El papel de aluminio es uno de esos productos que se suelen considerar como básicos en cocina. Normalmente se utiliza para cubrir la comida que se guarda: el sandwich después del colegio, la cena que se enfría a la espera de alguien que se ha retrasado o, incluso, para dejar guardar las sobras en la nevera.
Estos restos suelen durar hasta cuatro días si se guardan bien sellados y se almacenan correctamente. Para la mayoría de las personas, cubrir un plato con papel de aluminio y depositarlo en el frigorífico es una forma rápida y fácil de almacenar alimentos. La facilidad con la que el papel se adapta a la forma del contenido, su resistencia y la capacidad de absorber el calor de la comida hacen pensar que esa es su misión, pero es posible que muchas personas lo estén haciendo mal.
Hay que saber que envolver los alimentos en una hoja de papel de aluminio también es una manera fácil de correr el riesgo de sufrir peligros para la salud. La revista estadounidense Reader’s Digest publicó un artículo en el que alerta del peligro de envolver sobras de comida en este icónico embalaje. El medio explica que el papel de aluminio fue creado para cocinar comida en el horno y, posteriormente, comenzó a utilizarse para guardar sobras.
Según explican, este uso indebido puede ser el caldo de cultivo de ciertos microorganismos que, posteriormente, provoquen algún trastorno en quien los consume. El problema no tiene que ver con el papel en sí, es decir, el aluminio no genera estas pequeñas formas de vida que pueden poner en riesgo la salud, sino que esas bacterias se encuentran en la comida.
A pesar de que con la cocción se elimina una gran cantidad de gérmenes patógenos, algunos grupos de bacterias pueden colonizarla si se encuentran al aire y a cierta temperatura. Es el caso del estafilococo y del Bacillus cereus, que producen ciertas toxinas que la cocción es incapaz de destruir.
¿Cómo guardar las sobras?
Guarda las sobras en un recipiente poco profundo para acelerar la refrigeración (máximo 5 cm) y con tapa. Si te ha sobrado gran cantidad, divídelas en porciones mas pequeñas.
Los alimentos cocinados no pueden dejarse a temperatura ambiente. Decide si los guardarás en el frigorífico o en el congelador antes de dos horas (o incluso menos si la temperatura es elevada). A más calor, más bacterias.
Antes de meter esa sobra en la nevera, espera a que se enfríe (respetando ese plazo de dos horas). Si no, el refrigerador deberá trabajar más de lo normal y gastará más energía.
Es conveniente que en la nevera esas sobras estén por debajo de 5 ºC. Y si las recalientas, hazlo a más de 60 ºC de temperatura; así se evitará la proliferación bacteriana.
Si te han sobrado conservas enlatadas, sácalas de la lata y pásalas a un recipiente de plástico o cristal. Hacerlo es importante y debes saber por qué no guardar comida en las latas abiertas: su interior se oxida con facilidad y el alimento se convierte en perecedero.
Intenta que tu frigorífico no esté a tope: lo idóneo es que circule aire entre los distintos «inquilinos».
Mejor separa los alimentos crudos de los cocinados. Minimizarás el riesgo de contaminación cruzada que puede darse entre productos que pueden portar microbios patógenos (normalmente los crudos) con los demás. Almacena los primeros en la parte baja; los segundos, en las baldas superiores.
Si te ha sobrado sopa de pescado o marisco, ¡cuidado!, pues fermenta con facilidad. Ante la duda, deséchala.
Es conveniente marcar la fecha en los paquetes antes de congelarlos.
Los alimentos deben resguardarse del daño que les causa el frío del frigo, de posibles patógenos y de la contaminación. Hay que emplear recipientes de vidrio o plástico herméticos.