Cuentan los que salen que ahora las ciudades duermen por las noches. Los bares dormidos, las persianas bajadas, los grifos cerrados, la música en silencio. Malasaña es un barrio de Madrid, una calle, un café (simplemente Manuela) y, sobre todo, un icono. Fue icono de la movida en los 70 y los 80 y lo es en estos días de nuestro ocio dormido, las cañas vacías y el rock apagado. Nos hacemos eco de las palabras de Joaquín Prats en Cuatro al Día, "volveremos a llenarlos".
Por eso hemos querido volver a recorrer sus calles, solos y nostálgicos, tras la cámara de Luis de las Alas. Era obligatorio, como homenaje y como promesa de futuro. Además, hemos sentido que tenía que ser Jaime Urrutia quien nos susurrara en cada esquina eso de que echa de menos los bares y su calor de amor.
Correderas alta y baja de San Pablo, calle Palma, San Andrés, San Vicente Ferrer, Velarde, Espíritu Santo. Vacías, tranquilas, entre paréntesis tal vez. Un letargo extraño.
Calles tristes, sí, pero también llenas de tanta vida, de tantos años, de tantos grafitis, puertas de colores. Y la tristeza se convierte rápidamente en ganas de levantar persianas, de volver a escuchar la mejor música en el garito de siempre, de volver a tomar un vermut con una gilda.
Sabemos que en Malasaña no hay dos bares iguales. Hasta cerrados a cal y canto nos lo recuerdan. El Penta es un bar, solo un bar, desde 1976. Manuela es un café botillería. Pepe Botella, solo un café. Baztán, una taberna con actitud. Gato, categoría con tragos y viandas. Maravillas, un espectaclub. Corazón, un lounge bar y Maricastaña, un bar & kitchen. Tupperware, sin clasificar claro, presume en su fachada de rock y pop (suficiente).
Más literarias y con más verborrea, más diurnas, la Bodega de la Ardosa y Casa Camacho enumeran sus placeres, como si quisieran tentarnos a tirar de esa persiana hacia arriba hoy mismo: Aguardientes, vermuts, anchoas de Cantabria, cecinas, encurtidos, cocina casera, vinos, cervezas de todas las marcas...
Seguimos. Freeway, Kartel de Malasaña, La vía Láctea, mítica Vía Láctea, Weird, Crepa mía, La Dominga, La Catrina, The Stuyck. Ay Malasaña, nos robaron el mes de abril. Y así estamos sin ti. Durmiendo y deseando volver. Volver a quedar, como en los ochenta, primera parada en el Café Comercial, junto al Metro, para arrancar la ruta de nuestras noches favoritas.
Queremos vuestras persianas abiertas, todas. Que no se nos quede ninguna en el camino, que a ninguno se le atragante esta parada inesperada. Este 2 de mayo será menos 2 de mayo, querida Malasaña. Pero será el principio de un mayo hacia arriba, de un levantamiento lento y seguro.