de bailar claqué con él, habría acabado con escoliosis, como le ocurrió a Esther Williams, que se quejaba de tener que encorvarse porque el bailarían no soportaba eso de tener parejas de baile con más estatura. Luis Rodríguez Soler deslumbra cada vez que sale a escena. Por actitud y por carisma. Empezó a bailar claqué hace tres años y desde entonces su presencia, a menudo como maestro de ceremonias, es ineludible en cualquier espectáculo de Performance Academy, la escuela donde se forma como bailarín.
El claqué se ha convertido para este hombre en una peculiaridad más de su personalidad prolífica y apasionada. Aparte de bailarín aficionado, es profesor universitario, consultor de negocio, guionista, diseñador de personajes en la industria del videojuego y especialista en Compliance Penal y Prevención de blanqueo de capitales. Acumula más de 30 años de experiencia en finanzas y auditoría. En su tiempo libre, practica CrossFit. Y, además, baila claqué. También bailes de salón junto a su mujer. ¿Un genio loco? Más bien un trabajador que se entusiasma con todo aquello que emprende. A su edad, 57 años, la carrera de Gene Kelly ya había empezado a declinar. Podemos decir que la de Luis está en todo su esplendor. Quién sabe, quizás en Broadway, en aquellos años, él también habría sido una estrella.
El claqué es mucho más que Gene Kelly, Fred Astaire y Ginger Rogers bailando de forma elegante en títulos míticos como 'Sombrero de Copa' o 'Cantando bajo la lluvia'. A Luis le traslada le traslada a Nueva Orleáns, al origen mismo del jazz y a aquellos esclavos que trabajaban duro en los campos de algodón mientras cantaban su tristeza, la rabia contenida y la nostalgia de la tierra de la que habían sido arrancados. Poco a poco, el jazz fue creciendo ligado al baile. Los esclavos reproducían con sus pies los redobles de la batería y otros instrumentos de percusión que tenían vedados. Después fueron las baterías las que se inspiraron en las figuras rítmicas de esta danza.
Según nos explican tanto Luis como su profesora, Yolanda López, directora de Performance Academy, su origen es ecléctico. Nació entre la danza tradicional del zueco en el norte de Inglaterra y otros ritmos tradicionales irlandeses, escoceses y africanos, todos con mucha base de zapateado y tambores. La industria del cine quedó hechizada con esta forma de expresión artística y enseguida llegaron los iconos del Hollywood clásico, como Shirley Temple, reina indiscutible del claqué. Sus bailes junto al coreógrafo Bill 'Bojangles' Robinson fueron el mejor antídoto contra el pesimismo de la Gran Depresión. Ni siquiera el éxito del rock and roll pudo eclipsar al claqué. Antes de estos actores hubo otros bailarines quizás no tan populares, por los Nicholas Brothers, que enamoraron al público por su elegante estilo, o Willie Bryant. Es importante conocer estos detalles para entender la esencia del claqué.
En Estados Unidos, el claqué ha tenido siempre continuidad y las calles de ciudades como Filadelfia han sido auténticas pistas de baile. A Europa llegó de la mano de los musicales y ahora está viviendo una época muy buena tanto en las escuelas de baile como en los musicales y algunos eventos. Yolanda nota este interés creciente, si bien lamenta que en España, con tanto talento, exista tan poco espectáculo donde desarrollar el claqué. Ella es, por cierto, la que ha sabido arrancar a Luis el punto exacto de divismo que precisa todo bailarín de claqué. Y él está encantado: "Me fascina la estética que envuelve al claqué. Es elegante, expresivo y con una imagen tan cuidada que hace que el bailarín brille aún con más intensidad".
Luis empezó a cogerle el gusto desde los primeros pasos, muy básicos pero suficientes para descubrir la magia del claqué y continuar su aprendizaje con algunas combinaciones, patrones y ritmos que cada vez fueron adquiriendo algo más de complejidad. Profesora y alumno insisten en que el claqué no tiene edad. "Cualquiera puede seguirlo -dice- y los resultados son inmediatos. El ejercicio que haces es brutal y se nota, sobre todo, en los gemelos y tobillos. Es una danza saludable y muy dinámica, tanto desde el punto de vista aeróbico como de control de la musculatura. Ganas flexibilidad, mejoras la respiración y corriges la postura. Además de favorecer el aspecto físico y ayudarte a ganar elegancia, previene lesiones y molestias".
Que el ritmo es contagioso, casi adictivo, salta a la vista, pero nos cuesta creer, viendo cómo mueven sus pies, eso de que sea una disciplina fácil. Imaginamos que todo bailarín de claqué disfrutará de un buen oído, un gran dominio del cuerpo y un buen nivel de coordinación. Su insistencia es tal que resulta imposible resistirse a calzar un par de esos icónicos zapatos y probar el golpeteo rítmico conseguido con el sutil metal. "Empiezas por los pies y, poco a poco, vas sumando movimiento de tronco y brazos", indica Luis. El sonido del zapato y la percusión de sus planchas metálicas cuando tocan el suelo es pura magia. De repente, los pies se convierten en un fabuloso instrumento de percusión. Se podría bailar a capela. Además, tiene ese punto nostálgico que te lleva de nuevo a Fred Astaire y Ginger Rogers, a pesar de que Yolanda asegura que el claqué ha evolucionado y ahora existe una gran variedad de estilos y ritmos.
"Aprender los primeros movimientos básicos -reconoce- me resultó fácil. Seguir superando niveles, sumarle ritmo y bailar con cierta fluidez y gracia requiere una gran concentración. Esto es bueno porque al enfocarte en ello liberas tu cuerpo de tensiones. El claqué es excelente para esto. Una vez que diriges tu pensamiento y relajas el cuerpo, empiezas a bailar bien y recuerdas los pasos y mantienes la coordinación. El esfuerzo queda compensado por la satisfacción que te aporta". Yolanda añade que, a partir de los 50, los bailarines encuentran más beneficios: "Se liberan de los complejos, autocríticas y esos pensamientos negativos que uno puede tener sobre su cuerpo o apariencia física. El claqué, y en general cualquier otro baile, es una herramienta mental muy poderosa".
Independientemente de la destreza que uno tenga, queda claro que el claqué reactiva nuestro sentido del humor. Para terminar de convencernos, Luis nos garantiza que con esta disciplina ha conseguido mantener a raya su peso, ha aumentado su resistencia, enferma poco o casi nada, limpia sus arterias de forma natural, previene la enfermedad cardiovascular y está de magnífico humor. Y por si fuera poco, se puede bailar sin pareja a quien pisar.