Bechamel líquida, grumos o brechas al freír: cómo evitar fácil errores que cometes al hacer croquetas
Hoy es el Día de la Croqueta: ya es hora de que encuentres la perfección en tus obras de arte
Hacemos un repasito general por los errores más comunes y te decimos cómo solucionarlos
La croqueta. Hay pocas cosas que den más placer que morder una bien hecha. Con rellenos prácticamente infinitos, funcionan bien con todo. Carne, pescado, verdura y claro, restos. En el Día Internacional de la Croqueta queremos aclarar los errores que se cometen al preparar lo básico de este alimento. La bechamel. La harina. El momento de freír. El pan rayado. Porque aunque haya pocas recetas más tradicionales que esta, conseguir la perfección, en ocasiones puede resultar complicado. ¡Pero en este tema hay que aspirar a ella!
Lo primero que debemos tener en cuenta es que no todas las bechameles son iguales y que no es lo mismo preparar una para una lasaña, más fluida, que una para unas croquetas. Compacta pero sin grumos. La temperatura, la forma de hacer la roux (base para la bechamel), el tipo de harina…
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Una vez con la masa elaborada, comienza la recta final para nuestra croqueta perfecta. Aunque la parte más importante está lista, queda rebozar y freír. Dos pasos que, mal hechos, pueden arruinar todo lo anterior. Descubre en el vídeo cuáles son los puntos en los que no debemos meter la pata para obtener una croqueta perfecta (dale al play y podrás ver todos los trucos).
¿Cuál es el origen?
Probablemente el origen de este manjar te sorprenda. Porque no, no es un invento español. Nació en Francia y su nombre viene del verbo 'croquer', crujir. Y aquí la pregunta inevitable, ¿qué vino primero la bechamel o la croqueta? Pues bien, el relleno de esta receta se lo debemos a uno de los cocineros de Luis de Béchamel y surgió en el siglo XVII. Las croquetas, en cambio surgieron en la corte de Luis XIV y no será hasta 1817 cuando nazcan tal y como las conocemos ahora.