Una de las definiciones que ofrece el diccionario sobre una persona elegante es la que tiene buen gusto y distinción para vestir. Hay una segunda que no se limita al exterior del individuo, sino a la personalidad que destila: "Dotado de gracia, nobleza y sencillez". Esta última podría relacionarse con el pensamiento de Óscar Wilde, que opinaba que la elegancia se adquiría teniendo una educación perfecta.
Estés del lado del diccionario o en el del escritor irlandés, lo único cierto es que la elegancia no ha pasado de moda. Tarde o temprano, uno desea dejarse llevar por ella, ya sea en una cita, una boda o para ir a la oficina. Pero no todo el mundo consigue destilar clase. Eso, afortunadamente, puede cambiar. Tanto si es tu caso como no, es fundamental seguir unas reglas básicas que no consisten precisamente en seguir las tendencias de la moda, más bien en ser fiel a uno mismo. Te las contamos en el vídeo.
Si piensas en un icono del buen gusto, ¿quién se te viene a la cabeza? Podría ser el actor Cary Grant, en quien se inspiró nada más y nada menos que el personaje de James Bond; el músico David Bowie, que tuvo gran cantidad de cambios estéticos; o el modisto Yves Saint Laurent que se preguntaba: "¿La elegancia no es olvidar lo que uno lleva?".