Este año la Semana Santa cae a finales de marzo, no obstante, ya son muchos los que se están preparando para ponerse manos a la obra en la cocina y tener listas las torrijas típicas de la época. Siempre ligadas a la religión, la antigua abstinencia de Cuaresma ha hecho que muchas elaboraciones nacieran como alternativa a aquellos platos que no estaban permitidos. Entre esos platos destacan algunos dulces típicos de Semana Santa como los buñuelos, monas de pascua, rosquillas de cuaresma, pestiños, leche frita... Sin embargo, la receta más famosa durante esta temporada, esa es sin duda la torrija.
La torrija tiene un origen popular y está hecha a base de pan frito que, por la sencillez de sus ingredientes, se ha convertido en el alimento perfecto para comer durante estos días tan especiales como familiares en cualquier momento del día. Leche, pan, huevos y un chorrito de almíbar dulce, es lo único que se necesita para hacerlas.
Aunque se trata de uno de los postres más típicos de la Semana Santa en España, lo cierto es que su origen se remonta a la época de la Antigua Roma. Sin mencionar exactamente el nombre de torrija, la primera referencia que tenemos de una receta parecida está en la obra de Apicio. Durante los siglos IV y V este gastrónomo romano se dedicó a compilar en un libro diferentes recetas latinas, entre ellas este postre. En su versión, la rebanada de pan se sumergía únicamente en leche y no se hacía mención el huevo.
No fue hasta el siglo XV cuando aparecen las primeras torrijas tal y como las conocemos ahora, con leche y huevo. Curiosamente, según cuentan los escritos, allá por el año 1600 la receta era utilizada para aliviar a las parturientas a dar a luz y a favorecer su recuperación postparto. El gastrónomo Francés Guillaume Tirel, presentó en su recetario un postre en el que se debía bañar una rebanada de pan en leche, untarla con una yema de huevo y finalmente pasarla por la sartén añadiendo azúcar.
En España, la torrija o torreja aparece ya documentada en el siglo XV, citada por Juan del Encina, un poeta, músico y autor teatral del Prerrenacimiento español en la época de los Reyes Católicos: "Miel y muchos huevos para hacer torrejas", comentaba en sus escritos, al parecer en referencia a un plato indicado para la recuperación de parturientas.
La tradición de regalar torrijas tras el parto llegó a estar tan establecida que existen diversas referencias pictóricas en toda España. De hecho, no hay que irse muy lejos para dar con un ejemplo: en un retablo del siglo XVII de la Iglesia de Santa María de Pontevedra (llamada Alegoría de la leche) se puede ver una representación del nacimiento de la Virgen María donde una mujer echa leche encima de un plato que se puede identificar como unas torrijas de vino. Este uso de las torrijas también se ve reflejado en el nombre que recibían en ciertas partes de Galicia, conocidas como torradas de parida.
Las primeras recetas se remontan al 'Libro de Cozina' de Domingo Hernández de Maceras (1607) y 'Arte de cozina, pastelería, vizcochería y conservería' de Francisco Martínez Motiño (1611). La torrija era a comienzos de siglo XX muy habitual en las tabernas de Madrid y se servía con vasos de vino.
Su asociación con la Cuaresma y la Semana vino tiempo después, aunque no se sabe exactamente cuándo ni por qué. Los expertos piensan que se debía a la necesidad de aprovechar el pan sobrante durante el tiempo en que no se podía comer carne.
Otros piensan que tiene una asociación religiosa, porque durante la Cuaresma, que son días de ayuno y penitencia en memoria de los 40 días que ayunó Jesucristo en el desierto, había que buscar un alimento para llenar el estómago sin ofender las creencias. Las monjas, durante los días de abstinencia, aprovechaban el pan duro, bañándolo en miel y leche, según datos históricos dados en relación a las torrijas.