Uno de los problemas que más preocupan a los hombres es la alopecia. A pesar de que este trastorno dermatológico no tiene graves efectos en nuestra salud física, la pérdida del cabello puede ser una experiencia verdaderamente traumática, especialmente si nos afecta cuando aún somos jóvenes. La depresión, la ansiedad o la pérdida de la autoestima son algunos de los problemas a los que pueden llegar a enfrentarse quienes sufren de alopecia, un trastorno que no entiende de clases y que se estima que afecta a la mitad de la población mundial masculina.
No es de extrañar, por tanto, que cada vez haya más productos y tratamientos que busquen una solución capaz de acabar con este problema capilar. Uno de los más antiguos y conocidos son los champús anticaída, unos cosméticos que suelen prometer resultados milagrosos y que muchos adquieren cuando empiezan a notar los primeros síntomas de la alopecia. Pero ¿son realmente eficaces?
La respuesta es no, o al menos no por sí solos. Y es que a pesar de que los champús anticaída pueden ayudarnos a eliminar la seborrea de nuestro cuero cabelludo y a mantenerlo en buen estado, este tipo de productos no pueden llegar a alcanzar nuestra raíz folicular, que se encuentra varios milímetros por debajo de la epidermis y que, por decirlo de alguna manera, es la responsable de generar nuestro cabello. Al contrario, cuando utilizamos un champú anticaída lo único que podemos hacer es extenderlo por la piel y repartirlo por el cabello, motivo por el que no son eficaces para frenar la caída del cabello o regenerarlo.
No obstante, este tipo de champús pueden sernos de ayuda cuando los combinamos con tratamientos farmacológicos, dado que tienen efectos positivos para nuestro cuero cabelludo que pueden hacer que los fármacos sean más efectivos.
Cuando empezamos a notar los primeros síntomas de la alopecia, lo primero que debemos hacer es ir a un dermatólogo. La calvicie puede estar provocada por múltiples causas, desde antecedentes familiares a periodos de estrés, una mala alimentación o cambios hormonales. Por ello, es importante que acudamos a un experto que nos pueda dar el motivo de nuestro trastorno y una solución acorde a nuestras necesidades. A veces, un cambio en nuestros hábitos de vida o en nuestra propia medicación pueden ayudarnos a frenar y prevenir la caída del cabello, pero en muchas ocasiones será necesario que empecemos un tratamiento adecuado. Es el caso de los pacientes de alopecia androgénica, o calvicie común, el más popular de los trastornos dermatológicos de este tipo. En estas situaciones, la pérdida del cabello se produce por genética pura, aunque hay factores de nuestro día a día, como una mala alimentación o el estrés, que pueden acentuarla.
A la hora de tratar este trastorno, existen varios tratamientos que pueden ayudarnos. Uno de ellos es el minoxidil, un fármaco vasodilatador que podemos usar cuando empezamos a notar los primeros síntomas como solución preventiva. Si nuestros folículos pilosos todavía no han sido destruidos, este medicamento hará que reciban más nutrientes aumentando el flujo sanguíneo, lo que parará la caída del cabello y permitirá que crezca más fuerte.
Otra opción es la finasterida, un fármaco antiandrogénico que está considerado como uno de los más eficaces a la hora de combatir la calvicie. Este medicamento actúa sobre la enzima 5 alfa-reductasa de tipo II para impedir que transforme la testosterona en dihidrotestosterona, un andrógeno que favorece la secreción de seborrea y la consecuente pérdida del cabello. En esta línea también encontramos la dutasterida, un tratamiento que también actúa inhibiendo la enzima 5 alfa-reductasa y que se diferencia de la finasterida en que actúa tanto en las enzima de tipo I como de tipo II.
Estos tres medicamentos son efectivos contra la alopecia común y pueden combinarse con los champús anticaída para potenciar sus efectos. No obstante, antes de empezar a consumirlos, debemos consultar a un especialista.