Quizás eres un auténtico experto en la cocina, pero existen costumbres culinarias e higiénicas que pueden desembocar en algo mucho peor que un simple dolor de estómago o una infección alimenticia. Nos referimos a errores básicos que no solo arruinan el plato, sino que tienen efectos sobre nuestra salud. Te contamos los más habituales.
Más allá de las recetas en las que pueda usarse, algunas personas utilizan el papel de aluminio en el horno para evitar que las bandejas o los recipientes en los que cocinamos se manchen. Lo cierto es que las dudas sobre su toxicidad son habituales. Algunos países como Francia, Bélgica, Alemania o Reino Unido ya han prohibido su uso con fines alimenticios, aunque muchos países no han hecho nada al respecto.
Según la Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos, el papel de aluminio puede transmitir pequeñas cantidades de este metal a los alimentos con los que entra en contacto.
Cuando la receta requiere la envoltura (como el caso de la cocción al papillote) de unos ingredientes específicos como los vegetales, el vinagre, los cítricos, los frutos secos, la cerveza o las carnes y pescados procesados, el calor al que están sometidos estos elementos es el responsable de dicha filtración, cuyas partículas pueden quedar adheridas a los tejidos del organismo y provocar casos aislados de alzhéimer, infertilidad e incluso cáncer. Eso sí, siempre tras una exposición desmesurada.
"Aunque los productos sintetizados que contienen aluminio se consideran seguros en individuos sanos a las dosis recomendadas, se han observado algunos efectos adversos después del uso a largo plazo en algunas personas", asegura un estudio de la Agencia para Sustancias Tóxicas y Registro de Enfermedades de Estados Unidos. Como medida preventiva, es recomendable disminuir su uso culinario y emplear otros materiales o, sencillamente, confiar en los recipientes aptos para el horno.
Los sénior recordarán perfectamente cuando en las pescaderías se envolvía el pescado con papel de periódico. Hoy, nadie lo hace. Sabemos que no es adecuado porque esa clase de papel tiene compuestos que pueden resultar tóxicos si se ingieren.
En la actualidad contamos con organismos que se dedican, específicamente, a controlar y comprobar la toxicidad de los materiales que entran en contacto con la comida, como el papel de cocina, ese material que tanto utilizamos para secar alimentos, envolver bocadillos, filtrar la grasa de los fritos o, incluso, como papel secante dentro de la nevera. ¿Hay algún peligro en ello?
"Estos materiales deben estar fabricados de modo que en las condiciones previsibles de empleo (por ejemplo, absorber el aceite) no transfieran sus componentes a los alimentos en cantidades que puedan representar un peligro para la salud, provocar modificaciones en la composición de la comida o en sus características organolépticas", explica en El País Miguel Ángel Lurueña, autor del blog Gominolas de Petróleo y del libro 'Que no te líen con la comida'.
En resumen, el papel de cocina no es peligroso. Antes, como con cualquier cosa relacionada con la alimentación, debemos consultar el etiquetaje y ver que se indica que es apto. La copa y el tenedor es el símbolo que indica que ese producto puede entrar tranquilamente en nuestra cocina. Ambos significan que su contacto con los alimentos no representa ningún peligro para la salud.