Si preguntas a amigos y familiares por sus preferencias en cuanto a cocinar en una barbacoa de carbón o de gas habrá opiniones para todos los gustos. Lo mismo sucede en cuanto a los resultados en boca. Los que son adictos al carbón, porque les encanta el sabor que aporta, casi desconocen la existencia de las parrillas de gas y menos aún qué gas llevan las barbacoas de este otro tipo. En Uppers hemos puesto sobre la mesa los pros y los contras de cada una para averiguar qué es mejor una barbacoa de gas o de carbón.
La respuesta ya no es subjetiva porque la ciencia ha demostrado que la de gas supera a la de carbón vegetal independientemente de que se cocinen verduras, carnes o pescados. El carbón provoca que la parrilla adquiera mucha más temperatura e irradie mejor el calor, pero las parrillas de gas también alcanzan esa radiación a través de placas de cerámica, de barras o de piedras. Además, tras analizar el sabor de los alimentos después de cocinarse bajo ambos métodos, la ciencia asegura que el carbón no aporta un sabor extra como se pensaba, sino que proviene de la grasa, no del combustible. Los responsables son los aceites y los aromas que se generan.
Dejando a un lado la metodología científica, cada tipo de barbacoa tiene una serie de ventajas. Ten presente que en realidad lo que importa es el alimento, el proceso, el cocinero y hasta los comensales, más que el carbón o el gas.
En primer lugar, las barbacoas de gas son más cómodas en cuanto a la facilidad para encender; son más rápidas porque en unos 10 ó 15 minutos ya están calientes y se puede comenzar a cocinar; se mantiene constante la temperatura de cocción; y cuando se apaga, se enfría rápidamente. Las de carbón requieren paciencia en el encendido y cuesta mantener una temperatura homogénea. A su vez, la plancha o la parrilla permanece más tiempo caliente aún cuando no haya brasas.
En segundo lugar, destaca la seguridad de las barbacoas de gas: los difusores de calor están situados encima de los quemadores, lo que previene las llamaradas y el consiguiente riesgo de incendio y quemaduras. Podría haber una fuga de gas, pero es más improbable dicha fuga que un escape de chispas del carbón. Con éste es necesario ser muy precavido para no generar un problema si se prenden o si saltan las brasas.
En tercer lugar, resultan más limpias las de gas porque los alimentos, en vez de gotear sus jugos en la parrilla, los liberan y suelen ser evaporados por el calor de los quemadores. Además, al terminar la barbacoa no quedan restos de combustible ni cenizas. Es evidente que las de carbón son mucho más sucias y requieren una mayor limpieza a fondo tras el uso.
En cuarto lugar, casi todas las de gas pueden trasportarse sin que importe su tamaño, pero deben ir acompañadas de su botella de combustible. Las de carbón también suelen incorporar ruedas para moverlas a no ser que sean fijas o de obra.
Sin embargo, las barbacoas de gas también tienen algunas desventajas como el precio; es muy superior a las de carbón, al igual que el coste del combustible, ya sea propano o butano que tiende a variar. Ambas modalidades se comercializan en botellas de gas propano o gas butano de 5 a 11 kg y se compran en estaciones de servicio. La duración de una botella de 11 kg ronda las 15 horas, aproximadamente. Por otra parte, deben guardarse en un lugar protegido y alejado del calor.
Otro punto en contra del gas es que implica un impacto ambiental por la contaminación que genera por ser un petroquímico, aunque no sea visible como el humo del carbón.