El vino es uno de los alcoholes más consumidos del mundo. Ya sea tinto o blanco, tanto a la hora de la comida como a la hora de la cena resulta habitual tomarse una o dos copas, especialmente si estamos rodeados de amigos o familiares.
Además de darle un toque alegre a nuestras comidas, el vino también puede tener efectos positivos en nuestra salud, siempre y cuando se consuma con moderación y en el marco de una dieta sana y equilibrada. Según diversos estudios, tomar una copa diaria de este fermentado de uva durante la comida podría ayudarnos a prevenir la aparición de enfermedades cardiovasculares, sobre todo si apostamos por el tinto.
Pero ¿cuál es la forma correcta de degustar este alcohol? A pesar de la popularidad del vino en nuestra dieta, son muchos los bebedores que desconocen los beneficios de la decantación, un proceso imprescindible para disfrutar por completo de todas las propiedades del vino y que puede elevar nuestra experiencia.
En términos vinícolas, la decantación consiste en trasladar el vino desde la botella a otro recipiente, generalmente de cristal, transparente y con cuello. Este proceso permite eliminar los sedimentos e imperfecciones que el vino puede haber acumulado por el paso del tiempo y que interfieren con la degustación. Además, ayuda suavizar los vinos muy potentes y concentrados y a elevar sus aromas, matices y virtudes, mejorando así su disfrute. Por ello, es recomendable que se realice con todos aquellos vinos de calidad que hayan pasado largos periodos de tiempo en las botellas o las barricadas.
Además de ayudar a separar los posos que hayan quedado en la botella y a aumentar los aromas del licor, el proceso de decantación también se suele realizar para oxigenar el vino.
Si eres un consumidor habitual de este licor, seguro que alguna vez te has cruzado con una botella que, al abrirla, desprende un olor extraño difícil de definir, como de humedad concentrada.
Este aroma, que es especialmente habitual en los vinos de alta maduración, aparece por la falta de oxígeno que experimenta el vino al pasar mucho tiempo dentro de una botella, y puede eliminarse de forma muy sencilla si se decanta el vino y se deja que se oxigene.
Para ello, tan solo hay que abrir la botella y dejar que el vino entre en contacto con el aire. Al hacerlo, poco a poco se irá eliminado el olor a cerrado e irán apareciendo los verdaderos aromas y matices del vino, que son los que nos permitirán disfrutar de una buena copa con la que amenizar la comida.
El proceso de oxigenación se suele realizar con vinos jóvenes y de crianza. Su duración dependerá del tipo de botella que tengamos, aunque lo recomendable, según los expertos, es que se realice con tiempo, entre una y tres horas, para que el líquido tenga tiempo de abrirse del todo y mostrar todos sus matices. No obstante, si tenemos prisa y no podemos permitirnos el lujo de esperar tanto, lo mínimo es que aguardemos durante un par de minutos para que se airee.