La pizza. Abuelos y nietos pueden sentarse alrededor de la mesa para disfrutar de su sabor, aunque siempre quedará la eterna disputa de si en la pizza tiene o no cabida la piña. Fácil de preparar en casa o de pedir a través de cualquier servicio de delivery, es una de las opciones más socorridas para las noches del fin de semana.
Normalmente, optas por cortarla en triángulos con un famoso cortapizza, ese artilugio en forma de rueda que te facilita tanto la vida y con el que tardas la mitad que con un cuchillo o unas tijeras. Sin embargo, los cocineros napolitanos, los mayores expertos en la materia, aseguran que esta no es la mejor forma de comérsela.
Tradicionalmente en Italia, la pizza es un plato que se ha comido en la calle y con las manos. Sin plato, cubiertos ni otras herramientas para cortarlas. Por lo tanto, en Nápoles, lo que se hace es doblar la pizza en cuatro partes, primero en una mitad y luego en otra, quedando una forma triangular llamada ‘portafoglio’.
Debemos tener en cuenta que las pizzas de la región se caracterizan por tener una masa muy muy fina y muy pocos ingredientes por lo que compartirla no es una opción. Lo que hacemos nosotros de ponerle carne, bacon y demás extras es algo impensable allí, de hecho, pizzas como la carbonara no existen en Italia.
Otra de las razones por las que es posible esta forma de comer la pizza es que en su país natal no se trata de una masa crujiente sino moldeable que se pueda plegar fácilmente sin que se llegue a romper en ningún momento.
Esta forma de comer la pizza tiene una serie de ventajas que puede que te ayuden a entender algunas de las cosas que pasan cuando la partimos. Lo primero de todo es que el tomate se queda en el centro y lo mismo ocurre con el queso y el resto de los ingredientes.
Lo más común al cortarla en triángulos es que todo se derrama en el centro y se quedan en el plato restos de relleno. Además, la pizza se empieza comiendo de fuera adentro. Es decir, que primero se comen los bordes y se va llegando hasta el centro para que dé tiempo a que se vayan enfriando poco a poco los ingredientes y no nos quememos a la vez que no se nos queden fríos.
También nos permite saborear todos los ingredientes a la vez y que en absolutamente todos los bocados tengamos relleno porque al apretar el 'portafoglio' suben hacia arriba, olvidándose así de los bordes secos, sin sabor ni consistencia. Como ves, todo son puntos positivos, sin embargo, solo es válido para pizzas suficientemente finas y no muy recargadas, es decir, solo para las napolitanas tradicionales.