¿Sabías que a cada forma de cara le corresponde un tipo de metabolismo que, a su vez, condiciona la manera en la que envejecemos? La facialista Yvette Pons, una de las mayores expertas en envejecimiento cutáneo, lo explica de manera pormenorizada en su cuenta de Instagram.
Pons insiste en que no hay tipos puros de rostro, pero sí formas predominantes. Por eso, cuando te mires al espejo es importante que sepas identificar tu tipo de cara. De ello depende el buen diagnóstico y los cuidados que mejor van a sentarte. ¿El objetivo? Envejecer con armonía y, sobre todo, con salud.
Para Yvette Pons, las personas que tienen el rostro triangular o alargado, "generalmente tienen unas facciones estrechas, poseen poco pómulo y poca musculatura, y la piel con los años se va volviendo cada vez más delgada". Son rostros con facciones pequeñas, algo que se ve hasta en la forma del orbicular de los ojos o de la boca.
"Esta estructura facial corresponde a personas muy nerviosas", explica Yvette. "Su sistema orgánico, fisiológico, y bioquímico está más acelerado y metabolizan todo más deprisa. Cuando las células realizan sus funciones bioquímicas y fabrican toda la nutrición con lo que tiene que abastecer a todo el cuerpo pierden mucha energía, y necesitan otra vez nutrición para generar energía", cuenta la experta.
Se trata, en suma, de metabolismos rápidos que siempre están en funcionamiento y que impiden la correcta oxigenación de los órganos. "Los rostros triangulares o alargados tienen estructuras poco abastecidas; por eso, la estructura ósea cada vez es más delgada y pequeña. De la misma manera, la musculatura no tiene un buen riego sanguíneo, ya que no está suficientemente nutrida y cada vez es más delgada, igual que la piel. Por este motivo, el cráneo se va encogiendo a medidas que se hacen mayores", señala.
En términos de envejecimiento, esta dinámica se traduce en mayores líneas de expresión dinámicas y estáticas y más tendencia a un envejecimiento prematuro. Para evitarlo, hay que hidratar muy bien la epidermis y ofrecerle lípidos de calidad. También hay que favorecer la oxigenación y el riego sanguíneo a través de tratamientos y masajes para fortalecer la musculatura y que llegue toda la nutrición que necesita.
Las personas con el rostro ovalado "generalmente tienen los pómulos muy desarrollados. Los labios son carnosos, gruesos y rosados. Sus ojos se caracterizan por ser rasgados o por ser muy abiertos. Su color de piel es rosado o rojizo".
"Tener el rostro ovalado implica que el sistema arterial aporta más oxígeno y nutrición a los órganos, a la piel, a los músculos y huesos. Por eso, todas las estructuras se desarrollan más de lo normal", explica Yvette. Por su continuo bombeo, produce una vasodilatación y la piel está más rojiza, la temperatura corporal es más alta y los capilares son más frágiles. Es posible que estas personas tengan pequeños capilares rojos en nariz y pómulos, y que pueda haber cuperosis", asegura Yvette.
Este aumento de temperatura aumenta la transpiración y las reservas de agua de la piel se evaporan, por lo que hay más deshidratación, al tiempo que favorece la retención de líquidos.
"Envejece por flacidez, debido al peso de la retención del agua y acumulación de grasa. También se producen fibrosis o engordamiento de la piel. Con los años, estas personas desarrollan una piel dura producto de un exceso de proteínas y otras toxinas que el sistema linfático no logra depurar", señala la experta.
Las personas con rostro ovalado no desarrollarán muchas arrugas, pero sí tendrán descolgamiento facial y doble mentón, ya que los ganglios quedan bloqueados. Esto se hace patente en la zona del cuello y mentón, rictus nasobucal y bolsas en los ojos.
"La mejor manera de mejorar el envejecimiento es el drenaje linfático y vigilar la alimentación y el sobrepeso", asegura Pons. "Aprender a hacer un buen drenaje es imprescindible, acompañado de una buena hidratación, con principios activos de vitaminas y minerales para los tejidos. Se recomienda aplicar cosméticos que refuercen los capilares para evitar la fragilidad".
Los rostros redondos poseen "un sistema bascular y metabolismo muy lento. Son personas tranquilas y pasivas. Cuando esta actividad bascular es lenta, hay poco bombeo de sangre, y hay estancamiento de la linfa por la falta de drenaje. Esto se traduce a colores de piel muy blancos y pálidos", explica la facialista. También se traduce en pieles sensibles, reactivas y que se queman con facilidad con el sol.
"El poco drenaje provoca acumulación de toxinas en pieles grasas y con impurezas", afirma Yvette. "La acumulación de agua y grasa genera una estructura facial más redonda. La lentitud del sistema arterial provoca que no llegue la suficiente nutrición a los músculos y a la piel, por eso los músculos son más bien blandos".
En esta tipología, la lentitud del sistema linfático hace que haya una tendencia hacia la acumulación de grasa y kilos. Por eso, las personas de rostro redondo pueden tender a la obesidad, por lo que les conviene cuidar la alimentación e intentar hacer algo de ejercicio.
"En este caso, los músculos faciales están blandos. Los fibroblastos no crean el colágeno que deberían. En la piel hay poca hidratación y nutrición, por lo tanto, la piel está desvitalizada, con flacidez y que se descuelga con facilidad. También falta tono porque la piel no está con el aporte de nutrición que necesita. La buena noticia es que apenas presentan arrugas", explica Pons.
“Para cuidar el envejecimiento de esta estructura facial es primordial seguir una buena alimentación y lo mejor es seguir el consejo de un buen nutricionista. También es primordial hacer ejercicio", nos explica la experta. "A nivel facial, es importante dejarse recomendar por un terapeuta que diseñe una buena rutina cosmética reforzando la capa hidrolipídica, cuidando el drenaje y sin obstruir las glándulas sebáceas", señala la facialista. También es importante realizar tratamientos reafirmantes para tonificar los tejidos.
Las personas que tienen este tipo de rostro "tienden a tener un color de piel amarillo-verdoso y suelen ser pieles grasas con puntos negros. Tienen falta de oxigenación por asfixia de exceso de grasa y falta de luminosidad", asegura Yvette Pons. Son pieles que se broncean con facilidad pero que también se hiperpigmentan con facilidad.
"En esta estructura facial cuenta mucho la gestión del estrés. Las personas con el rostro cuadrado son muy autoexigentes y perfeccionistas", asegura Yvette. "En los momentos de estrés, se desestabiliza el sistema digestivo y el metabolismo, el hígado se sobrecarga para digerir las toxinas y tiene que segregar más bilis de lo normal. La bilis es amarilla-verdosa, de ahí el tono de la piel".
Es frecuente que al estresarse respiren mal y acumulen más gases de lo normal. Se sienten hinchados o sobrecargados, lo que contribuye a su sensación de estrés. Viven en un círculo vicioso que tiende a la inflamación crónica, con un exceso de cortisol. El estrés también puede dar lugar a trastornos digestivos, tanto con diarreas o estreñimiento.
"Tienen un envejecimiento con una base muscular buena, porque son personas que nacen muy fibradas y, con poco ejercicio tonifican, pero la piel pierde el colágeno muy fácilmente y se va despegando de la musculatura", asegura Yvette. "La fabricación de colágeno es baja, por eso la piel se desvitaliza, y con los años se va perdiendo progresivamente. Las líneas de expresión abundan y suele generarse un efecto acordeón, con muchas arrugas laterales que surcan el rostro", señala.
Hay que utilizar tratamientos en casa que controlen las glándulas sebáceas y que aporten elastina y colágeno. En cabina, mejor decantarse por tratamientos reafirmantes; el músculo acaba perdiendo su tono y hay que mimarlo. En cuanto a la alimentación, es preferible elegir alimentos que se digieran fácilmente para no sobrecargar al hígado. "Controlar el estrés. Es el principal enemigo del envejecimiento de la piel: genera flacidez y descolgamiento", advierte la experta. Una recomendación que vale para todas las pieles.