Granada, aguacate o plátano: los vinos de frutas más curiosos que puedes encontrar en el mercado
Son vinos con sabores y especiales y únicos, nada típicos
Gustarán a quien esté buscando un caldo diferente
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Cualquier aficionado al vino sabe que es posible y necesario sorprenderse de vez en cuando probando un caldo atípico, fuera de las bodegas y variedades más socorridas. Es cierto que la industria vinícola y sus próceres pueden pecar a veces de puristas.
Al paladar le gusta lo que le gusta, y, si se trata de innovar, es mejor no ofrecer resistencia y atreverse a probar vinos que nos dejarán un recuerdo. Abrir la mente y preparar el gusto y el olfato para una cata fuera de la norma, solo se trata de eso.
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Hoy te hablamos de tres vinos de frutas más que sorprendentes.
Vino a partir de una superfruta
Puede parecer extraño que exista un vino elaborado con una fruta mucho menos común que la uva, pero la base es esencialmente la misma, es decir, que se puede obtener una bebida interesantísima a partir de la fermentación de la granada.
La idea de utilizar esta fruta saludable en la elaboración de alcohol no es nueva, pero fue en 2007 cuando una empresa ilicitana se decidió a producirlo con su propio branding, aprovechando que la granada se cultiva intensivamente en Alicante, Murcia y Elche, donde le dieron una vuelta de tuerca al concepto y crearon ‘Pured 613’ con la variedad mollar, propia de Elche. Este vino espumoso sorprende por su calidad.
“Hecho al 100% de granadas, elaborado como un vino tradicional pero realizado íntegramente con granadas del campo de Elche. Para la realización de cada botella de vino empleamos 5 kilos de la mejor fruta”, explican en su página web.
Esta suerte de cava con sabor a granada es perfecto para el aperitivo y la sobremesa: muy fresco, entra bien en boca y dan ganas de no parar de beberlo (aunque hay que tener cuidado)
La nota de cata valora su aspecto limpio y brillante, de color cobre con reflejos rojizos. De él dicen que es ‘fresco y expresivo’ y que capta toda la esencia de la granada: frescura y amargor en equilibrio.
Palta y sabor
El aguacate es una de las frutas más consumidas del planeta, con una producción constante y una demanda de recursos altísima. Existen más de 500 variedades.
No solemos asociar esta fruta al vino, si acaso como parte de un maridaje que combine sabores sorprendentes con el sorbo lento y hondo para llevarnos a un lugar distinto. La sola idea de pensar en un ‘vino de aguacate’ se antoja bastante extraña, Como pasa casi siempre, el mundo de las bebidas alcohólicas va tres pasos por delante del consumidor, y a día de hoy ya existe esta rara avis vinícola elaborada a partir de aguacates maduros. Durante el proceso de fermentación, los aceites que contiene la fruta se separan. La nota de cata destaca el perfil cítrico y ‘crujiente’, con un final persistente que recuerda al pomelo en sus notas.
Puro plátano de Canarias
Otra fruta que no solemos asociar al vino es el plátano, y sin embargo, sorprende la potencia de esta variedad de vino de frutas que combina lo mejor de las notas ácidas con el fulgor dulce de la fruta. Como no podía ser de otro modo, el primer vino elaborado a partir del fermento alcohólico de plátanos viene de la mano de una empresa canaria y ha sido elaborado con la variedad local, aprovechando el excedente de la fruta que se tira cada año y no se aprovecha. Platé vinos ha sabido singularizar su producto, para desgracia de los talibanes, disconformes con la idea de que se pueda obtener una bebida más que recomendable traicionando a la sacrosanta uva.
El proceso es muy familiar para el aficionado: los plátanos pelados a mano se prensan para obtener el mosto fermentado, que aguarda en las barricas de acero inoxidable. La levadura saccharomyces cerevisiae es clave en el proceso.
Si la tradición y el espíritu purista nos obliga a asociar la uva a la tradición vitivinícola auténtica, este vino viene a poner punto en boca a quienes piensan que no se puede obtener una bebida magnífica utilizando aproximaciones novedosas. Un vino ‘aromático, fácil y agradable’, opina Jordi Luque, crítico gastronómico de El País. “En la boca tiene un tacto suave, un cuerpo medio o medio bajo, una textura glicérica muy acusada y una acidez muy leve que deja cierta sensación salina”.