Las lechugas y hortalizas en bolsa son un recurso rápido para incorporar en nuestra dieta diaria ese porcentaje necesario de frutas y verduras. En principio son un buen procesado aunque el alimento haya sido manipulado por el productor para su presentación en el mercado. A su vez, generan un residuo, el envase, que podría evitarse, pero hay que reconocer que la falta de tiempo hasta para lavar y cortar una escarola va en nuestra contra.
Durante bastante tiempo estuvo circulando por redes sociales el truco del papel en la ensalada de bolsa e incluso se hicieron eco diversos medios digitales. Se supone que el objetivo del truco es alargar el periodo de conservación de estas bolsas de ensaladas dentro del refrigerador.
No obstante, desde Uppers queremos remarcar que tanto los responsables del producto como los expertos en microbiología destacan que no es recomendable llevarlo a cabo porque podría ser peligroso.
Todo empezó con una publicación de una influencer en sus redes sociales anunciando que había encontrado la solución para que las lechugas envasadas duren más tiempo en la nevera una vez abiertas. Es bastante habitual no consumir todo el contenido y, si no se aprovecha como mucho al día siguiente, las hojas empiezan a estropearse y a humedecerse hasta quedar inservibles e incomibles.
Según dicta este consejo es tan sencillo como introducir dentro del envase abierto un papel de cocina o una servilleta de papel, cerrarlo tan bien como sea posible y volver a meterlo dentro del refrigerador en el cajón destinado a verduras y frutas. La influencer constataba que la función del papel es absorber la humedad que se genera y con ello el alimento aguanta mucho más tiempo.
En esta revolución diaria de contenidos digitales a modo de guía de supervivencia en casa, tanto los usuarios de redes sociales como distintos medios empezaron a difundir el truco como si hubiera sido un gran descubrimiento. Aparentemente, parece inofensivo meter un papel en una bolsa de rúcula o de berros que se acaba de abrir. Además, muchas personas puntualizaron que el papel mantiene las hojas frescas hasta una semana en buen estado. Lo que parece que nadie tenía en cuenta es que, junto a la fecha de caducidad, aparece impreso un texto con la frase: “Consumir en 24 horas una vez abierto”.
En Uppers hemos consultado a la empresa especializada en este tipo de alimentos más importante del mercado español. Su cometido es el cultivo y la comercialización de ensaladas y vegetales. Desde su central en Navarra nos han explicado que “las bolsas de lechuga y vegetales cortados, lavados y troceados se envasan en una atmósfera protectora para mantener su calidad y sus propiedades”. Además, añaden que se aseguran de que “la calidad es óptima en la bolsa cerrada hasta el final de la vida útil”.
Por un lado, el consejo de esta compañía es que siempre se consuma en el periodo indicado en el envase. Por otro lado, una vez abierta, “no se recomienda introducir ningún elemento externo en la bolsa, porque puede contener restos contaminantes para el alimento”.
A partir de aquí, como productores, subrayan que “es preferible elegir una presentación, dentro de las disponibles en el supermercado, que se adapte a nuestras necesidades de consumo”. Después de la compra, es necesario respetar la cadena de frío para “mantener siempre la calidad y seguridad alimentaria de los productos una vez que llegan a nuestras casas”.
Desde el ámbito científico señalan que cuando la bolsa permanece abierta más tiempo del indicado su atmósfera protectora deja de ser eficaz. A ello se añade que al introducir un agente externo (papel de cocina) en la bolsa, sin ser conscientes, cabe la posibilidad de que vaya acompañado de microorganismos patógenos que podrían contaminar el alimento, dando lugar a una intoxicación alimentaria.
Para la venta de este tipo de producto ha sido necesario llevar a cabo un proceso de I+D hasta acertar, pues los vegetales, ya sean espinacas, rúcula o escarola, deben presentarse en su bolsa cortados, limpios, desinfectados y frescos. Son alimentos muy frágiles y sensibles cuya vida útil de consumo óptimo y seguro es muy corta. Su conservación con elementos que no llegan de fábrica lo único que puede provocar es un problema de salud frente al supuesto beneficio de alargar innecesariamente su conservación.