Aunque es cierto que existen gustos para todos los paladares, cuando consideramos que un vino es bueno, suele haber atributos comunes que nos hacen pensar que estamos ante un caldo de buena calidad o, al menos, que sabe bien. Ahora bien, ir un paso más allá y decidir exactamente qué aspectos hacen de un vino su parte diferencial y ser el elegido en las ocasiones más especiales no es tarea fácil. "Cuando vamos a catar un vino hay que atender a los cinco sentidos y sobre todo el sexto sentido, conocido como el sentido común o la integración de los cinco sentidos", explican los enólogos desde la bodega Dominio Basconcillos, creada en el año 2000 y ubicada en Gumiel de Izán (Burgos).
Para identificar como un experto un buen vino, debemos analizar paso a paso la botella y entre todos sus elementos (el dulzor, la acidez, el tanino y el alcohol) y sus características, buscar el equilibrio, que es lo que determinará si un vino es de calidad. ¿Qué aspectos hay que tener en cuenta? Estas son las cinco claves que harán la diferencia.
La tonalidad es la impresión cromática conjunta producida por la tendencia de los colores presentes y uno de sus valores diferenciales a lo que se debe prestar especial atención.
En los vinos es posible definir numerosas tonalidades de tinto y blanco en función de las variedades de uva, y de su tipo de piel, más gruesa o más fina, que dependen de varios factores como el clima, la altitud o la exposición a la radiación ultravioleta, entre otros factores.
El olor del vino es otro de los factores de equilibrio. Es una realidad que un vino que no desprende aromas no es un buen vino. Esto está relacionado con numerosos aspectos que van desde el tipo de uva hasta el modo en que se realiza la cosecha. Todo cuenta, por lo que dependiendo del tipo de vino o de su carácter los aromas variarán.
Para detectarlo, una de las formas más efectivas y comunes es la de oxigenar el vino a través de movimientos circulares con la copa. Sí haciendo esto se detectan olores que no deberían estar presentes, se trata de un vino estropeado por mala conservación.
El cuerpo del vino es la sensación de volumen y densidad que ofrece. Por ello, vinos con cuerpo son vinos con sabor y con gran elaboración. Para identificar su fluidez y cuerpo se puede observar en el momento en que se sirve o incluso ejerciendo un movimiento rotatorio a la copa de forma que el líquido se distribuye por las paredes de la propia copa.
Todos los tipos de vino, no solo los tintos, también los blancos y rosados tienen cuerpo. Sin embargo, los vinos con más cuerpo corresponden a las variedades de uvas tintas con más taninos: Cabernet Sauvignon, Shiraz, Merlot y Monastrell.
El examen gustativo es el que marcará la valoración definitiva. Por tanto, es fundamental conseguir el sabor correspondiente al tipo de vino y que sea agradable para el paladar. Además, es esencial para distinguir un buen vino que su sabor no sea plano. Al ingerirlo se deben distinguir las diferentes capas que lo componen y que convivan en perfecto equilibrio. Las sensaciones de sabor van a variar en función del etanol (el grado alcohólico del vino), los taninos y las diversas sustancias que compongan el caldo. Ahí es donde aparece la experiencia de cada bodega.