Los borbones se trajeron a España la tradición del roscón de Reyes, muy arraigada en la corte de Luis XV. Los mismos borbones van a tener ahora una nueva reina en su dinastía, la princesa Leonor. Era solo cuestión de tiempo que alguien creara el roscón de reinas. Estaba cantado. Y, al igual que ocurre con dulce clásico navideño, este roscón de reinas tampoco está relacionado con la adoración de los Reyes Magos al niño Jesús en Belén.
No exactamente. Ni procede, como el otro, de las saturnales romanas, que era la fiesta de los esclavos, que se celebraba en diciembre para celebrar un nuevo año de luz y la finalización de los duros trabajos en el campo. Pues no, el Roscón de reinas by Vanille nace del propósito de dos empresarias: Ariana Onno, fundadora de la Semana de la Moda sostenible de Madrid y de Joyas Hobe; y de Leticia Junco, socia de Vanille Bakery Lab, y lo hacen para “honrar y homenajear a aquellas mujeres y niñas que en su faceta de pacientes, familiares o como personal médico, llevan adelante una batalla diaria contra el cáncer”, explican las creadoras del producto, “ya sea en primera persona o cuidando y atendiendo a quien lo sufre”.
El Roscón de reinas, que incorpora un guiño feminista implícito –“no es solo una deliciosa indulgencia sino también un símbolo de empoderamiento, apoyo y solidaridad”- ha sido lanzado con la imagen e implicación de Concha Crespo, una de las periodistas gastronómicas más reconocidas de España. El 10% de los beneficios que proporcione su venta será donado a las asociaciones “Sonrisas sin cáncer” y “Cris contra el cáncer”.
Onno, polifacética empresaria, enrolada en iniciativas diversas en torno a la moda sostenible, explica que el proyecto se gestó en diciembre de 2012 “cuando estábamos creando la colección de navidad de Hobe del año siguiente” y lo hizo partiendo de una base creativa prexistente: el choco Kiss, el bombón con joya incorporada que lanzó en 2015 y que aún es demandado para acontecimientos muy señalados. “El Roscón de reinas aúna tres de las grandes pasiones de Hobe y que son las que nos identifican como marca: la innovación, la solidaridad y el diseño de joyería. Es maravilloso tenerlo todo en un dulce. Y no en cualquier dulce: hemos elegido Vanille por sus características como obrador artesanal, cuyos valores se alinean con los de Hobe”, explica Ariana Onno.
El roscón, que a estas horas circula en cajas a toda velocidad cruzando las calles de domicilio en domicilio, es fruto de una esmerada elaboración artesanal. El día previo al amasado preparan un macerado con agua de azahar y otros ingredientes naturales que le dan profundidad al sabor: miel, ron, pieles de cítricos, vainas de vainilla burbon de Madagascar -que utilizan enteras y abiertas- y violeta, “ese aroma inconfundible del Roscón de reinas, un aroma clásico de Madrid que se convierte en protagonista”, explica Marcos Costa, socio y maestro pastelero responsable de Vanille. Las 24 horas de maceración dan paso al amasado con un orden específico para evitar que la masa se caliente y fermente antes de tiempo. Cada ingrediente se cuida: la masa incorpora una mantequilla francesa seca que le aporta una textura sedosa muy exclusiva y los huevos son camperos de una pequeña granja de Ávila. El resultante fermenta lentamente otras 24 horas en frío positivo, no en congelación, para que se desarrollen todos los matices de sabor. La masa presenta una textura especial y se mantiene intacta sin conservantes ni mejorantes. Explica Costa que la masa se somete a una segunda fermentación antes de entrar en el horno, una vez decorado con azúcar violeta, láminas de almendra y naranja confitada en la casa. Una delicia con propósito.
Los primeros roscos, según el trabajo de quienes han investigado la gastronomía y costumbres de la época, eran unas tortas redondas con higos, dátiles y miel. Se regalaban a los trabajadores como premio por el trabajo al terminar el ciclo agrícola. En el siglo III se empezó a esconder en el rosco un haba seca, que representaba la prosperidad y apostaba por una cosecha futura abundante. Era un premio pensado exclusivamente para los esclavos. De hecho, el afortunado que encontraba el haba quedaba en libertad mientras duraban las saturnales, que se celebraban entre el 17 y el 23 de diciembre en honor a Saturno, el dios romano de la Agricultura, en un ambiente festivo y relajado.
Con la conversión de las fiestas en tributo religioso por la Iglesia católica, a partir del siglo IV, el roscón pasó a la historia. Salvo en Francia, donde Luis XV modernizó la tradición introduciendo una moneda en el dulce. Su tío, Felipe V, primer Borbón en nuestro país, considerado reformista y excéntrico y quien ordenó construir su Versalles en el Palacio de la granja de Segovia, lo introdujo en España.
Siglos después, encontrar el haba se tornó algo negativo, condenando al desafortunado que la encontraba a pagar el rosco. Este 2024, el Roscón de Reinas by Vanille, reinventa la tradición: quien encuentra el regalo oculto no solo no pagará el roscón sino que se llevará una pieza de joyería diseñada por Hobe. En efecto, las tradiciones están para mejorarlas.