Comer y escuchar música son dos de los pequeños placeres de la vida, pero ¿y si te dijéramos que nuestro gusto musical puede influir en nuestro paladar? Aunque a primera vista pueda parecer una locura sin mucho fundamento, esta es la conclusión a la que ha llegado un reciente estudio elaborado por investigadores japoneses de la Universidad de Miyagi (Japón), en el que se ha encontrado una posible relación entre lo que se come y la música que se escucha.
Según esta investigación, escuchar clásicos del rock y el heavy metal como Iron Maiden o Judas Priest y estrellas del hip hop como Bad Bunny, Kendrick Lamar o J. Balvin puede aumentar nuestras ganas de comernos una buena hamburguesa bien grasienta o una bolsa de patatas fritas, mientras que disfrutar de maestros del jazz como David Brucket, John Coltrane o Glen Clay tiene justo el efecto contrario y hace que busquemos alimentos más equilibrados y saludables, como hamburguesas de soja, sándwiches de verduras o pasta con marisco.
Para llegar a estas conclusiones, los autores del estudio les pidieron a 800 voluntarios que escucharan veinte canciones pertenecientes a cuatro géneros: música clásica, jazz, hip-hop y heavy metal. Tras esto, les pidieron que clasificasen 16 alimentos en función de las ganas que tenían de comérselos. Las respuestas iban desde “ninguna” a “muchas”.
De este modo, los investigadores descubrieron que escuchar heavy metal o hip hop podría aumentar nuestras ganas de comer comida basura, mientras que escuchar jazz podría hacer que busquemos opciones más saludables. En cambio, si somos de los que disfrutamos con una buena pieza de música clásica, es probable que nuestro paladar nos pida alimentos dulces, como batidos de fresa, barritas de cereales o, directamente, chocolate. Además, escuchar a autores como Bach, Chopin o Liszt puede reducir nuestras ganas de comer alimentos ultraprocesados, en comparación con los otros tres géneros musicales analizados.
El trabajo de la Universidad de Miyagi no es el único que ha encontrado una posible relación entre nuestro comportamiento y la música que escuchamos. Anteriormente, un estudio elaborado por la Universidad de Texas Tech (Estados Unidos) descubrió que las personas compraban más vino cuando escuchaban música clásica en la tienda, en comparación a cuando sonaban éxitos más recientes. En Suecia, un trabajo de la Universidad de Karlstad también descubrió que las personas sentían una mayor tendencia a comprar ropa cara en las tiendas en las que sonaba música clásica de fondo.
Los motivos detrás del vínculo entre la música que escuchamos y los alimentos que consumimos no están del todo claros, aunque, según el investigador de la Universidad de Oxford Charles Spencer, esta relación podría ser fruto de nuestro estado anímico. Por si tienes curiosidad y quieres poner a prueba tu paladar, aquí te dejamos una lista con las canciones que escucharon los voluntarios del estudio de la Universidad de Miyagi. ¿Crees que tu paladar podrá resistirse?