El convento de Madrid que recomienda José Andrés para comprar dulces
En el Monasterio de Corpus Christi se encuentra la congregación de las Jerónimas, monjas de clausura
Las monjas preparan algunos de los postres conventuales con las recetas más antiguas de Madrid
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El Chef José Andrés tiene tiempo para todo, lo mismo le vemos en los fogones de sus restaurantes, que ante las cocinas solidarias improvisadas en cualquier tipo de crisis humanitaria. Además, a finales del año pasado estrenó la docuserie 'José Andrés y su familia en España', en la que recorre España en clave gastronómica acompañado de sus hijas, Carlota, Inés y Lucía, nacidas en EEUU, a las que descubre la riqueza del país.
El cocinero y su familia recorren España en busca de los manjares más suculentos, a su paso por Madrid se deleitan con platos clásicos como el cordero a fuego lento, los churros y los dulces horneados por las monjas de clausura del Monasterio del Corpus Christi.
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Monasterio del Corpus Christi en Madrid
Situado entre la plaza del Conde de Miranda y las calles del Codo y Puñonrostro está el convento de las Carboneras del Corpus Christi, que pasa completamente desapercibido al no apreciarse apenas elementos religiosos en su entrada y fachada.
Este convento se fundó el 27 de septiembre de 1605 de la mano de la condesa Beatriz Ramírez de Mendoza, a modo de regalo para su hija Sor Juana del Corpus Christi, que fue la primera madre abadesa. Desde aquel momento, el convento contó con 24 monjas que debían llevar una vida de clausura. Hoy en día, la clausura sigue cumpliéndose a rajatabla. En 1981 fue declarado Bien de Interés Cultural y destaca que nunca ha tenido que ser reformado, manteniendo el mismo estado que en el momento de su construcción.
El maestro de obras Miguel de Soria fue el encargado de diseñar y construir el conjunto en el primer cuarto del siglo XVII, considerado uno de los representantes del primer barroco madrileño. Su fachada destaca por su sencillez, sólo rota por la portada. La iglesia es de una sola nave, con tres tramos y hornacinas sin crucero. La capilla mayor está elevada sobre el nivel general, único ejemplo de esta tipología conservado en Madrid.
El sobrenombre de ‘Carboneras’ viene a raíz de una historia en la que unos niños que jugaban en la calle portaban una imagen de la Virgen Inmaculada que el padre de uno de ellos encontró en una carbonera. Fray José Canalejas, al darse cuenta de que era una imagen de la Virgen, se la compró a los niños por pocos reales y el lienzo fue acogido desde entonces en el convento del Corpus Christi, conocido desde la llegada de la obra como el convento de Las Carboneras.
El convento alberga varias piezas de arte que pocas veces han visto la luz del sol. Al ser de clausura, las monjas pocas veces han prestado sus obras a exposiciones. Al contrario, la iglesia del Corpus Christi está abierta al público y allí sí pueden apreciarse el retablo mayor de Antón Morales o la ‘Santa cena’ de Vicente Carducho.
La dulce tentación
Los dulces de las monjas carboneras son conocidos en la capital como un manjar que merece la pena probar. "Durante siglos, las monjas se han aislado del mundo exterior, conectan con la gente de la ciudad a través de la comida, horneando pastas increíbles", asegura José Andrés en la docuserie.
Las monjas del convento venden, a través de un torno, varios dulces que elaboran de manera casera. Y es que aquí se preparan algunos de los postres conventuales con las recetas más antiguas de Madrid, concretamente de mantecados de yema, naranjines, sequillos, nevaditos, mantecados de Jerez, pastas de té, pastas de almendras y galletas.
A la derecha de la entrada a la iglesia hay una vieja puerta de madera. Hay que llamar al timbre y nos abrirán la puerta. Dentro encontraremos un torno, a través del cual nos darán las pastas que queramos. El horario de apertura es de 09:30 a 13:00 y de 16:00 a 18:30.