Huevos verdes, plátanos rojos y otros alimentos inusuales con los que sorprender a tus nietos en una comida familiar
Te descubrimos los productos más peculiares que puedes encontrar en supermercados especializados y si su sabor es o no, comparable con el habitual
Comida de verano. Calor sofocante. Solo apetecen productos frescos y no especialmente pesados. Vermut, cerveza y unas buenas patatas fritas. Tus nietos en la piscina no tienen especial interés en sentarse a la mesa a comer. Jugar es mucho más divertido, pero ¿qué pasaría si cuando vean el plato encuentran alimentos de colores inimaginables? Te contamos los productos más peculiares que puedes encontrar en supermercados especializados y si su sabor es o no, comparable con el habitual.
Huevos verdes: no, no están podridos
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Antes de nada, sabemos lo que están pensando. No están podridos y está demostrado que los huevos verdes son tan comestibles como los demás. El color de la cáscara se debe a un proceso genético natural, en el que entra en juego la biliverdina, un pigmento proveniente de la hemoglobina que le da ese color verdusco.
Son huevos puestos por gallinas de la raza ameracucana, proveniente de Sudamérica. Se trata de gallinas no ponedoras por lo tanto la producción de estos huevos es muy reducida. La comercialización de estos huevos en España es limitadísima, la temporada es de febrero a octubre, y se destina, en la mayoría de los casos, a restaurantes. Pese al color verdusco de su cáscara, su interior es muy similar al del resto de huevos, aunque su tamaño es menor y su yema es más espesa y amarilla.
Zanahorias, mejor moradas
Pese a que ahora el color que asociamos a la zanahoria es el naranja, originariamente no era así. No fue hasta el siglo XVI cuando se cultivó la primera de este color en Holanda y se consiguió a base de cruces genéticos. Se hizo para conseguir que el color de esta hortaliza fuese el mismo que el color del emblema de la corona neerlandesa.
Hasta esa fecha, las zanahorias eran moradas o incluso rojas. Y ahora son fáciles de encontrar en verdulerías o supermercados. Entre unas y otras no existen variaciones significativas, aunque, según la variedad, puede ser más dulzona o picante. Al igual que otros tipos de zanahorias, la morada es rica en vitaminas, minerales y compuestos saludables. Incluso se ha observado que su poder antioxidante es superior al de la zanahoria naranja.
Fresas blancas, apariencia de fresa con sabor a piña
Se trata de una variedad proveniente de los bosques sudamericanos, que desde 2003 también se cultiva en Holanda. Esta fresa es el cruce entre dos especies de fresa americana, la Fragaria chiloensis y la Fragaria virginiana, híbrido nacido de forma accidental conocido con el nombre científico de Fragaria x ananassa o 'Pineberry'.
Sus propiedades son similares a las de las fresas rojas. Son ricas en vitamina C, también una fuente importante de fibra y favorece el sistema inmunitario. También conocidas como 'alma blanca', su sabor y aroma es muy similar al de la piña y su precio es bastante elevado. Esto se debe a que su cultivo no es rentable ya que cada planta produce un número de frutos muy limitado. En Japón es considerado uno de los productos más gourmet del mercado, tanto es así que se le denomina 'joya blanca'.
Plátanos rojos, también se cultivan en Canarias
Málaga y Canarias. Son los dos sitios en España donde se han lanzado al cultivo de esta variedad. Proveniente de Ecuador, esta fruta es rica en betacarotenos y en vitaminas A, E y C, desde el punto de vista nutricional, el plátano rojo y el amarillo no difieren en exceso. Su tamaño, en cambio, sí es menor y el grosos de su cáscara es mayor. Por dentro, su color es rosa pálido y su sabor, ahí sí que reside la diferencia.
Tiene un gusto ligero y más dulzón, que nos recuerda a la frambuesa en su punto exacto de maduración. Para saber si el plátano rojo está listo para ser consumido nos hemos de fijar en el color de su piel, cuando alcanza un tono rojo que se acerca al marrón está en su mejor momento. Los mayores productores de estas bananas a nivel global son África del Este, Asia y Sudamérica, pero el lugar en el que más se comercializa es en Estados Unidos.
Berenjenas blancas, de Cataluña al mundo
Es una variedad típica de Cataluña y durante muchos años ha sido la gran olvidada de nuestra gastronomía. Se ha mantenido gracias a los huertos de autoconsumo, hasta que en 2010 varias entidades catalanas presentaron la primera campaña de producción local con la finalidad de recuperar este producto de calidad y proporcionar a los agricultores de la comarca una variedad de cultivo que gana valor en sus tierras.
La berenjena blanca es una variedad que, pese a destacar por su color, se diferencia también del resto por su carne. Es mucho más sueva, molsa y dulzona, mejorando las elaboraciones que normalmente se hacen con la morada, por lo que es muy apreciada en restauración. Además, contiene menos calorías, pero su precio sí suele ser más elevado ya que se nota cualquier defecto y su conservación es más dificultosa.
Rábano, todo al negro
Originario de Asia menor, es una variedad particular muy utilizada en las cocinas del este. Se cultiva entre mayo y julio, se puede consumir tanto crudo como cocido y su sabor recuerda al del rábano picante. Se trata de una raíz rica en vitaminas, minerales y oligoelementos. A lo largo de los siglos se ha utilizado como un drenante natural y hoy en día se utiliza muchísimo en la fitoterapia, la ciencia que estudia las propiedades medicinales de las plantas.
La ciencia ha hablado: el calabacín, mejor amarillo
Pese a tratarse de una variedad poco común, investigadores de la Universidad de Córdoba han asociado compuestos procedentes de la piel y la pulpa del calabacín amarillo con la muerte de células tumorales. Aseguran ciertos elementos de este cultivo, como son el betacaroteno y la vitamina C demuestran efectos que podrían ayudar aplacar esta dura enfermedad del cáncer.
Se sabe que la cantidad de vitamina C es diez es superior a la cantidad que podemos encontrar en la pulpa del calabacín verde tradicional y su valor calórico es muy reducido. Solo aporta entre 10 y 12 calorías por cada 100 gramos de producto.