Todo a punto para la cena de esta noche con tus amigos. Ellos tienen un paladar exquisito; y eso solo significa que toca currárselo un poco más. Por eso elaboras una lista con una sofisticada selección de vinos y unos deliciosos aperitivos para maridarlos que le van al pelo. ¿Qué puede fallar? Pones en la mesa lo mejor de tu casa: mantelería, cubertería y vajilla. Y para el vino, unos vasos corrientes de cristal. ¿Quién va a notarlo? Seguramente, el gusto delicado de tus invitados. Si no le has dado a las copas de vino la importancia que se merece, quizás ya vaya siendo hora. Te adelantamos que el recipiente donde echas esta bebida sí influye en su sabor. Blanco, tinto y rosado tienen sus peculiaridades y las copas deben adaptarse a ellas. En el vídeo, José Moro te cuenta lo que hacer a partir de ahora para dejar ese sabor a gloria del hablaba el director italiano, Federico Fellini.
Con una o dos manos en el cáliz de la copa, como si fuera un balón de fútbol; o con la palma de la mano hacia arriba, quedando el cuello entre los dedos. Es probable que hayas visto a gente sujetar la copa de vino de esa manera. Ambas formas son incorrectas. La manera adecuada de coger una copa de vino es por el mástil o el tallo. ¿Por qué? Muy fácil: para que nuestra temperatura corporal no entre en contacto directo con el caldo. Además, si lo hacemos así, tampoco dejaremos plasmadas nuestras huellas en el cuerpo de la copa.