Afecta tanto a hombres como a mujeres, especialmente a partir de los 50: eso de levantarte bien y, horas más tarde, irte a la cama hinchado y con sensación de pesadez. Si es tu caso, es probable que retengas líquidos. La buena noticia es que con una correcta alimentación y algún cambio en tu estilo de vida puedes acabar con ello.
Un 70% de nuestro cuerpo es agua. La retención de líquidos se debe a un aumento de agua en tejidos extracelulares (o lo que llamamos tejido intersticial) como consecuencia de un desequilibrio entre el agua corporal que en un 65% está dentro de las células y un 35%, aproximadamente, fuera de ellas. El que haya más agua fuera que dentro produce lo que llamamos retención de líquidos y suele asociarse a patologías renales, hepáticas, cardiacas o linfáticas.
Sin embargo, lo habitual es que sea debido al sedentarismo y a una dieta poco equilibrada, con exceso de sal (sodio), azúcares y alcohol. Aunque como decíamos, puede darse tanto en hombres como en mujeres, en este último grupo es más habitual por el tipo de hormonas y la calidad de la piel (más delgada).
Los síntomas pueden ser extremidades hinchadas y cambios repentinos en el volumen corporal, que desaparecen tan rápido como llegan. Retener líquidos puede llevar a acumular hasta dos kilos de más. La parte inferior del cuerpo es más propensa a acumular líquido que la superior.
El mejor remedio para evitar el problema es una dieta adecuada, equilibrada, y un estilo de vida activo. ¿Qué alimentos no pueden faltar en una dieta que actúe contra la retención de líquidos?
En general, las personas sanas con retención de líquidos deben evitar alimentos ricos en sal (sodio) y favorecer los ricos en potasio y agua. Para aderezar las comidas se puede sustituir la sal por pimienta, perejil, albahaca, tomillo, menta, cúrcuma, orégano, comino o cualquier otro condimento que nos guste y aporte sabor al plato.
Según los expertos de Clínica Menorca, entre los alimentos que debemos evitar:
Según la OMS, para mantener un buen estado de salud hay que realizar una actividad física mínima de 20 minutos al día. El número de pasos diarios recomendados es de 12.000 para mujeres entre los 18 y 40 años, 11.000 para mujeres entre 40 y 50 años y 8.000 a partir de los 60 años.
Sin contar el número de pasos, también es muy recomendable andar entre 30 y 45 minutos a buen ritmo todos los días. Podemos igualmente aprovechar el buen tiempo para montar en bicicleta o nadar; en definitiva, hacer cualquier ejercicio en el que haya que mover las piernas facilita el trabajo de los riñones, especialmente la natación es muy saludable, incluso dejar las piernas descansando mientras flotan en el agua.
Otro remedio es prestar atención a la ropa y la postura corporal. La ropa adecuada no debe dejar ninguna marca sobre la piel. Debemos también evitar posturas de compresión: cruzar piernas o estar muchas horas seguidas sentadas (levantarse cada hora y caminar unos cinco minutos o estirar, o mover los dedos de los pies de abajo arriba).
Si el problema es grave o queremos ver resultados rápidos, la medicina estética ofrece buenas alternativas. La presoterapia consiste en masajes mecánicos que utilizan la presión de aire para activar el sistema linfático y mejorar la circulación. Es un tratamiento agradable, relajante y muy saludable que alivia el dolor en los miembros inferiores ocasionados por la retención de líquidos y ayuda al sistema linfático a limpiar el organismo de toxinas. Se puede, además, combinarlo con masajes de drenaje linfático manual.
La mesoterapia también es un tratamiento corporal para eliminar líquidos. Se realizan infiltraciones con un cóctel homeopático para drenar a nivel linfático y a nivel venoso. La carboxiterapia son infiltraciones a nivel subcutáneo de CO2 que reorganiza el tejido y mejora mucho la retención. Se aporta sangre y oxígeno, éste último produce angiogénesis (formación de nuevos vasos sanguíneos por dónde va el oxígeno y el nutriente) y al mejorar el tejido se drena mejor. Para conseguir resultados, todos los tratamientos estéticos deben ser combinados con una buena nutrición, dieta saludable y ejercicio.