Seguro que te ha pasado. Estás tumbado en la playa disfrutando de un libro, el agua está perfecta y los baños están siendo super agradables, pero el hambre aprieta y no queda más remedio que abandonar ese pedacito de paraíso para irse a comer. Te preguntas por qué no se te ha ocurrido meter unas bebidas y la comida en una nevera portátil. Existen cientos de propuestas ricas y bien saludables, solo debes tener presente qué alimentos no debes mezclar en la nevera de playa. En Uppers te damos las claves sobre qué ingredientes es mejor evitar, cómo preparar un buen picnic sin que falte de nada y cómo hacer que la nevera portátil mantenga el frío en su interior sin poner en riesgo la salud.
Un primer consejo es contar con dos neveras, una para la bebida, principalmente agua que es lo que más hidrata y calma la sed, y otra para la comida. La que incluye la bebida se usa de forma constante porque en la playa se suda por la exposición solar, el calor y el ejercicio de nadar o jugar a las palas. De este modo, la nevera que contiene la comida se abrirá pocas veces, conservando el frío en su interior y manteniéndola en perfecto estado.
Una costumbre habitual es comprar bolsas de hielo y meterlas en las neveras portátiles para conseguir bajar la temperatura. Sin embargo, es un error y resulta hasta peligroso. A medida que avanza el día, los hielos se van deshaciendo y se corre el riesgo de que los alimentos acaben empapados, aunque vayan en recipientes herméticos, o flotando. Incluso puede desarrollarse una contaminación cruzada a causa de esa agua residual. La mejor solución son las cargas de frío o las bolsas de gel. Es necesario introducir varias y congeladas en cada nevera de modo que se conserve el contenido frío en el interior bastantes horas.
En cuanto al menú, no hay que decantarse por cualquier cosa. En primer lugar, lo adecuado es apostar por alimentos que se consumen fríos, que el calor les afecte menos que a otros, que comerlos sea fácil, tal vez un tenedor o una cuchara, y que la digestión sea ligera, nunca que produzcan pesadez. A casi todo el mundo se le ocurre hacer una tortilla de patata y una ensaladilla rusa. Son los platos típicos del picnic tradicional. No obstante, son hasta peligrosos por su contenido en huevo, que puede estropearse, contaminarse y transmitir salmonelosis.
La opción de una ensalada de lechuga u hojas verdes, de pasta o de arroz como plato principal es de las mejores, siempre que el aliño se lleve a parte para mezclar en el último momento. Por ejemplo, un bote con aceite, vinagre, sal, ajo en polvo, orégano y hiervas que solo se tiene que agitar antes de incorporarlo a la ensalada. Las salsas con nata o yogur y la mayonesa son arriesgadas, ya que tanto los lácteos como el huevo necesitan respetar la cadena de frío para estar en óptimas condiciones. La nevera portátil mantiene las cosas frescas, pero no tan frías como estos alimentos necesitan.
En cuanto a los ingredientes de la ensalada resultan perfectos aquellos que no suelten mucha agua. Por ejemplo, añadir tomate no es buena idea, pero sí cebolleta, zanahoria o pimiento, al igual que maíz, como una propuesta de un cereal que también aporta energía. Como proteína siempre es más seguro elegirla enlatada, ya sea atún o salmón. Mucho más seguro es echarlo justo antes de comer junto al aliño. Otras opciones con proteínas son los frutos secos: nueces, anacardos, pipas…
A los que no les gusten las ensaladas o les apetezca otra cosa existen muchísimas propuestas. Empanadillas o empanadas de carne o de atún con tomate frito, de pavo y queso suave, de puerro confitado con queso de cabra, pasas y nueces; sándwiches de atún, anchoas, caballa o sardinas en conserva, quesos loncheados o semicurados que no suelten agua o suero; bocadillos de carne o de pollo asado, pavo a la plancha con rodajas de cebolla morada y espinacas, jamón serrano…. Hay cientos de ideas en redes sociales. Están riquísimos, por ejemplo, los rollitos de carne asada con rúcula, nueces, queso parmesano y mostaza en su interior. Como acompañamiento lo más socorrido es un gazpacho o un salmorejo, que además ya se comercializan hechos.
Ciertos alimentos conviene evitarlos ya sea para consumir solos o como parte de preparaciones. Es el caso de los mariscos, aunque nos encanten. Las gambas, los langostinos, los berberechos, los mejillones… mejor en casa o en un restaurante.
Por su parte, como postre o entre horas, la fruta aporta agua y refresca. Conviene llevar en la nevera aquella que tenga piel porque le sirve de barrera protectora y es menos delicada. Se pueden consumir con piel, lavadas en casa de antemano, manzanas, melocotones, nectarinas, peras, ciruelas… Las que no aguantan todo el día fuera de casa a pesar de estar en la nevera de playa son frutas sin piel como las fresas, ya que son bastante delicadas. Lo habitual es llevar una sandía o un melón. El inconveniente es que necesita de un buen cuchillo para comer cualquiera de ellos en el momento porque cuando se llevan partidos de casa su exceso de agua y la falta de frío los agria enseguida.
Otros postres, es el caso de lácteos o pasteles, suponen un riesgo en la playa. Todos aquellos preparados a base de leche o cremas tienden a estropearse con facilidad. Si se quiere tomar dulce de merienda hay muchas opciones caseras como galletas, bizcochos o magdalenas que aguantan bien en la playa siempre que sean recetas secas y estén a la sombra.
Como resumen, estos son los alimentos que no se deben llevar o mezclar con otros ingredientes en una nevera portátil para comer en la playa:
Por último y que sirva de recordatorio, es importante mantener una temperatura baja en el interior de las neveras con cargas de frío o bolsas de gel y evitar utilizar bolsas de hielos o hielos sueltos. Al derretirse las posibles bacterias pueden proliferar en el agua y contaminar todos los alimentos suponiendo un riesgo para la salud. Además, cada preparación o tipo de alimento se debe meter en las neveras en recipientes limpios y herméticos.